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"A ningún bando le interesa que acabe la guerra en Yemen"


2018-12-07

Francisco Carrión | El Mundo

El Cairo.- Hisham el Omeisy se sabe superviviente. Durante los seis meses que padeció confinamiento solitario en una prisión de Saná, este icono de la marchita primavera yemení creyó que jamás volvería a ver a los suyos. "Pensé que acabaría en la plaza Tahrir, siendo víctima de una ejecución pública", murmura El Omeisy en una entrevista a EL MUNDO.

El presentimiento asomó incluso el pasado enero cuando, frente a un convoy de coches, se fraguaba su liberación. "Me exigieron, como lo habían hecho otras veces, que pidiera disculpas públicas. Uno de los guardias me dijo: 'Podemos matarte aquí mismo y nadie se enteraría. Te estamos dando una oportunidad que no hemos ofrecido nunca a nadie'", evoca desde un café de las afueras de El Cairo. Él nunca entonó el mea culpa y, tras medio año bajo arresto domiciliario, logró huir del territorio controlado por el grupo rebelde chií de los hutíes y alcanzar El Cairo, convertido -de momento- en el refugio donde trata de recuperarse de la pesadilla. "Fui torturado, golpeado y colgado. Lo peor, sin duda, fue el confinamiento solitario. Me empecé a volver loco. Lloraba y gritaba, aunque aquello sólo acarreara más palizas y el castigo de recorrer el suelo lleno de basura del pasillo de las celdas".

Cotizado analista de la compleja realidad yemení, El Omeisy advierte de que la nación más pobre del golfo Pérsico se dirige hacia "la balcanización". "Hay muchas facciones con poder sobre el terreno y están armadas hasta los dientes. Hay que ser muy ingenuo para pensar que van a dejar sus armas. Yemen es una economía de guerra. Una de las razones por las que la contienda no decae es porque todas las partes en liza tienen un interés económico en que perviva. Si el conflicto se detuviera hoy, no habría ingresos y la economía colapsaría. Si la paz vence, muchos grupos temen quedar marginados", denuncia este activista. "Es el pan de los señores de la guerra, de los que están con la coalición saudí y con los hutíes. Ambos están viviendo la vida loca. Hay dirigentes hutíes conduciendo Porsches en Saná en las mismas calles en las que, al mismo tiempo, familias respetables de la ciudad piden en la calle o rebuscan comida como perros. Algo que jamás había sucedido".

Reacio durante años a abandonar su patria, El Omeisy no tiene muchas expectativas depositadas en las negociaciones. "El plan de paz de la ONU resulta muy simplista. Creen que una tregua de los combates puede traer el fin de la guerra. El conflicto se prolongará durante años. Incluso si mañana se consiguiera un acuerdo, ambos bandos seguirán luchando internamente por el control territorial", alerta quien censura la ausencia de los separatistas del sur en el diálogo. "Las negociaciones deberían ser lo más inclusivas posibles para garantizar su éxito. La ONU sigue marginando al sur como el norte de Yemen ha hecho durante décadas, ampliando los muchos agravios que ya existen. La mejor opción es un Yemen federal". Aferrado a la esperanza, este disidente que sobrevivió a sus peores augurios tiene una certeza dolorosa: "Nadie va a ganar la guerra. Todo el mundo la ha perdido ya. Y muy especialmente el pueblo yemení en cuyo supuesto nombre se hizo. Han pagado un precio muy alto. No hay trabajo; se han propagado las enfermedades y los niños están muriendo. Toda una generación ha quedado traumatizada".



Jamileth


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