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La crisis de una ciudad fronteriza no tiene nada que ver con los migrantes


2019-02-11

Por JOSÉ A. DEL REAL, The New York Times

CALÉXICO, California — Durante generaciones, los residentes de Caléxico, la ciudad fronteriza del sur de California, vieron con inquietud cómo su río se convertía en una fosa séptica, contaminada por la explosión demográfica e industrial en el lado mexicano de la frontera.

Las aguas negras llenas de excremento, químicos industriales y otros desperdicios a menudo desembocan en el río Nuevo, que corre desde el valle de Mexicali en México hasta Caléxico, por lo que quienes viven en los vecindarios de en medio deben sufrir los vapores de olor acre. Y no solo es el río: desde arriba, se percibe el humo que sale de las fábricas mexicanas y los sitios ilegales de quema de desechos hospitalarios y de llantas, que han provocado problemas generalizados de asma en la región.

Mientras Washington debate si deberían gastarse miles de millones de dólares para levantar barreras en los más de 3000 kilómetros de la frontera, muchos residentes en el Valle Imperial de California sienten que por lo menos parte de ese dinero podría destinarse a la solución de las amenazas a la salud pública en la zona. A tan solo algunos metros de Caléxico, en México la laxitud de las normas y la observancia medioambiental plantean una amenaza constante.

“Es un foco de infecciones”, dijo Arturo Santiago, de 50 años y quien vive en un vecindario junto al río en la parte oeste de Caléxico, en lo alto de un mirador escarpado. “Huele a flatulencias cuando abro la ventana”.

Desde hace mucho tiempo, México ha tratado al río Nuevo como un desagüe, y ahí se descargan directamente aguas negras no tratadas desde las casas y los negocios de Mexicali, que en décadas recientes se ha convertido en una ciudad de un millón de habitantes. El explosivo crecimiento de Mexicali, en parte acelerado por el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, ha exacerbado el problema.

Actualmente, incluso después de varios esfuerzos de limpieza, grandes cantidades de espuma artificial y pilas de basura —arrojadas ilegalmente— flotan en las aguas color verde oscuro que atraviesan hacia Estados Unidos por un agujero en una cerca metálica fronteriza hasta llegar al norte hacia el lago Saltón en California.

Un informe de 2018 publicado por el consejo regional de aguas muestra que el río, donde cruza la frontera, contiene concentraciones extremas de E. coli y bacterias coliformes fecales que superan por mucho los límites establecidos debido a las decenas de millones de galones de aguas negras que se han desechado en el río en años recientes.

Los legisladores estatales han señalado que se cree que el río contiene patógenos que provocan tuberculosis, encefalitis, poliomielitis, cólera, hepatitis y fiebre tifoidea. Sin embargo, Caléxico, una pequeña ciudad de 40,000 habitantes en el cinturón agrícola del Valle Imperial de California, no ha tenido más alternativas que soportar los riesgos a la salud pública.

Miguel Figueroa, el gestor municipal adjunto de Caléxico, dijo que el río representaba “un problema histórico de justicia medioambiental”. Las casas del lado oeste que están junto al río históricamente han sido ocupadas por residentes de bajos ingresos, muchos de los cuales trabajan en el sector agrícola. Su relativa pobreza, además de la falta de peso político del Valle Imperial en Sacramento, dijo, eran obstáculos importantes para atraer atención constante al río.

Muchos han hecho un llamado a favor de entubar el río y desviar sus aguas para filtrar sus contaminantes.

Quienes viven en el área no son los únicos que están consternados. El río también plantea un problema de seguridad para los agentes fronterizos, comentó David Kim, portavoz de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza. “Las organizaciones criminales aún utilizan el río Nuevo para traficar personas hacia Estados Unidos”, dijo Kim, y señaló que los agentes fronterizos no pueden entrar al agua para atraparlos porque es demasiado peligroso.

Las preocupaciones respecto a la contaminación del aire han sido preocupantes. Gilbert Rebollar, un miembro del consejo del distrito escolar Brawley Elementary, al norte de Caléxico, dijo que los estudiantes muchas veces no pueden salir debido a que la calidad del aire es demasiado nociva. Alrededor del 20 por ciento de los niños del condado Imperial tienen asma, de acuerdo con una encuesta comunitaria de salud en California de 2016. Esa cifra, aproximadamente el doble del promedio estatal, quizá sea más alta en ciudades que están justo al lado de la frontera.

“Aquí hay una crisis, pero no tiene nada que ver con la inmigración”, dijo Rebollar, que también es analista en el Imperial County Air Pollution Control District. “Y no solo se trata del dinero. Se trata de hacer que México se haga responsable. Algunos de estos hospitales salen de noche a quemar desperdicios médicos”.

Santiago, como muchas personas que viven en los vecindarios con vista al río, dijo que ha cambiado cuatro veces sus máquinas de aire acondicionado desde que se mudó a su casa en el año 2000. Él y sus vecinos sospechan que la corrosión es provocada por los químicos del aire, aunque el consejo local de control de contaminación del aire señaló que no tenía conocimiento sobre estas quejas.

Rebeca y Miguel Zapata, cuyo nieto, Kevin, de 15 años, a menudo los visita y tiene un problema grave de asma, dijeron que se mudaron del vecindario al lado del río en la década de 1990 porque las casas eran más baratas ahí. Zapata, de 76 años, dijo que sus alergias se han vuelto tan graves que debe ir al médico cada semana para recibir tratamiento.

Los funcionarios de salud pública dijeron que es difícil señalar cuáles problemas medioambientales específicos dan origen a las alergias. Sin embargo, persisten el miedo y la sospecha en la comunidad.

Hace casi veinte años, la Agencia de Protección Medioambiental otorgó 31 millones de dólares para financiar proyectos de saneamiento en el lado mexicano de la frontera, que se terminaron en 2007, para mejorar la calidad de las aguas antes de que llegaran a Estados Unidos. Mediante ese proyecto, financiado por el Banco de Desarrollo de América del Norte, que fue creado por el TLCAN, se entubó el río en México.

No se ha instalado ese tipo de tubería en el lado estadounidense.

Sin embargo, para mayo de 2017, el California Water Quality Control Board lanzó nuevas advertencias. A pesar del progreso, “la condición deteriorada de la infraestructura de aguas residuales” construida en México planteaba una grave amenaza a la calidad del agua, escribió el consejo en una resolución dirigida a varias agencias federales e internacionales. Al menos una vez al mes, por lo menos durante seis meses, Mexicali desechó de uno a trece millones de galones de aguas negras, señaló el consejo.

Muchas personas en la frontera se han quejado de que no se destine financiamiento a proyectos de tratamiento de aguas en el lado estadounidense.

“Ha sido muy difícil digerir y entender que los recursos estadounidenses se destinen a México”, dijo Figueroa, el gestor municipal adjunto. “Es vergonzoso, porque hasta donde sé el condado Imperial está en el estado de California”.

Los esfuerzos comunitarios para rehabilitar el río en el lado estadounidense han enfrentado retrasos por más de quince años. Alrededor de dos decenas de actores a nivel local, estatal y federal tienen algo de responsabilidad en la supervisión del río Nuevo. La burocracia es en parte culpable de los retrasos.

“Por Dios santo, cuando tienes problemas medioambientales que están tan extendidos, que están afectando a los seres humanos y su salud, deberían ser de las prioridades de la lista”, dijo Eduardo García, congresista demócrata de California que ha buscado llamar la atención sobre el problema en la legislatura estatal.

Dos desarrollos decisivos han reiniciado los esfuerzos de limpieza. En 2016 el estado destinó 1,4 millones para crear un anteproyecto de ingeniería con el fin de comenzar a recolectar y tratar el agua. Entonces, en 2018, una propuesta estatal destinó diez millones de dólares al proyecto, parte de un paquete más grande para rehabilitar el lago Saltón.

Figueroa tiene la esperanza de que, con suficiente dinero ahora para que el proyecto despegue, los funcionarios puedan aprovechar y recaudar los 10 a 20 millones de dólares adicionales que se necesitan para completar el proyecto.

“Durante mucho tiempo escuchamos que necesitábamos un proyecto listo para emprenderse. Y adivinen qué… ahora lo tenemos y también el financiamiento parcial”, comentó.

Ha habido más éxito e inversiones para combatir los problemas de calidad del aire. La Agencia de Protección Medioambiental de California dijo que mantiene una fuerte relación con su contraparte mexicana. Mientras tanto, el dinero federal ha impulsado los programas de monitoreo de calidad del aire en Mexicali, que ayudan a las autoridades mexicanas a acabar con la quema ilegal de basura.

Jared Blumenfeld, el nuevo secretario de la Agencia de Protección Medioambiental de California en el gobierno de Gavin Newsom, dijo que el estado estaba “comprometido con llevar a cabo el proyecto” en el río Nuevo. Compartió un video de una visita a Mexicali en 2011 que mostraba sangre que llegaba al río desde un matadero.

Blumenfeld dijo que se mostraría “bastante impactado” si el dinero del río Nuevo no fuera incluido en una nueva lista de prioridades de financiamiento federal. “Nosotros como país no hemos cumplido con nuestros compromisos del TLCAN para seguir haciendo mejoras en la frontera, y el río Nuevo es ejemplo de este problema”, comentó.

Después de décadas de promesas, los residentes no están seguros de que llegará la ayuda, y sospechan de los funcionarios en todos los niveles de gobierno.

“Están robando dinero o no les están dando nada”, dijo Santiago. “Pero no nos prestan atención. Simplemente no lo hacen”.
 



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