TESTIMONIOS
Qué es lo que dijo el profeta
Sucederá en los últimos días, dice Dios: “Derramaré mi Espíritu sobre toda carne, - y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros jóvenes verán visiones y vuestros ancianos soñarán sueños.
Sucederá en los últimos días, dice Dios: “Derramaré mi Espíritu sobre toda carne, - y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros jóvenes verán visiones y vuestros ancianos soñarán sueños.
Elegido alrededor del 115, a él se le atribuyen ciertamente algunas normas de culto muy importantes. Es Sixto, por ejemplo, quien decide que durante la consagración nadie fuera de los ministros de culto pueda tocar el cáliz sagrado y la patena; también introduce en la misa, después del Prefacio.
Aquel mismo día iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaús, que distaba sesenta estadios de Jerusalén, y conversaban entre sí sobre todo lo que había pasado. Y sucedió que, mientras ellos conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió con ellos.
Toda nuestra alegría y esperanza están en la Resurrección del Señor; por eso la Pascua es la mayor fiesta del calendario litúrgico. La resurrección del Señor es la garantía de nuestra resurrección para la vida eterna en Dios, cuando entonces, como nos asegura San Pablo, "Dios será todo en todos".
En un cuento hasídico recogido por Martin Buber y que tiene como título «El juego del escondite», el nieto de Rabí Baruch, un anciano rabino, jugaba un día al escondite con otro niño
“El mensaje de la Divina Misericordia ha sido para mí siempre querido y cercano. Es como si la historia lo hubiese inscrito en la trágica experiencia de la segunda guerra mundial. En aquellos años difíciles, fue un particular sostén y una inagotable fuente de esperanza".
Fundador de la Orden de los Mínimos en Calabria, prescribiendo a sus discípulos que viviesen de limosnas, no teniendo propiedad ni manipulando dinero, y que utilizasen sólo alimentos cuaresmales. Llamado a Francia por el rey Luis XI, le asistió en el lecho de muerte.
En aquel tiempo, estaba María junto al sepulcro fuera llorando. Y mientras lloraba se inclinó hacia el sepulcro, y ve dos ángeles de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies. Dícenle ellos: «Mujer, ¿por qué lloras?».
El camino para llegar a Dios es el que Él mismo nos ha señalado revelándonos una religión La religión verdadera sólo puede ser una, pues las religiones se contradicen entre sí, y la verdad sólo puede estar en uno de los dos campos: si sobre un punto concreto,
Antes de morir Jesús había profetizado varias veces su resurrección. Por lo tanto, al resucitar por su propio poder, demostraba nuevamente, y con la prueba más convincente, que era Dios.
Casi todo en su vida se sucede de forma poco frecuente. Su padre Odilón, después de cumplir con sus obligaciones patrias, se retiró con el consentimiento de su esposa a la Cartuja y al final de sus días recibió de mano de su hijo los últimos sacramentos. Así que el hijo fue educado por su madre.
Las mujeres partieron a toda prisa del sepulcro, con miedo y gran gozo, y corrieron a dar la noticia a sus discípulos. En esto, Jesús les salió al encuentro y les dijo: «¡Dios os guarde!». Y ellas se acercaron a Él, y abrazándole sus pies, le adoraron. Entonces les dice Jesús: «No temáis».
El rey Yezdigerd, hijo de Sapor II puso fin a la cruel persecución de los cristianos que había sido llevado al cabo en Persia durante el reinado de su padre. Sin embargo, el obispo Abdas con un celo mal entendido incendio el Pireo o templo del fuego, principal objeto del culto de los persas.
¡Aleluya! ¡El Señor resucitó! Hoy es Domingo de Resurrección. Los creyentes del mundo celebran la fiesta más importante de la Iglesia, donde se recuerda la victoria de Jesucristo sobre la muerte, al resucitar de entre los muertos. El triunfo sobre la muerte, la apertura de las puertas del cielo.
El primer día de la semana va María Magdalena de madrugada al sepulcro cuando todavía estaba oscuro, y ve la piedra quitada del sepulcro. Echa a correr y llega donde Simón Pedro y donde el otro discípulo a quien Jesús quería y les dice: «Se han llevado del sepulcro al Señor».
Jesús duerme en el sepulcro, y nosotros esperamos el gran acontecimiento de la Resurrección, perseverando con María en la espera, rezando y meditando. Hace falta un día de silencio para meditar en la realidad de la vida humana, en las fuerzas del mal y en la gran fuerza del bien.
El Sábado Santo no es una jornada triste. El Señor ha vencido al demonio y al pecado, y dentro de pocas horas vencerá también a la muerte con su gloriosa Resurrección. Nos ha reconciliado con el Padre celestial: ¡ya somos hijos de Dios! Es necesario que hagamos propósitos de agradecimiento.
Con María, la única que ha permanecido firme en la fe y en la esperanza después de la trágica muerte de su Hijo, nos preparamos, en el silencio y en la oración, para celebrar la fiesta de nuestra liberación en Cristo, que es el cumplimiento del Evangelio.
Desde siempre, para la criatura humana la muerte es inevitable y permanece como libro cerrado. Y, ciertamente, como motivo de congoja e inquietud. Porque, si hay algo más terrible, es pensar que todo termina, es estar convencido de que todo termina para uno.
La liturgia de estos días nos va hablando de cómo Jesús se va encontrando cada vez más ante un juicio. Un juicio que Él hace sobre el mundo y, al mismo tiempo, un juicio que el mundo hace sobre Él. El juicio que el mundo hace sobre Él se define en la fe, y por eso dirá: "Si no creen que Yo soy".