Reportajes
El viaje a esquiar que contagió a miembros de la élite mexicana
La historia del coronavirus se escribe en los hospitales de medio mundo, convertidos en zonas de guerra, pero también en fiestas y elegantes estaciones de esquí.
La historia del coronavirus se escribe en los hospitales de medio mundo, convertidos en zonas de guerra, pero también en fiestas y elegantes estaciones de esquí.
Ante la crisis del coronavirus, la gente se ve obligada a tomar decisiones que en otra época hubieran sido cotidianas pero que hoy en día podrían tener graves consecuencias.
Las fuerzas policiales del mundo están probando los límites para castigar a quienes no cumplen con las medidas de confinamiento. El problema es que no siempre está claro qué está prohibido.
Para recuperarse del coronavirus, como lo hizo, Ada Zanusso recomienda valor y fe, las mismas cualidades que le han funcionado bien en sus casi 104 años. Italia, junto con su vecina Francia, tienen la población más grande de Europa de lo que se ha llegado a conocer como los “súper viejos”.
Desde que el mundo es mundo ha habido enfermedad, pero las epidemias, como la que ahora vivimos, o algo parecido, se dan en poblaciones que pasan cierto tiempo en circunstancias anormales, por ejemplo, bajo la debilidad de una guerra, cuando los campos dejan de trabajarse y cunde el hambre.
La pandemia de coronavirus limita los rituales funerarios y los dolientes están encontrando nuevas formas de decir adiós. Dilemas es una columna sobre las nuevas disyuntivas humanas que la pandemia de coronavirus representa.
En los tres meses pasados desde que se detectó un nuevo coronavirus en China, el planeta se sumió en un guión de película de catástrofes, sin olvidar el hospital de campaña en Central Park ni la morgue en una pista de patinaje sobre hielo en Madrid.
Cinco días antes de acabar marzo, el alcalde reunió a los 548 jefes de familia de la localidad y decidieron cerrar el pueblo a las visitas. “Solo pueden entrar los que venden alimentos y cosas básicas y se les ha dicho a los de aquí que si salen vayan de uno en uno”.
La pandemia de coronavirus se está ensañando con Nueva York, epicentro de tantas cosas en Estados Unidos, y también de este virus atroz. El paciente cero de la ciudad se detectó el 1 de marzo y este viernes se superaban los 1,800 muertos y los 57,159 contagios, el doble de la semana pasada,
La magnitud de la pandemia de covid-19, cuyo número de muertos aumenta a cada hora, oscurece las tragedias individuales. Más de 40,000 personas han muerto a causa de la enfermedad en todo el mundo: jóvenes y viejos, hombres y mujeres, pacientes y cuidadores.
El nuevo coronavirus seguía cobrándose vidas el miércoles, pese a las medidas sin precedentes tomadas en todo el mundo para detener la pandemia, que según el jefe de la ONU implica la peor crisis que vive la humanidad desde la Segunda Guerra Mundial.
Desde el escenario de una superiglesia evangélica, el líder del coro inició una sesión vespertina de oración y sermones: “¡Celebremos al Señor! ¿Sienten la alegría esta noche?”. “¡Sí!”, respondieron gritando los cientos de personas reunidas en la Iglesia Cristiana de la Puerta Abierta.
El planeta, para un extraterrestre que aterrizase estos días, ofrecería una imagen extraña, entre apacible e inquietante. Más de un tercio de la humanidad está en casa, privada de la libertad de moverse, tan esencial y que todos damos por hecha. Las calles, vacías, como las carreteras sin coches.
Los brotes de gripe aviar y otras nuevas enfermedades están sorprendiendo a la opinión pública, desbaratando la globalización, provocando enormes pérdidas económicas y poniendo en peligro las empresas y las relaciones diplomáticas.
En los encierros impuestos por el coronavirus hemos aprendido que el mundo no tiene volumen: confinados, solo sabemos lo que nos dicen otros. Pero también hemos entendido que dependemos de los demás, que el destino no es individual sino común.
La escasez de pruebas en Estados Unidos ha dejado sin respuesta a personas que presentan síntomas y a trabajadores de la salud. En cambio, cada vez más celebridades se hacen la prueba.
La llegada de la pandemia del coronavirus enfrenta a América Latina a sus peores fantasmas. El impacto aún es relativo, en comparación con Europa o Asia, pero la secuencia es tan similar y el anuncio de la llegada del asteroide tan estruendoso, que casi todos los Gobiernos ya se han puesto...
Fronteras cerradas, confinamiento general, la economía al borde de un abismo y una gran incertidumbre mundial. La pandemia del nuevo coronavirus, que ya ha dejado más de 7,000 muertos, sigue avanzando inexorablemente y paralizando la vida de millones de personas.
Sus habitantes la denominan "la ciudad olvidada" porque consideran que desde una accidentada visita de Hafez al Asad, el padre del actual presidente, a principios de los años 1970, nadie del poder central ha vuelto a poner los pies en ella.
Es un enigma cuándo el SARS-Cov-2 empezó a circular y cuándo supieron de los primeros casos. La única fecha segura, por ahora, es la del 31 de diciembre. Ese día, el Gobierno chino confirmó los primeros casos de una neumonía de origen desconocido. Todo fue rápido desde entonces.