PAN Y CIRCO
El PAN: nueva oposición
El Partido Acción Nacional intenta convertirse en la única rabiosa oposición al gobierno de López Obrador.
El Partido Acción Nacional intenta convertirse en la única rabiosa oposición al gobierno de López Obrador.
No se limita a un sueldo vitalicio o al servicio de decenas de servidores públicos, sino que incluye guardias para ellos y sus familias, igual que el pago de telefonía, autos, atención médica privada y gastos de oficina, entre otros, todo ello sin fundamento en la ley.
Los problemas estructurales que deberá afrontar el nuevo presidente de México son tan profundos que el populismo del favorito en las encuestas, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), es casi terapéutico, entendible en una sociedad mayoritariamente harta y necesitada.
Muy probablemente dentro de tres semanas muchos latinoamericanos estaremos maldiciendo nuestra suerte, injuriando al pobre desempeño de nuestros seleccionados, clamando contra la perfidia de un rival o la ceguera de un árbitro.
Un político melancólico. Un candidato que no ha logrado encender los ánimos, conectar con los indignados, convencer de manera entusiasta a panistas, a perredistas, a los miembros de un Frente que no entienden con claridad para qué se formó.
Considero que José Antonio Meade es un hombre decente. Un hombre decente que, todo indica, está dispuesto a hacer indecencias impensables en nombre de la decencia.
Kemper y Collins consolidaron la importancia sociológica que tienen cuestiones emocionales como el miedo, el enojo, la alegría, en distintas asuntos colectivos. Desde entonces fenómenos sociales como los procesos electorales han estado íntimamente ligados a tratar de explotar estos sentimientos.
En las dos semanas pasadas, el tema de la sociedad civil ha ocupado un lugar simbólico importante, puesto que el relativo prestigio de este concepto ha sido utilizado en los combates políticos propios de la coyuntura.
Hace 20 años los políticos en campaña interpelaban a la Nación y prometían coadyuvar a la sociedad para convertirnos en ciudadanos del primer mundo. Hoy nos prometen visibilizar los problemas, apelar a la resiliencia de la sociedad y pensar soluciones para reinventarnos como país.
Tras el debate me pregunto qué película podría tener Enrique Peña Nieto en su cabeza a poco más de nueve semanas de la elección presidencial: ¿Titanic o, justamente, 9 semanas y media? ¿Músicos resignados a ahogarse con sus instrumentos en la mano?
El candidato del PRI, José Antonio Meade, fue más Pepe y Toño que nunca. Empezó y terminó su intervención diciendo su nombre pero no su partido. Un hombre que lleva más de una década ocupando puestos de importancia en la Administración necesitó presentarse ante el electorado antes de hablar.
Este domingo 22, a las ocho de la noche y desde el Palacio de Minería, se realizará el primer debate de esta elección presidencial y, como ya vemos desde ahora, Andrés Manuel López Obrador, candidato de la coalición Juntos Haremos Historia, será el blanco de los ataques de los otros.
En esta mesa no se habla ni de política ni de religión, decía siempre alguien con la autoridad para hacerlo. Y hoy estamos a unos días de que se celebre el primer debate de 2018 entre candidatos a la presidencia de México. Entonces, ¿qué pasó?
La decisión del Tribunal Electoral de validar la candidatura independiente de El Bronco, gobernador de Nuevo León, con más de un millón de firmas falsas, socava la credibilidad de otra institución en México y ya van ., en este caso, de la que deberá validar el resultado del 1 de julio.
En su naturaleza autoritaria, el PRI desoye todo aquello que pretenda una auténtica democratización de México. Se resiste a enterrar en definitiva al ya inoperante presidencialismo que le permitió el control del poder durante el siglo pasado.
Lamento informar que el arranque oficial de las campañas electorales en México me provocó un pesadísimo tedio; más bien, una somnolencia insoportable y envuelto en un letargo de neblinas que oscilaban sobre mis párpados al son de la Marcha de Zacatecas, versión chill-out.
El problema reside en los métodos aplicados. En México se vale usar el aparato de justicia para combatir a los adversarios más odiados o más estorbosos, aunque esa conducta siempre haya sido ilegal. Sin embargo, aquí, como en cualquier otra parte, esa es una forma infame y condenable de actuación.
Así nació el PRI, como un pacto en el que cualquier aspirante renunciaba a las armas a cambio de la posibilidad de llegar a la presidencia, por la sola elección del presidente saliente. Era una monarquía absoluta con ropajes republicanos, con un nuevo rey cada seis años.
Conocemos el nombre del finalista para el 1 de julio, día de las elecciones presidenciales en México: Andrés Manuel López Obrador, líder actual en las encuestas, será el hombre a vencer. Pero, ¿por quién? Esa es justamente la pregunta que todo el país se hace.
Ni siquiera se devanan los sesos para mostrarse inteligentes, paga más proyectar sagacidad y astucia. Los periódicos y noticieros no quieren citas de expertos o diagnósticos acuciosos sino frases ocurrentes y golpes verbales a la mandíbula de los rivales.