Editoriales
América Latina se paraliza para combatir el virus; Brasil y México se resisten
La mayoría de los líderes de América Latina reaccionaron con rapidez y rigurosidad a la llegada del coronavirus a la región. Se cerraron las fronteras.
La mayoría de los líderes de América Latina reaccionaron con rapidez y rigurosidad a la llegada del coronavirus a la región. Se cerraron las fronteras.
Andrés Manuel López Obrador merece ser criticado por su actuación y declaraciones ante la pandemia, pero los mexicanos tendrán que mantenerse unidos para superar este desafío sanitario.
Es difícil superar a Donald Trump como el peor líder manejando la crisis del coronavirus, pero —hombre— Andrés Manuel López Obrador sí que hace el esfuerzo. Su desdén a tomar medidas preventivas y liderar con el ejemplo es una parodia peligrosa de un reyezuelo displicente.
Miles, millones de personas han abrazado la fe y se golpean el pecho de amor y orgullo cuando ven a Donald Trump, Jair Bolsonaro, Nayib Bukele, Evo Morales o Cristina Fernández.
La región ha sido por mucho tiempo el “patio trasero” de Estados Unidos. Pero China, que afianza su influencia en América Latina, está disputando ese dominio. Sería mejor que los latinoamericanos sean los protagonistas de su historia.
En el sur detienen a personas que migran desde Centroamérica; en el norte las hacen esperar. El presidente mexicano está equivocado: debería proteger y no reprimir a los inmigrantes.
John Bolton confirmó el tema medular del actual juicio político en contra del presidente de Estados Unidos: a pesar de negarlo, el mandatario condicionó la ayuda de defensa a un país aliado, devastado por la guerra, a que cooperara contra sus rivales políticos.
El precepto diplomático de no intervención en los asuntos internos de otro país ha tenido en América Latina, a lo largo de los años, sobre todo en los de la Guerra Fría, una observancia muy defectuosa.
La violencia, el estancamiento económico y las decisiones erráticas en el gobierno señalan una trayectoria larga y accidentada para su sexenio. También para el país.
El polémico asilo de Evo Morales en México, que seguro será de corta duración, ha catapultado al terreno hemisférico el pleito interno entre chairos (a favor de AMLO) y fifis (en contra). Es el primer gesto importante en política exterior del Gobierno de López Obrador no dirigido hacia el norte.
El 17 de octubre, un hombre armado entró a un restaurante de Culiacán, capital del estado de Sinaloa de México, para informar a la población sobre el convoy de gente armada que se acercaba a la ciudad.
El caso de Bolivia, en donde las fuerzas armadas sugirieron a Evo Morales renunciar, reveló que los soldados no han abandonado el poder en América Latina. La vuelta de los ejércitos como actores políticos es peligroso para una región que aún tiene cicatrices por las dictaduras militares.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, declaró el éxito en Siria el miércoles y ofreció una escena para el recuerdo aludiendo a su promesa de campaña de que pondría fin a la implicación de Estados Unidos en “guerras infinitas”.
Los mandarines de la economía mundial han desfilado estos días por la sede del FMI en Washington. Por sus pasillos es fácil toparse, por ejemplo, con Pierre Moscovici, comisario europeo de Asuntos Económicos, que además de un resfriado arrastra un pronóstico de crecimiento bastante deprimente.
Una patrulla del Ejército mexicano detuvo este jueves en la ciudad de Culiacán, Sinaloa, a Ovidio Guzmán, hijo de Joaquín El Chapo Guzmán, quizá el capo del narco más conocido del mundo.
Al mismo tiempo que hay información que salva vidas y es gloriosa, hay otra que mata y es tóxica. La desinformación, el fraude y la manipulación que fomenta el conflicto están teniendo un auge tan acelerado como la información extraída de las masivas bases de datos digitalizados.
La corrupción no es un fenómeno fácil de delimitar ni de medir. Es, por naturaleza, un hecho oculto. Pero también ampliamente percibido por la sociedad. Al menos así lo afirman más de la mitad de los latinoamericanos, que consideran que la mayoría o todos sus principales políticos son corruptos.
El anuncio por parte de la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, de la puesta en marcha de la investigación previa para el proceso de destitución contra Donald Trump constituye un hecho de extrema importancia en la democracia más poderosa del planeta.
López Obrador llega a su primer informe con un problema: la cuarta transformación no está transformando lo que debía, ni las brechas económicas y sociales ni la política de caciques de México. Mucho deberá cambiar para que el legado de AMLO sea positivo. Hoy, su cacareada 4T es un fiasco.
Ha llegado el momento de ser asertivos frente a Washington: no podemos seguir eludiendo la confrontación con Trump cuando sea necesario hacerlo. Como han demostrado otros líderes —como Emmanuel Macron o recientemente la primera ministra danesa, Mette Frederiksen.