Editoriales
Una diplomacia facciosa
El precepto diplomático de no intervención en los asuntos internos de otro país ha tenido en América Latina, a lo largo de los años, sobre todo en los de la Guerra Fría, una observancia muy defectuosa.
El precepto diplomático de no intervención en los asuntos internos de otro país ha tenido en América Latina, a lo largo de los años, sobre todo en los de la Guerra Fría, una observancia muy defectuosa.
Sin tomar en cuenta las lecciones del pasado dictatorial de la región, los políticos están volviendo a recurrir a las fuerzas armadas para resolver las crisis políticas. A primera vista, la caída de Evo Morales, expresidente de Bolivia, podría parecer una victoria para la democracia.
Un fantasma recorre América Latina, y lo guía una palabra. Chile despertó, Bolivia se parte, ardió Ecuador, Colombia se levanta, Argentina votó, Perú se depura, Brasil desespera, México clama, y en todos lados la palabra es la misma: “desigualdad”, “la lucha contra la desigualdad”.
Pasados 23 días de las elecciones generales en Bolivia, el recuento de los daños asciende a cinco muertos, múltiples heridos, tres semanas de paro nacional y destrozos en todo el país. El detonante del conflicto: un proceso electoral sobre el que revolotea el fantasma de un fraude monumental.
La crisis económica y el estancamiento han provocado una ola de protestas ciudadanas y una demanda de más transparencia y un estado de bienestar eficiente en toda la región.
Las protestas actuales surgen en un contexto de desaceleración o crisis económica. América Latina salió prácticamente indemne de la crisis global de 2008, pero ahora resulta la región más golpeada. El Fondo Monetario Internacional esta en el centro de mira de casi todas las manifestaciones.
Perdón es una palabra castellana. En francés se dice pardon, en inglés también, en italiano perdono, en alemán entschuldigung, en náhuatl se dice, dicen, tetlapopolhuiliztli.
El miércoles 23 de enero por la mañana, frente a decenas de miles de venezolanos decepcionados, Juan Guaidó tomó la Constitución y se juramentó como presidente encargado.
Donald Trump es el líder populista de una democracia minoritaria. Nunca ganó el voto de la mayoría del pueblo. Parece una paradoja o un oxímoron si consideramos que la democracia es el gobierno de la mayoría electoral, y sin embargo esta es la situación en la que se encuentra hoy Estados Unidos.
Argentina esperaba mostrarle al mundo su nueva economía, una más amigable con los mercados, cuando comenzara esta semana la primera cumbre en Sudamérica del G20. En su lugar, el país ahora busca ayuda para evitar una crisis generalizada.
Es común pensar en América Latina como la tierra de la desesperanza para la democracia. Desde su independencia, la región ha sido devastada por el autoritarismo y el populismo.
El presidente estadounidense, Donald Trump, declaró triunfante que su remplazo del Tratado de Libre Comercio de América del Norte es una mejora importante respecto al original.
Apenas un par de cables, informaron que un exejecutivo de la multinacional alemana Siemens se declaró "no culpable" ante una Corte Federal en Nueva York de lavar dinero para pagar coimas en la Argentina y, por tanto, afrontará un juicio oral en Estados Unidos en julio de este año.