Editoriales
América Latina se paraliza para combatir el virus; Brasil y México se resisten
La mayoría de los líderes de América Latina reaccionaron con rapidez y rigurosidad a la llegada del coronavirus a la región. Se cerraron las fronteras.
La mayoría de los líderes de América Latina reaccionaron con rapidez y rigurosidad a la llegada del coronavirus a la región. Se cerraron las fronteras.
Miles, millones de personas han abrazado la fe y se golpean el pecho de amor y orgullo cuando ven a Donald Trump, Jair Bolsonaro, Nayib Bukele, Evo Morales o Cristina Fernández.
El triunfo electoral de Andrés Manuel López Obrador, el primer presidente de izquierda en la historia de la democracia mexicana, ha canalizado, por lo menos hasta ahora, una buena parte del descontento que en el resto de América Latina han generado las deudas políticas y sociales...
Sin tomar en cuenta las lecciones del pasado dictatorial de la región, los políticos están volviendo a recurrir a las fuerzas armadas para resolver las crisis políticas. A primera vista, la caída de Evo Morales, expresidente de Bolivia, podría parecer una victoria para la democracia.
El polémico asilo de Evo Morales en México, que seguro será de corta duración, ha catapultado al terreno hemisférico el pleito interno entre chairos (a favor de AMLO) y fifis (en contra). Es el primer gesto importante en política exterior del Gobierno de López Obrador no dirigido hacia el norte.
El caso de Bolivia, en donde las fuerzas armadas sugirieron a Evo Morales renunciar, reveló que los soldados no han abandonado el poder en América Latina. La vuelta de los ejércitos como actores políticos es peligroso para una región que aún tiene cicatrices por las dictaduras militares.
Los acontecimientos de Bolivia encajan en el concepto de revolución callejera: los ciudadanos se volcaron a las calles para exigir la renuncia de un dirigente que se negaba a respetar los límites de su poder, y en algún momento involucró a instituciones fuertes de izquierda y de derecha.
La crisis económica y el estancamiento han provocado una ola de protestas ciudadanas y una demanda de más transparencia y un estado de bienestar eficiente en toda la región.
Bolivia se ha convertido este domingo en un símbolo. La renuncia de Evo Morales es el síntoma del agotamiento de un modelo que había generado una fuerte contestación social y al mismo tiempo la preocupante demostración de que el poder en América Latina depende aún hoy de las Fuerzas Armadas.
Las protestas actuales surgen en un contexto de desaceleración o crisis económica. América Latina salió prácticamente indemne de la crisis global de 2008, pero ahora resulta la región más golpeada. El Fondo Monetario Internacional esta en el centro de mira de casi todas las manifestaciones.
La corrupción no es un fenómeno fácil de delimitar ni de medir. Es, por naturaleza, un hecho oculto. Pero también ampliamente percibido por la sociedad. Al menos así lo afirman más de la mitad de los latinoamericanos, que consideran que la mayoría o todos sus principales políticos son corruptos.
En México existe una expresión para denominar a la persona que toma las decisiones, sin la que no suele ser posible dar un paso, aquel que puede revertir cualquier avance. El mero mero es la persona clave. En cualquier sector, pero mucho más si se trata del mero mero mexicano, el presidente.
Las inquietudes de los intelectuales mexicanos con su nuevo Gobierno me parecen justificadas. El pasado de López Obrador y sus campañas políticas delatan a un dirigente impregnado de populismo que no se ha cuidado de disimular desde que está en el poder.
La ausencia de información y la falta de credibilidad en los diferentes actores implicados dejan al ciudadano común sin posibilidades de acercarse a la verdad. Más que datos ciertos, solo abundan las especulaciones. Como si, más que analizar la realidad, solo fuera posible imaginarla.
Solo en México. No pasa en ningún otro país del mundo que un presidente dé una conferencia de prensa todos los días (con excepción de sábados y domingos). Ahí —a las siete de la mañana y en lo que los mexicanos llaman la Mañanera— Andrés Manuel López Obrador marca la agenda de su joven gobierno.
No es sencillo saber dónde está la verdad en medio de tanta desinformación. Es seguro que Venezuela padece una grave crisis económica, solo superada por Siria y Yemen, ambos destrozados por guerras en las que no somos inocentes.
Justo cuando se acerca un momento decisivo en la crisis de Venezuela, el presidente estadounidense tensó más la situación el lunes 18 de febrero. En un discurso, Donald Trump lanzó una advertencia al ejército venezolano: abandonan al presidente venezolano Nicolás Maduro o lo “pierden todo”.
En 1961, Estados Unidos enfrentó lo que para los conservadores fue una amenaza mortal: llamados para la creación de un programa nacional de seguro médico con cobertura para los adultos mayores.
Una vez superada la emergencia humanitaria y las decenas de obstáculos complejos requeridos para erradicar al Estado criminal del chavismo, conviene alertar prontamente sobre las organizaciones políticas que vendrán a frenar la fuerza de cambio liberal que ya es nítida.
Conforme la crisis venezolana empeora, casi todos los países que respaldan a Juan Guaidó como presidente encargado de Venezuela están de acuerdo con que la renuncia de Nicolás Maduro es el primer paso para cualquier tipo de negociación.