“Este es realmente un virus infeccioso. En verdad necesitas combinar buenas medidas de salud pública, chequeos de temperatura, uso de mascarillas, distanciamiento social, lavado de manos... y exámenes integrales” para impedir una propagación, agregó.
Más temprano, el subdirector de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Jarbas Barbosa, dijo que los casos de coronavirus siguen creciendo a un ritmo “vertiginoso” en América, luego de que la semana pasada se alcanzó un promedio de 150,000 contagios diarios en la región.
Estados Unidos ha registrado en los últimos días los peores datos de casos de toda la pandemia y marca en este balance su nuevo récord diario, con 136.325 contagios en 24 horas, con lo que contabiliza 10,25 millones en términos globales.
Según el Ministerio de Salud, en las últimas 24 horas ha habido 32.961 nuevos positivos entre los más de 225,000 test efectuados en todo el país, lo que supone una tasa de contagio del 14,61 por ciento, un dato inferior al del martes, cuando hubo 35.098 casos por casi 217,800 pruebas diagnósticas.
Suecia, que ha optado por mantener abiertas algunas partes de su economía, levantó en septiembre una restricción nacional a las visitas a asilos de ancianos, señalando que ya había menos necesidad de emitir una orden de restricción para el ingreso a dichos lugares.
A pesar de ello, aseguró el funcionario, la situación difiere en cada uno de los países del continente, el más golpeado por la pandemia en el mundo, y hay algunos que están experimentando una disminución “constante” de los casos de COVID-19, la enfermedad causada por el coronavirus.
Fernández y el ministro de Relaciones Exteriores, Felipe Solá; el ministro del Interior, Eduardo De Pedro, y la ministra de las Mujeres, Géneros y Diversidad, Elizabeth Gómez Alcorta, son algunos de los funcionarios que aguardan el resultado de sus respectivos hisopados, explicó el comunicado.
“Cada muerte es una tragedia y lloramos a todos los que se han ido”, señaló Johnson, quien ha ordenado que Inglaterra quede inmersa en fuertes medidas de confinamiento por un mes, en medio de las preocupaciones de que una segunda ola de infecciones pueda abrumar al servicio de salud.
“Esta es nuestra ÚLTIMA oportunidad de detener una segunda ola”, tuiteó el miércoles el alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, al anunciar que la tasa promedio de siete días de pruebas positivas de coronavirus en toda la ciudad había alcanzado el 2,52%.
Más de 300,000 personas han muerto por COVID-19 en toda Europa, según un recuento de Reuters el martes, y las autoridades temen que los decesos y las infecciones sigan aumentando a medida que la región se acerca al invierno a pesar de las esperanzas de una nueva vacuna.
Texas registró 10.865 casos confirmados del virus el martes, imponiendo un nuevo récord. El estado, bajo el gobierno del republicano Greg Abbott, reportó el martes 6.170 personas hospitalizadas con coronavirus y 94 muertes nuevas, de acuerdo con el Departamento de Servicios de Salud estatal.
Durante el último mes, Bélgica ha tomado medidas cada vez más estrictas para contener el virus. El cierre de bares y restaurantes se reforzó con un confinamiento parcial que comenzó la semana pasada y puso más restricciones a las reuniones y obligó a cerrar los negocios no esenciales.
La medida generó críticas de expertos que aseguraron que se necesitaban los datos de decenas de miles de personas para garantizar la inocuidad y efectividad de la vacuna antes de su distribución masiva.
El regulador de salud de Brasil autorizó el miércoles la reanudación de ensayos clínicos a gran escala de una posible vacuna contra el coronavirus desarrollada por una empresa china casi dos días después de suspender las pruebas.
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Aunque un voluntario del ensayo murió, la situación no tuvo nada que ver con la vacuna, dijo Jean Gorinchteyn, secretario de Salud del estado de Sao Paulo. “Tuvimos un evento externo que llevó a que se notificara al regulador (...) “Esta vacuna es segura”, agregó.
“Ahora todo es la pandemia. Lo siento por los muertos, lo siento. Todos vamos a morir un día, aquí todos moriremos algún día (...) De nada sirve huir de esto, de la realidad. Tenemos que dejar de ser un país de maricones”, dijo el mandatario en una ceremonia en el Palacio del Planalto.
Especialistas en salud mental que no han estado directamente involucrados en el estudio dijeron que estos hallazgos se suman a la creciente evidencia de que la COVID-19 puede afectar el cerebro y la mente, aumentando el riesgo de una serie de enfermedades psiquiátricas.
