CALAMIDADES
Los límites de los autócratas: no se puede arrestar a un virus
Los líderes autoritarios del mundo están recurriendo a sus estrategias habituales para proyectar control. La jugada es arriesgada en una crisis tan caótica.
Los líderes autoritarios del mundo están recurriendo a sus estrategias habituales para proyectar control. La jugada es arriesgada en una crisis tan caótica.
El esfuerzo por afrontar la crisis del Covid-19 en Venezuela es inseparable de la lucha en contra de la dictadura. No son, como intenta promover el régimen, ámbitos que puedan resolverse separadamente.
El mes pasado, Susan Houghtelling, gerente de suministros hospitalarios en el norte de Nueva York, enfrentaba una escasez de artículos médicos cuando, de pronto, su buzón de entrada se llenó de ofertas.
La pandemia de coronavirus ha sumido al mundo en un territorio inexplorado y dejado a la gente con un sentimiento de indefensión ante una amenaza de duración desconocida que podría infectar a cualquiera.
Muchos países europeos han cerrado ciudades de distintas maneras para contener la epidemia, pero destaca Igualada, una localidad industrial 48 kilómetros al noroeste de Barcelona. Aun cuando España ha impuesto un cierre a nivel nacional, ha separado a Igualada del resto del país.
Al principio fue el virus. Coronavirus. En menos de dos meses después de la primera muerte, cruzó el mundo a bordo de nuestros cuerpos que vuelan en aviones. Se ha vuelto omnipresente en el planeta, pero tan invisible como ciertos dioses para los ojos humanos.
El temor a una recesión en Alemania y la parálisis en Estados Unidos lastraban las bolsas este lunes, mientras cuatro de cada diez habitantes del planeta debían enclaustrarse con la esperanza de doblegar la progresión de la pandemia COVID-19.
Quizá su temor sea exagerado, pero conviene recordar que los miedos de los demás siempre parecen más irracionales que los nuestros. Puede ser un mecanismo de defensa: nos da miedo el miedo de los otros por si pudiera convertirse en el nuestro.
Según una investigación, solo una pequeña minoría de personas entra en pánico cuando se siente bajo amenaza. Son muchos más los que no la toman suficientemente en serio.
García Luna vive preso en Estados Unidos desde diciembre y a la espera de su próxima vista judicial, agendada previamente a la crisis del coronavirus para el 2 de marzo.
Hace un mes Roma, Milán, Florencia, Nápoles o Bérgamo derrochaban vida. Todo marchaba con normalidad, y el país, de hecho, se preparaba para celebrar el quinto aniversario de la muerte de su gran pintor, Rafael. Italia miraba con preocupación a China, epicentro de la pandemia, pero con la...
Cuando los Beatles lanzaron su canción Love Me Do, el sarampión provocaba epidemias que mataban a unos dos millones de personas al año. Poco después, ya en 1963, llegó la primera vacuna contra la enfermedad. Era y es la peor pesadilla para un epidemiólogo: un virus grave que se propaga por el aire.
América Latina es la región con la mayor frecuencia de crisis económicas. Si bien factores externos juegan siempre algún papel, las fallas de política económica internas tienden a ser sus causas principales. Este no es el caso con la crisis que se avecina como consecuencia del impacto económico...
En cuestión de días, millones de estadounidenses han visto como sus vidas daban un vuelco por las medidas para frenar la propagación del nuevo coronavirus. Calles normalmente bulliciosas están desiertas y las familias se atrincheran en sus casas.
El distanciamiento social puede calificarse como un oxímoron en Italia, en donde caminar del brazo con amigos, saludar de beso a vecinos y tocar la cabeza de bebés son parte de la expresiva cultura.
En la tragedia global de la pandemia del coronavirus, que amedrenta y mata, existe un drama añadido. Es quizás su rostro más sombrío, su cara más cruel, porque nos despoja de la compasión que es el corazón de la convivencia.
La llegada del coronavirus puso a la vista la situación nacional. Ha sido el diagnóstico de donde nos encontramos y qué debemos esperar en el porvenir. La epidemia mundial, reconocida por gobiernos nacionales.
No, no es que la realidad supere a la ficción. Es que la realidad no suele ser elegante ni estilosa y, por decirlo en el argot del boxeo, le gusta pegarnos debajo del cinturón en vez de lanzar derechazos vistosos. La realidad se nos manifiesta de un modo crudo, feroz, que nos impacta a todos.
A medida que el coronavirus comenzó a extenderse, Pekín desperdició el recurso más importante para combatirlo: la confianza. Xi Jinping afronta ahora una crisis existencial.
Las escuelas cerraron en buena parte de Europa. Se cancelaron o prohibieron concentraciones desde California hasta Alemania. Y el coronavirus impactó directamente los centros de poder de todo el mundo el jueves, cuando políticos de Canadá, Brasil, España y otros países resultaron positivo al virus.