TESTIMONIOS
Cristo y la historia
Porque el historiador cristiano, si lo es realmente, no puede dejar a un lado su convicción de que la Muerte y Resurrección de Cristo han cambiado la historia y han otorgado a todo lo humano una meta definitiva.
Porque el historiador cristiano, si lo es realmente, no puede dejar a un lado su convicción de que la Muerte y Resurrección de Cristo han cambiado la historia y han otorgado a todo lo humano una meta definitiva.
Honramos el Santísimo Nombre de Jesús no porque creamos que existe un poder intrínseco escondido en las letras que lo componen, sino porque el nombre de Jesús nos recuerda todas las bendiciones que recibimos a través de Nuestro Santo Redentor. Honramos también su Santísima Cruz.
«He ahí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Éste es por quien yo dije: ‘Detrás de mí viene un hombre, que se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo’. Y yo no le conocía, pero he venido a bautizar en agua para que él sea manifestado a Israel».
Basilio nació en Cesarea, la capital de Capadocia, en el Asia Menor, a mediados del año 329. Por parte de padre y de madre, descendía de familias cristianas que habían sufrido persecuciones y, entre sus nueve hermanos, figuraron San Gregorio de Nicea, Santa Macrina la Joven y San Pedro de Sebaste.
De pronto la estrella que habían visto surgir, comenzó a guiarlos, hasta que se detuvo encima de donde estaba el niño. Al ver de nuevo la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa y vieron al niño con María, su madre, y postrándose, lo adoraron.
Es el mejor de los comienzos posibles para el santoral. Abrir el año con la solemnidad de la Maternidad divina de María es el mejor principio como es también el mejor colofón. Ella está a la cabeza de todos los santos, es la mayor, la llena de Gracia por la bondad, sabiduría, amor y poder de Dios.
Esta noche, cuando hayas terminado de leerlo… si te dan ganas de besarlo, bésalo. Si te dan ganas de llorar, llora fuerte sobre tu libro viejo, pero sobre todo… reza sobre tu libro viejo. Tómalo entre tus manos, levántalo hacia el cielo y dile a Dios sólo dos palabras: “gracias” y “perdón”.
San Silvestre I, papa, que piadosamente rigió la Iglesia durante muchos años, período en el cual el emperador Constantino Augusto construyó basílicas venerables, y el Concilio de Nicea aclamó a Cristo como Hijo de Dios. En este día su cuerpo fue enterrado en Roma, en el cementerio de Priscila.
En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio con Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe. En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres, y la luz brilla en las tinieblas.
"Es cuando estamos juntos que el Espíritu de Dios sopla de manera especial", continúa el texto, recordando el camino sinodal emprendido por la Iglesia para buscar "hacerse más disponible a la obra del Espíritu" y en la conciencia de lo mucho que los discípulos de Cristo "se necesitan unos a otros".
Si pensamos bien, si rompemos con prejuicios engañosos, podremos alcanzar buenas conclusiones y vivir con más cautela, para no caer en las redes de embaucadores que anuncian profecías falsas, y para no dejarse arrastrar por ideólogos que buscan cualquier ocasión para llevar agua a su molino.
Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad avanzada; después de casarse había vivido siete años con su marido, y permaneció viuda hasta los ochenta y cuatro años; no se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día en ayunos y oraciones.
Dios es el Santo, y es fuente de toda santidad. Cuando recordamos a los diferentes santos del calendario, y a los que todavía no están en las “listas oficiales” pero ya gozan del cielo, alabamos a Dios, que es bueno, que perdona, que rescata, y que nos ha santificado en su Hijo.
“Santo Tomás Becket fue el defensor del clero frente a las injerencias del poder civil encarnado por el monarca inglés Enrique II, del que fue su canciller y amigo, este arzobispo fue decapitado en el interior de la catedral donde se hallaba orando”
«Éste está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción -¡y a ti misma una espada te atravesará el alma!- a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones».
Desde un punto de vista divino, el panorama es diferente. Para el Verbo de Dios el tiempo no existe; por su conocimiento pleno y concomitante, Él contempla la multiplicidad de criaturas y la variedad de eventos en una sola mirada, que lo abarca todo de manera inmediata y absoluta.
En su ensayo Elogio de la lentitud, dice Owe Wikström, profesor de psicología de la Universidad de Uppsala, Suecia, que quien es paciente pasa hoy por ineficiente, desinteresado y lento, mientras que lo rápido se asocia con agilidad y efectividad, y hasta se le cree una virtud.
Niños que fueron ejecutados en Belén de Judea por el impío rey Herodes, para que pereciera con ellos el niño Jesús, a quien habían adorado los Magos. Fueron honrados como mártires desde los primeros siglos de la Iglesia, primicia de todos los que habían de derramar su sangre por Dios y el Cordero.
Como consecuencia de todo ello, sentimos que el espíritu empieza a perder entusiasmo por Dios y nos encontramos cada vez más con un vacío que nos angustia y llena de culpabilidad. Es como si mascáramos el fracaso de una vida que, a medida que avanza, se siente más vacía.
Casi todos nosotros viviremos nuestras vidas en callada oscuridad, en áreas rurales, en pequeñas ciudades y en los parajes desconocidas de nuestras ciudades, mirando los grandes eventos de nuestro mundo desde fuera y viendo siempre a algún otro, además de nosotros, tan importante.