Reportajes
El viaje a esquiar que contagió a miembros de la élite mexicana
La historia del coronavirus se escribe en los hospitales de medio mundo, convertidos en zonas de guerra, pero también en fiestas y elegantes estaciones de esquí.
La historia del coronavirus se escribe en los hospitales de medio mundo, convertidos en zonas de guerra, pero también en fiestas y elegantes estaciones de esquí.
Una popular frase en Venezuela dice que hay que llevar la arepa a la mesa cada día o, lo que es lo mismo, ganarse el pan diario. Pero con una cuarentena vigente desde el 17 de marzo para frenar al coronavirus en un país donde el ahorro fue triturado por la hiperinflación, a algunos venezolanos...
En El Salvador, el número de homicidios se redujo casi a la mitad entre febrero y marzo. Su vecina Honduras también ha registrado una disminución en los asesinatos en las últimas semanas, así como Colombia y el estado más poblado de México.
En todo el continente americano, las enfermedades traídas por forasteros acabaron o devastaron muchas naciones nativas, y este legado está marcado en la memoria colectiva. En décadas recientes, enfermedades como el sarampión y la gripe porcina han causado estragos en algunas comunidades.
Muchos trabajadores en la región no tienen contratos ni prestaciones y viven al día. Esta fuerza laboral de millones es particularmente vulnerable a los impactos del coronavirus.
La llegada de la pandemia del coronavirus enfrenta a América Latina a sus peores fantasmas. El impacto aún es relativo, en comparación con Europa o Asia, pero la secuencia es tan similar y el anuncio de la llegada del asteroide tan estruendoso, que casi todos los Gobiernos ya se han puesto...
Fronteras cerradas, confinamiento general, la economía al borde de un abismo y una gran incertidumbre mundial. La pandemia del nuevo coronavirus, que ya ha dejado más de 7,000 muertos, sigue avanzando inexorablemente y paralizando la vida de millones de personas.
Desde que el presidente Nicolás Maduro fundó la Fuerza de Acción Especial de la Policía Nacional de Venezuela hace dos años y medio, el escuadrón se ha ganado una reputación temible en los barrios pobres de Venezuela.
Los pasajeros los miraban con asombro. Leo Ramírez, Sebastien Ricci y Héctor Retamal habían tomado el último avión, o casi el último, hacia un destino del que probablemente todos querían huir: Wuhan, el epicentro de un peligroso virus en la provincia china de Hubei.
Mientras bailaban con la música de un DJ y bebían cócteles en la terraza abierta de un bar junto a la montaña, unos adolescentes de escuelas privadas que usaban zapatillas deportivas Prada y bolsos de Chanel miraban hacia las barriadas de Caracas, la capital de Venezuela.
Nuestro cerebro percibe mejor los riesgos si los define de manera dramática. Necesitamos un personaje (la enfermedad) y un cambio drástico en el transcurso de los acontecimientos (la rutina diaria) para ponernos alerta. Pero la enfermedad raras veces se comporta conforme a este guión.
Desde su palacio en Caracas, el presidente Nicolás Maduro proyecta una imagen de fortaleza. Su control sobre el poder parece seguro. Los habitantes tienen un suministro regular de electricidad y de gasolina. Las tiendas están repletas de productos importados.
La última vez que alguien en la familia de Nerio García oyó su voz fue en una llamada telefónica desde una cárcel en las afueras de Maracaibo, la segunda mayor ciudad de Venezuela. García llamó con un celular prestado, pidiéndole ayuda a su hermano.
Visitar Venezuela hoy en día es atestiguar la forma en que un mal gobierno puede aniquilar un país. Los años que han pasado bajo un gobierno corrupto, incompetente y autocrático han hecho que los venezolanos ahora padezcan hambre y que los niños mueran por falta de atención médica básica.
Pese a que el presidente Donald Trump, ha apostado gran parte de su mandato a frenar la llegada de inmigrantes ilegales que atraviesan por la frontera sur, la ruta indirecta de la familia Oh para residir en Estados Unidos es una de las formas de inmigrar a ese país de las que menos se habla.
“Oremos por los niños que están en las calles y no pueden ir al colegio”, dijo el obispo Jorge Quintero, dirigiéndose al liceo Augusto D’Aubeterre en el pueblo playero de Boca de Uchire, una sofocante mañana de octubre. “Son muchos”.
Después de decidir que era el momento de abandonar su país devastado por la crisis, Yenika Calderón extendió todas sus posesiones en una mesa de un mercado de segunda mano en la capital venezolana con la esperanza de sacar suficiente dinero para ofrecerle a su joven familia una nueva vida lejos.
En la ciudad venezolana de Maracaibo, un grupo de empresarios ha conseguido aumentar la producción de camarones, pero pocos de esos mariscos se sirven en las mesas de la nación petrolera que sufre una inédita crisis alimentaria.
Miriam Echenique prepara con sus vecinos jugo para hidratar a una treintena de jugadores en silla de ruedas que se alistan para un partido de baloncesto. Con espíritu deportivo y solidario, renuevan esperanzas frente a la crisis venezolana.
Transporte automatizado, tiendas subterráneas, bicisendas con calefacción y grupos de civiles organizados para vigilar las calles: no es el escenario de una novela distópica sino la ciudad donde podrías estar viviendo dentro de poco.