Del Dicho al Hecho

Estas no son unas elecciones normales. Los votantes estadounidenses deben saberlo.

2022-11-07

Mientras tanto, si el republicano Doug Mastriano llegara a ganar la gubernatura de Pensilvania,...

Editorial, The Washington Post

Las elecciones intermedias o de medio mandato en Estados Unidos ya son mañana martes y los votantes parecieran no poder ponerse de acuerdo en nada, excepto en que no pueden ponerse de acuerdo. Una nueva encuesta de The Washington Post muestra que a los estadounidenses, casi de forma unánime, les preocupa que las fuertes divisiones políticas hayan incrementado el riesgo de violencia por motivos políticos. Casi nueve de cada 10 personas expresaron estar algo o muy preocupadas.

Las autoridades federales advirtieron la semana pasada que una amplia gama de objetivos potenciales, como oponentes ideológicos y trabajadores electorales, podrían estar en riesgo tras el proceso de votación, en especial si los candidatos perdedores alegan fraude electoral. En la víspera de las elecciones, los propios votantes han sido amenazados en lugares como el estado de Arizona, donde observadores con chalecos antibalas han estado monitoreando a las personas que depositan sus boletas en los buzones.

No hay necesidad de exagerar la amenaza. Hasta ahora, la votación anticipada general se ha realizado sin incidentes, y es imperativo que los estadounidenses no teman ir a las urnas. Eso requiere que los líderes en todos los niveles del gobierno garanticen que la votación y el conteo de votos se realicen sin problemas, y que los votantes reconozcan que estas elecciones son importantes, más que muchas otras en el pasado, y que se aseguren de participar.

Al decidir si votar y cómo hacerlo, los estadounidenses deben tener en mente los principios fundamentales, apoyar a los candidatos que estén comprometidos con el sistema democrático y la transferencia pacífica del poder, y oponerse a aquellos que han tratado de beneficiarse de las mentiras tóxicas sobre la integridad de las elecciones. De lo contrario, quienes alimentan sospechas infundadas y fomentan las divisiones podrían salir victoriosos. Esto alentaría a otros a emularlos. También le entregaría elementos críticos de la maquinaria democrática a figuras que niegan los resultados de las elecciones presidenciales de 2020, y que tienen en la mira a las elecciones de 2024.

Este tipo de candidatos han aparecido por todo el país. Un recuento de The Washington Post reveló que, en 10 estados, negacionistas electorales se están postulando para convertirse en los principales funcionarios electorales de sus estados, como Mark Finchem (republicano) de Arizona, Kristina Karamo (republicana) de Míchigan y Jim Marchant (republicano) de Nevada. De obtener el cargo, los negacionistas podrían dificultar el proceso de votación, fomentar dudas sobre la integridad del conteo, realizar auditorías de votos inspiradas en teorías conspirativas —como hizo el Senado de Arizona tras las elecciones de 2020— o incluso negarse a certificar los resultados electorales.

Mientras tanto, si el republicano Doug Mastriano llegara a ganar la gubernatura de Pensilvania, tendría un control sustancial sobre la votación en un estado clave. También están los candidatos republicanos al Senado como Don Bolduc de Nuevo Hampshire y Blake Masters de Arizona. Miembros de la Cámara de Representantes y del Senado tendrán que contar los votos electorales presidenciales en 2024; cuantos más negacionistas electorales sean elegidos, mayor será la probabilidad de que una mayoría partidista del Congreso pueda anular una votación presidencial legítima.

En total, un conteo de The Washington Post encontró a casi 300 negacionistas electorales postulándose para un cargo importante en 48 de los 50 estados.

En algunos casos, los demócratas ayudaron a los extremistas a ganar las primarias del Partido Republicano, pues estimaron de manera cínica que serían más fáciles de derrotar en las elecciones generales. Las encuestas muestran que esta táctica podría ser contraproducente, ya que los votantes preocupados por la inflación, la economía, la delincuencia y otros temas podrían considerar votar por los extremistas de igual manera. Exhibiendo una enorme miopía estratégica, los demócratas no han logrado construir una coalición “panideológica” para defender la democracia, como debieron haberlo hecho en el momento en que Donald Trump ganó la candidatura presidencial del Partido Republicano en 2016.

Sin embargo, en última instancia, depende de las y los votantes mantener el panorama general en mente. Lo que está en juego es más importante que el límite de la tasa impositiva marginal máxima, qué tipo de jueces podrían ser confirmados o incluso el tamaño del gobierno. Las dos últimas elecciones no han sido normales, y esta tampoco lo será



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