Cabalístico

“Jueces, Juicios y Sentencias”

2023-01-25

El papel de los padres en el hogar es primordial dentro de la educación de los hijos.

José Manuel Rodríguez Solar

“El que esté libre de pecado que arroje la primera piedra”

Los medios de comunicación tienen que ver mucho en el deterioro moral de la sociedad y en el olvido de Dios. Le damos más atención y tiempo a la televisión, menos a Él. No pueden negar que el neoliberalismo traspaso las normas y reglas morales de la sociedad y en sus contenidos muestran conductas indecentes que están prohibidas hasta constitucionalmente; que atentan contra la moral y las buenas costumbres como lo señala la Constitución: “la libertad de expresión no tiene más límites que el respeto a la vida privada, a la moral y a la paz pública”.

¿Acaso algunos o muchos de los programas que vemos en la pantalla chica se apegan a esta disposición legal?

¿Estarían acaso los medios televisivos al margen del juicio que hacen sobre todas las noticias que transmiten en sus medios, maquilladas y tendenciosas? en las que no solo informan, sino que juzgan con criterio propio, criticando y juzgando tendenciosamente o induciendo a que opinemos conforme a su criterio,

Muchos de los programas que trasmiten muestran imágenes y escenas que no son propias para mostrar a la niñez y a los jóvenes, menos pasarlas en horarios matutinos y en días feriados como llegan a verse. Entre más sexo, violencia, drogas y alcohol que difunden en sus programas, mayor la audiencia que es lo que les importa. Así pues, aparecen cuerpos femeninos y masculinos desnudos para sugestionar y excitar el apetito sexual, con escenas eróticas ex profesas con este fin. Buscan el alto “rating” y anteponen los principios morales por sus intereses económicos. Lejos están de darle el uso positivo y constructivo que los medios de comunicación deberían considerar con otra clase de contenidos.

Un artículo publicado por la Academia Americana de Psiquiatría de la Niñez y Adolescencia nos dice que: “Los niños y la violencia en la televisión”, determina que, “las conductas no deseables tienen su origen o causas en: la violencia del medio en el que viven y se desarrollan cuando niños, la violencia doméstica familiar (psicológica, física, sexual o por negligencia) que sufren desde edades muy tempranas y la exposición a los medios de comunicación masiva y sobre todo la televisión que les ofrece como producto de consumo diario, las más variadas formas de violencia psicológica, física, sexual, auto infligida o contra terceros y sus propiedades. Es sobre esta exposición indiscriminada a la que se expone a los niños de todas las clases sociales y sus efectos están de manifiesto en el recuento de los sucesos que diariamente conocemos”.

“Muchos niños pasan un promedio de 3-4 horas diarias viendo televisión, o tal vez más, lo que puede ser una influencia muy poderosa en el desarrollo del sistema de valores, en la formación del carácter y en la conducta. Lamentablemente muchos de los programas de televisión contienen un alto grado de violencia. Los psiquiatras de niños y adolescentes que han estudiado los efectos de la violencia en la televisión han encontrado que éstos pueden: imitar la violencia que observan en la televisión, Identificarse con ciertos tipos, caracteres, víctimas y/o victimarios; tornarse “inmunes” al horror de la violencia; y gradualmente aceptar la violencia como manera de resolver problemas. Se ha señalado que la televisión promueve a los niños y adolescentes a los excesos: o a creer que la vida es una película de terror o a pensar que la vida es un sueño donde todo lo bueno ocurre. No es pues ni una cosa, ni la otra cosa”.

Fuerza de voluntad contra tentaciones

El influjo y la atracción por la televisión son espejismos subliminales. Los niños comienzan viendo caricaturas y terminan viendo películas o escenas pornográficas. La pornografía es el principio del camino que lleva a la pedofilia, la homosexualidad, pederastia, violaciones y demás depravaciones, perversiones, o vicios propios de la lujuria. La mayor parte de estos desvíos se enseñan y aprenden en la televisión y tal parece que ésta es la función “cultural” que cumple los medios de comunicación, sin contar otras más de las deformaciones que proyecta. Últimamente, se les ha señalado como causante del mayor riesgo a la salud: la obesidad y el sedentarismo.

Por si fuera poco, esto afirman médicos cardiólogos británicos: “La televisión no aporta beneficios para la salud y consume tiempo que podría emplearse más saludablemente. Es irónico que los televisores sean cada vez más delgados, mientras nosotros engordamos”. Se sabía que mirar demasiada televisión puede causar diversos perjuicios, sobre todo entre los niños y adolescente que pasan mucho tiempo delante del televisor, restando horas al estudio, al descanso y al ejercicio físico, y alimentándose de manera inadecuada, mientras observan absortos “la tele”. Distintos estudios indican que pasar demasiadas horas ante la pequeña pantalla, en la niñez y juventud, puede favorecer el sedentarismo, interferir el desarrollo lingüístico, mermar la capacidad de atención y aumentar algunos riesgos para la salud.

Cuántos padres no hay que hacen a un lado la convivencia con sus hijos por estar viendo la televisión en lugar de prestarles atención e interesarse en ellos, como era antes de que existiera este invento. También, los hijos no prestan atención a sus padres por esta costumbre televisiva casi hecha una tradición. Cada uno tiene su afición, ya sean telenovelas, futbol o caricaturas. El tiempo que le dedicamos a la televisión, o al internet, es más que lo que convivimos familiarmente en el hogar. Hay excepciones, pero estamos hablando de la generalidad, de lo que dicen las encuestas y la estadística. Por tal razón, si no hay tiempo para la familia menos tiempo hay para Dios. Hay quien no sabe todavía que ha perdido la tercera parte de su vida por estar viendo televisión. Todo el día andamos en la calle, en el trabajo y las escasas horas en el hogar se las dispensamos a la tele, antes que a la familia.

El papel de los padres en el hogar es primordial dentro de la educación de los hijos. ¿Qué tan lejos estamos de nuestros hijos para no darnos cuenta oportunamente de las deformaciones, desvíos o conductas extrañas que manifiestan, sobre todo a temprana edad? En el vínculo familiar es donde se siembra la semilla del fruto que darán los hijos. No podemos delegar o traspasar la tarea de la educación y la formación moral a las guarderías, nanas, escuelas o maestros, y mucho menos a la televisión. Nadie tiene porque tener más interés en los hijos que los padres, sobre todo para percatarse de la conducta que manifiestan. Debemos saber con quién andan o quiénes son sus amigos, ¿cuáles son sus aficiones televisivas? Esta es labor y tarea de padres, enseñarles y a distinguir el bien y el mal, lo bueno de lo malo, a educarlos con el ejemplo y ganarse su confianza para saber les sucede, para auxiliarlos oportunamente. Hay que prevenir sino queremos lamentar. Muchas tragedias pudieron evitarse si hubiera habido atención y preocupación de los padres por sus hijos. De tal palo, tal astilla. Ningún árbol bueno pude dar frutos malos, ningún árbol malo dará frutos buenos. De los padres dependen los que son o serán los hijos.

El tiempo que desperdiciamos no se recupera jamás

Podrá faltar una Biblia en casa, pero nunca una televisión, y menos habrá tiempo para leerla porque simplemente no nos queda. Si supieran lo que hay en ella seguramente se interesarían en leerla, pero muchos ni eso saben. Y los que lo saben no la leen porque son convencionalistas y saben que allí encontrarán tal vez la reprimenda que no quieren escuchar sobre su conducta. Sabrían que allí está la bola de cristal que nos muestra el futuro, la vida después de la muerte, que no deja nunca de ser una inquietud con la que vivimos todo el tiempo. Comprenderían también que es el libro de la sabiduría. Allí no hay nada de ciencia ficción ni es una novela. Es real, es verdad, es actual. Es bien dicho, el libro de Dios donde está su palabra. Bastaría solamente para introducirse en el contenido de la Biblia que leyeran el libro de “El Eclesiastés” y encontrarían en él la carta de un padre amoroso instruyendo a su hijo sobre lo que va a encontrar en su vida y como enfrentarla. Es también una llamada de atención oportuna para todos, sin distinción de clases ni creencias religiosas para aprender algo de la vida. Si lo hubiéramos leído antes, muchos disgustos o fracasos nos hubiéramos evitado. Muchos en la mayoría de edad, al descubrirla o abrirla, terminan diciendo; si yo hubiera sabido esto antes, no hubiera hecho lo que hice. La Biblia es la palabra incuestionable de Dios.

Las influencias malignas permanecerán siempre como una enfermedad, pero el contagio es el que si podemos evitar. El caso de China es el más relevante ejemplo hablando sobre internet y la censura en este medio. Los departamentos de propaganda del gobierno y el Partido Comunista de China han ordenado a los medios de comunicación nacionales, a través de varios oficios enviados a las redacciones, una menor cobertura de la alarmante ola de ataques a escuelas y guarderías chinas. Google es un caso histórico, que tuvo que salir del ciberespacio chino por no ajustarse a las restricciones del gobierno. Esto nos sirve de ejemplo para saber que si se puede restringir a los medios y sus contenidos cuando son dañinos o perjudiciales a la salud moral o de la sociedad. Ojalá que nuestras autoridades pensaran como chinos y que usarán también la contra tecnología para restringir lo que no debe verse por razones de moralidad y civilidad.

Tomando en cuenta estas consideraciones bien valdría la pena que la sociedad las reflexionara y considerara para que de ellas naciera la exigencia de regular los medios televisivos y cualquier otro, incluyendo a los anunciantes-patrocinadores, que lejos de construir valores morales los destruyen; que en lugar de servir para prevenir y evitar la delincuencia, la fomenta y hasta hacen una apología de los delitos, que en muchos sentidos se convierten en universidades de la perversión y de la delincuencia. El gran problema mundial: la violencia y la delincuencia.

¡Ama y haz lo que quieras!

En cuanto el papel de los anunciantes, los que patrocinan la televisión, es inaudito ver la lógica de persuasión de sus anuncios, en especial podemos referir la de los “anticonceptivos” promoviendo la infidelidad, ofreciendo la fórmula para no infectarse con el sexo ajeno. ¿Qué pareja podría contagiarse de una enfermedad venérea si ambos son fieles a ellos mismos? La mejor prevención contra el Sida es, sin lugar a duda, la fidelidad. Que nadie diga que la “infidelidad” matrimonial es “moralmente” aceptable y sana o el sexo a ciegas como pasatiempo, bajo la perspectiva moral y sin la carencia de la fe cristiana. Y si la vemos desde el aspecto físico, las enfermedades que causa este libertinaje lo dicen todo. Finalmente, se promueve la infidelidad y no la fidelidad que conlleva el amor, “origen natural” de la relación sexual: la entrega a la persona amada, no por diversión o una distracción más, sino por amor.

Tal vez esos valores se hayan perdido, pero antes eran fundamentales. El sexo debería verse como es, como un acto de amor, no un juego ni diversión motivo de perversión. Esta es la moralidad que predican evangelizadores a sus feligreses, concibiendo que cualquiera de sus miembros manifieste con su conducta lo contrario, traicionando los valores morales heredados de Jesucristo.

Entiéndase por amor su significado correcto, no hablamos del enamoramiento o apasionamiento. San Agustín lo expresó profundamente en esta frase: “Ama y haz lo que quieras”. Nadie que ame puede hacer mal. Ahora, pues, son válidas la fe, la esperanza y el amor; las tres, pero la mayor de estas tres es el amor (Corintios 1:13).



JMRS