Muy Oportuno

No todo lo que brilla es oro

2023-08-31

Infinidad de parejas, apoyan incondicionalmente, hasta el extremo, a su cónyuge. Pero al...

Por: Francisco Mario Morales 

No todo lo que aparenta, o lo que se ve desde el exterior es la realidad. No todo lo que por fuera se ve bien así es en verdad por dentro.

¡Nadie! Puede juzgar, criticar o afirmar lo que no conoce. Nadie sabe lo que en verdad sucede al interior de una casa, de un hogar, de una familia y de la vida en pareja. Pueden ser múltiples causas justificadas o injustificadas lo que lleva a una separación. La familia, la sobre protección, mamitis, traumas y complejos. La injerencia permanente de terceras personas en la vida y decisiones de pareja, etc. Los únicos que tienen la versión original serán los afectados.

Un hogar, una familia, una pareja se sostiene en pie con el auxilio de Dios y con el esfuerzo en común de hombre y mujer ¡únicamente! Las terceras personas que aparecen cuando existe un conflicto, deben evitar involucrarse y victimizar o culpabilizar a ninguno de los cónyuges sin tener un verdadero conocimiento de causa, cuando esto se llegue a presentar.

La balanza (derechos y deberes) del matrimonio, es muy delicada, fácil de estropear, romper o deteriorar, es muy sensible y capaz de percibir sensaciones a través de los sentidos o sentido moral. Toca las fibras más sensibles. Pero a la vez es muy exigente y requiere de atención y cortesía.

Para evitar situaciones dolorosas y desagradables, hay que estar siempre a la expectativa y corregir en su momento cualquier pequeña falla que de indicio de algo que puede traer mayores consecuencias en lo personal y familiar. Nunca hay que minimizar las señales. Hay que mantener siempre una relación sana y no dejar para mañana lo que se puede sanar ahora.

Infinidad de parejas, apoyan incondicionalmente, hasta el extremo, a su cónyuge. Pero al pasar del tiempo y no percibir ni el más mínimo cambio positivo, llega el cansancio y comienza a desmoronarse la imagen de la pareja.

El distanciamiento, la frialdad, la indiferencia y apatía, son indicadores de que algo anda mal y se debe dedicar la atención y tiempo necesario si es que se quiere superar lo que se empieza a fraguar y a la larga lleva a el rompimiento de toda relación. Los conflictos no se originan de la noche a la mañana. Cuando aparecen estrepitosamente es porque ya no era posible continuar así y hubo una gota que derramó el agua del vaso.

No dejemos de ser tolerantes y prudentes, ante todo. Hay que reconsiderar los errores personales, con humildad. Porque el orgullo, el afán de perfeccionismo y la soberbia nos pueden llevar a la irreflexión y a la destrucción de lo que nos tengamos que arrepentir y sin oportunidad de reivindicación.

No se puede pasar inadvertido a las personas (él o ella) que deciden abandonar todo para iniciar una nueva aventura en otra etapa de su vida, incitados por alguien que les ofreció lo que no tenían o les hacia falta. En este caso no hubo violencia, no hubo abusos, pero sí vacío, alejamiento, ausencia de detalles y muestras de afecto. La pareja se cansa de dar, de no vivir en equipo, reciprocidad, voluntad, entusiasmo y en total monotonía. Esto se destruye inevitablemente.

También consideremos a los esposos (as) que llevaron su matrimonio a su zona de confort y ya sólo tienen que sobre llevarse porque llegaron a la meta.

El matrimonio no es la meta…es el camino para caminarlo juntos. Pero en sentido de unidad, de compartir objetivos, de obtener logros, de vivir el uno para el otro, todo esto cada día se desvanece más y más. Porque nadie quiere hacer el menor esfuerzo por mantener la unión. Como pareja, cada uno quiere “vivir” su vida…a su manera. Los casados quieren vivir como solteros, porque se pensó que al casarse habría liberación de las reglas y normas del hogar paterno.

Camino al matrimonio y el matrimonio es camino. Alcanzar una meta deseada es algo maravilloso. Pero cuando ésta se logra, el ser humano satisface una aspiración y quiere siempre más, porque ninguna meta llena plenamente el ansia del corazón que tiene siempre una sed “ilimitada”, Si se hace del matrimonio una “meta”, una vez que se ha logrado, aparece el vacío, la inconsistencia del propósito siempre limitado. El ser humano quiere siempre “más”.

Descubrir en cambio, que el matrimonio es “camino”, significa que el objetivo final es mucho más alto, es la meta de la vida misma; capacitarse para tocar las cumbres en el desarrollo de la propia personalidad. Es perfeccionarse en el amor.

Cuando afirmamos que el Matrimonio es camino y no meta a la que nunca se “ha llegado”, sino que siempre se está “realizando”, que siempre se está caminando, que cada día se están “casando” y que cada día hay que despertar la “decisión de casarse”, de realizar juntos “el ideal de vida soñada” y nunca realizada plenamente. (1)

Lo que debemos cuidar en la balanza del matrimonio.

Para ambos esposos, las bases de un matrimonio sólido son:

Imaginemos una balanza (instrumento para pesar con equilibrio), el soporte central de la balanza es: el respeto, el amor, la fidelidad, la comunicación, la honestidad y la confianza. Estos valores permitirán siempre sostener toda la estructura. Los brazos (los estribos), en los platillos se colocarán siempre los derechos y deberes en forma equitativa para ambos, y una aguja central, marcará la igualdad. Ese balance honesto conservará la unión.

Exigir lo que no se da, indudablemente causará conflicto. Dos factores negativos en la relación de parejas, sin duda es:

Lucha de poder

Quién es más “importante”, quien tiene mayor autoridad, quien aporta más economía y eso le “da” mayores “derechos y libertades” (abusos y excesos), infidelidades, etc.

Soberbia

Por orgullo no querer reconocer las propias deficiencias. No tener el valor para pedir perdón

¿Por qué nos cuesta amar a los demás? Por el pecado, el egoísmo y la soberbia. Por el inmoderado y excesivo amor así mismo. Solamente se miran los intereses propios. La persona egoísta sólo utiliza a los demás para lograr sus ambiciones, trata a los demás como objetos desechables.

Debemos reflexionar, ver y aceptar donde está el mal y que debemos cambiar para bien personal, de la pareja y de todos los que nos rodean. Siempre hay que tener presente; que los enemigos del matrimonio, serán: la soberbia, el orgullo y el egoísmo.

Existen parejas, que independientemente de la edad, al dar por terminada su relación familiar, se creen con el “derecho” de “vivir” la vida y “disfrutar” la “libertad” y “gozar” lo que no vivieron en su juventud, volviéndose doblemente irresponsables, egoístas y soberbios, porque ahora buscarán la manera de desahogar su despecho y llenarse aún de más odio.

Concluyo ¡Qué hermosas frases! Para reflexionar: “Feliz y fácil no siempre van de la mano” como “Feliz y difícil” no son antónimos.



JMRS