Internacional - Política
Argentinos frustrados se arrojan a los brazos del novato ultraderechista Javier Milei
ALMUDENA CALATRAVA y NATACHA PISARENKO
SALTA Argentina (AP) — En la penumbra de la casilla de madera cubierta con lonas, las dos hermanas sostienen sendos platos con restos de comida, sentadas en un colchón que cubre gran parte del suelo de tierra. Su precario hogar está en un asentamiento poblado por decenas de personas sin recursos, a poca distancia de uno de los grandes basurales de la ciudad de Salta, en el extremo norte de Argentina.
Desde hace un mes, las niñas de seis y ocho años subsisten con sus padres en esa suerte de carpa de seis metros de longitud y escasa altura. Paola Aguirre, de 30 años y madre de las menores, contó a The Associated Press que tuvieron que construirla para tener un techo bajo el cual refugiarse luego de abandonar la habitación que alquilaban en la ciudad, porque su valor se fue por las nubes.
El desamparo que sufre la mujer de una de las provincias más pobres de Argentina, a unos 1,500 kilómetros del poder político en Buenos Aires, es similar al que padecen millones de compatriotas de otros distritos que, agobiados por la escalada de los precios, la pobreza o la inseguridad, han decidido depositar sus esperanzas en el economista de ultraderecha Javier Milei de cara a las elecciones presidenciales del 22 de octubre para lograr la ansiada mejoría.
Más de 37% de los salteños son pobres en un distrito rico en minerales y atractivos turísticos. Allí el peronismo o aliados provinciales gobiernan desde hace décadas y las ayudas estales para los necesitados resultan ahora insuficientes.
El libertario, de 52 años, es el favorito con su discurso de desprecio a la clase política tradicional y su promesa de pulverizar el alza de precios que ha empobrecido a los argentinos con cuestionadas propuestas como la dolarización de la economía y el cierre del Banco Central.
Son recetas que, sin muchas veces comprenderlas acabadamente, sus seguidores apoyan ansiosos de que la subida de precios se frene.
Pero políticos y economistas las cuestionan, advirtiendo que la dolarización es un paso “drástico” que podría ser muy doloroso o colapsar por falta de suficientes reservas de la divisa y de una “política macroeconómica sólida”.
“Queremos un cambio radical y que termine la inflación”, insistió Aguirre.
“No tenemos ni agua ni luz y estamos a la deriva. Por eso que estamos esperanzados con que se cumpla lo que promete”, subrayó la mujer, mientras abrazaba a sus hijas en medio del pequeño terreno que ocupó en las afueras de la capital salteña para instalar el refugio familiar.
A pocas cuadras, varios hombres rebuscaban lo que pudiera ser aprovechable en un basural a cierto abierto.
Aguirre representa la cara más triste de una Argentina donde 40,1% de la población es pobre, en gran parte por una inflación anual que ya va por el 138,3% sin terminar el año. Eso, junto a la precariedad laboral, la inseguridad y la corrupción, están arrojando a muchos a los brazos del líder de la Libertad Avanza, frustrados por la incapacidad de los políticos tradicionales de revertir la realidad que sí promete el controvertido economista.
Salta es donde Milei -que irrumpió en el mundo de la política hace tan solo dos años ganando una banca de diputado- logró el mayor apoyo, con casi 50% de votos, en las primarias abiertas y obligatorias de agosto en las que fueron elegidos los aspirantes a la presidencia de Argentina.
Sin apenas estructura política, ganó además a nivel nacional con cerca del 30% de respaldo popular, generando un terremoto.
El respaldo al ultraliberal se mantendría de cara a unos comicios en los que el peronismo se juega el poder, aunque las mediciones de intención de voto no le dan tanta ventaja como para evitar el balotaje de noviembre.
En un escenario de alta volatilidad, la mayoría de las encuestas señalan que tiene hasta un 34% de respaldo. Con unos dos puntos menos, le sigue Sergio Massa, ministro de Economía que no ha podido domar la inflación. Tercera está Patricia Bullrich, de la principal fuerza opositora y quien integró el gobierno de Mauricio Macri (2015-2019), criticado por haber sobreendeudado al país con el Fondo Monetario Internacional.
Milei sostiene que esas administraciones precipitaron la decadencia argentina y que el actual modelo económico “aniquiló tus ingresos, hizo que tus amigos y familiares se vayan a vivir afuera, te llevó a que tengas miedo de caminar por tu propio barrio”, mientras los dirigentes políticos “viven como monarcas”.
"¿Me van a achacar a mí el desastre? ¿Por qué no se hacen cargo de los problemas?”, subrayó el libertario durante una caravana proselitista en la capital salteña. Arremetió contra los que le acusan de haber precipitado una brusca depreciación del peso tras calificarlo de “excremento”.
Para goce de sus seguidores, el ultraderechista empuñó una motosierra con la que prometió cortar de cuajo la corrupción y el gasto público. Firmó enormes recreaciones de billetes de 100 dólares en los que estaba su rostro plasmado.
Los simpatizantes de Milei prefieren no prestar demasiada atención a sus polémicas propuestas económicas ni a otras como la eliminación de la educación sexual integral, la flexibilización del uso de armas, o el negacionismo del cambio climático por la acción del hombre.
Lo ven como un líder que aún no se ha manchado las manos con la gestión pública y simplemente desean que les asegure un horizonte de progreso.
“Existe este pensamiento mágico en la gente en torno a su propuesta política”, apuntó Jorge Arias, de la consultora Polilat. El analista se preguntó cómo hará el candidato populista para satisfacer las aspiraciones de un electorado frustrado y deseoso de un cambio mediante una dolarización que parece compleja, “salarios satisfactorios” y una agenda social que siga atendiendo a los millones de necesitados para evitar que estalle el conflicto.
Para los vecinos de la árida y ventosa localidad salteña de San Antonio de Los Cobres, situada a 3.776 metros de altura y cercana a Chile, Milei es capaz de concretar el bienestar que no termina de materializarse.
“Vos escuchás palabras, palabras: con el tiempo te cansás y lo que querés es acción”, afirmó Alejandrina Quispe, maestra en la pequeña localidad gobernada por el peronismo que es cabecera del departamento de Los Andes.
Este pueblo remoto y turístico, de población mayoritariamente indígena, se volcó a Milei dándole más de 60% de apoyo en las primarias, el más contundente en el país.
“Somos el departamento donde se saca el oro blanco, el litio. ¿Cómo puede ser que no tengamos desarrollo verdadero?, se lamentó Quispe. “Somos el pueblo más olvidado desde hace 40 años; miren nuestras calles, recién las están adoquinando. ¿Cómo puede ser que no tengamos un hospital de primera categoría?”.
Elías Agustín Rivero, quien trabaja en el restaurante de sus padres, se siente frustrado porque llegan menos turistas y las mineras de la zona no le contratan.
Tiene 21 años y apoyará al candidato de frondosa melena, largas patillas y que grita en los escenarios “¡Viva la libertad carajo!”. Lo ve “muy firme” para dar oportunidades laborales a los jóvenes.
Milei ya captó la atención de la juventud unos años atrás, cuando era un economista que en los debates televisivos y en las redes sociales arremetía contra la “casta política llena de privilegios”.
“El que no le presta atención te va a decir que está loco y no sirve, que no lo votemos... Nadie me va a hacer cambiar de opinión”, sentenció Rivero.
“Suena muy fácil decir ‘yo voto a Milei porque viene con la motosierra’, pero resulta muy difícil aceptar que los dientes de la motosierra toquen el borde de alguno de los derechos que siento que son míos”, acotó el analista Arias sobre el potencial recorte que llegaría de la mano del ultraderechista en un país donde existe un extenso tejido de ayudas sociales para las clases populares.
Según Belén Salva, el aspirante presidencial es el indicado para terminar con los impuestos que soporta como empleada en el sector de la salud y los altos costos de los servicios, que no le permiten “comprar una heladera” nueva. La mujer, de 30 años, se quejó de que no recibe ayudas sociales que sí llegan a más de un millón de trabajadores de la economía sumergida.
Milei aborrece el concepto de “justicia social”, una de las banderas del peronismo. Busca reducir el gasto público, bajar la carga tributaria, desregular la economía, flexibilizar el mercado laboral y atajar la emisión incesante de pesos.
Su discurso ha calado en poblaciones remotas del país, pero también en la periferia de las ciudades.
Andrés Ferreira, quien trabaja como repartidor en una plataforma digital, hace campaña por Milei en la humilde Villa Fiorito, situada en Lomas de Zamora, un municipio gobernado por el peronismo y cercano a Buenos Aires salpicado de bolsones de pobreza que contrastan con barrios lujosos.
El populoso conurbano, acosado por la marginalidad y la delincuencia, es un territorio clave para capturar votos.
Ferreira, de 36 años, vivía cómodamente en Chile, pero decidió regresar a su humilde casa en Lomas de Zamora para participar en el proselitismo a favor de Milei. Confía en que desmantele la práctica judicial que hace que “los delincuentes sean tratados como víctimas” y combata la corrupción política.
Pocos días atrás, un prominente dirigente peronista de ese municipio desencadenó un escándalo luego de que imágenes en las redes sociales lo mostraran tomando champán con una modelo mientras navegaban en un lujoso yate por el Mediterráneo.
“Demuestra la alevosía de cómo los políticos argentinos se ríen de la gente en medio de una de las peores crisis de la historia”, dijo Ferreira.
Rubén Dávalos, un amigo suyo del mismo barrio, decidió abandonar la agrupación peronista de tendencia izquierdista “La Cámpora” y ahora lo da todo por el economista. Es “como un ciudadano argentino enojado” y le representa.
Cree que las propuestas de Milei de flexibilizar la portación de armas y habilitar la venta de órganos no son tan “reales” y admitió no estar convencido de la dolarización de la economía. Pero acotó que quizá “es lo mejor” para lograr estabilidad y credibilidad ante el resto del mundo.
Dávalos y Ferreira instalan los fines de semana un puesto en una feria para repartir propaganda a favor de Milei, mientras son blanco de las burlas de vecinos.
Allí vende sus flores Flavia Acosta, quien ha decidido votar en blanco. “A Milei lo veo un dictador, a Massa con mucho chamuyo (palabrería) y Patricia no me gusta”, sentenció la mujer. “Son todos iguales; si yo no trabajo, a mí ningún político me da nada”.
Son sentimientos que comparte su compatriota Ángela Jerez, de Gobernador Solá, un pueblo de pocas casas en la puna salteña. “Siento que va a seguir lo mismo: si ganan, ganan para ellos, no para nosotros”.
Jamileth
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