Vox Dei
«Jesús llamó a los Doce y comenzó a enviarlos de dos en dos»
Llucià Pou Sabaté
"David se despide dando como consejo seguir la palabra de Dios"
"Jesús, la Palabra encarnada, nos pide que anunciemos el Evangelio por todo el mundo"
I Reyes 2,1-4.10-12
Estando ya próximo a su muerte, David hizo estas recomendaciones a su hijo Salomón: "Yo me voy por el camino de todo el mundo. Sé fuerte y compórtate como un hombre. Observa las prescripciones del Señor, tu Dios, siguiendo sus caminos, observando sus preceptos, sus mandamientos, sus leyes y sus instrucciones, según lo que está escrito en la Ley de Moisés. Así prosperarás en todo lo que hagas y en todo lo que emprendas, y el Señor mantendrá esta palabra que me ha dicho: Si tus hijos vigilan su conducta, caminando delante de mí con fidelidad, de todo corazón y con toda su alma, nunca te faltará un descendiente en el trono de Israel. David se fue a descansar con sus padres, y lo enterraron en la Ciudad de David. Cuarenta años duró su reinado sobre Israel: reinó siete años en Hebrón y treinta y tres en Jerusalén. Salomón se sentó en el trono de su padre David, y su realeza quedó firmemente afianzada.
Reflexión
Estando ya próximo a su muerte, David hizo estas recomendaciones a su hijo Salomón: "Yo me voy por el camino de todos”. Es una preciosa despedida, parecida a otras de patriarcas; y así comienza el primer libro de los Reyes, que continúa la historia del pueblo a partir de la muerte de David. Leeremos ahora una parte, para seguir luego (semanas 10-12). El "camino de todos". Fórmula de humildad y de solidaridad con el conjunto de la humanidad. Tampoco yo me escaparé de ello. Un día tomaré ese camino por el que pasan todos los hombres. En silencio puedo detenerme considerando esto... Ayúdame, Señor, a morir en paz y a preparar ese momento durante toda mi vida.
“Sé fuerte y compórtate como un hombre”. -«Ten valor.» Consejo de valentía. No dejarse abatir. Permanecer de pie en la adversidad.
«Guarda las observaciones del Señor, tu Dios, yendo por su camino... observando sus preceptos... sus órdenes, sus leyes y sus instrucciones...» Fidelidad a Dios. Estar atento a Dios. Seguir sus caminos. Estar en comunión con la voluntad de Dios. ¿Estoy a su escucha? La oración cotidiana es un momento privilegiado de escuchar el querer de Dios... y de nuestras responsabilidades humanas. No vivir superficialmente. Vivir en profundidad. Encontrarnos con Dios que está ahí en el corazón de nuestra vida.
«Para que tengas éxito en cuanto hagas o emprendas...» Seguir la voluntad de Dios conduce a ese éxito de la vida. No será, quizá, un éxito brillante, aparente, externo. Pero es el único éxito esencial. El que corresponde a lo que Dios esperaba de nosotros: llegar al máximo de humanidad... llegar al máximo de amor... llegar al máximo de santidad... «La gloria de Dios es el hombre vivo.» La alegría de Dios es «un hombre logrado», «una vida lograda». Esto no se hace sin obstáculos y dificultades -como se ha visto en la vida de David-. Pero ese éxito sigue siendo el fin, la esperanza. ¿Me esfuerzo en ello? «Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto.» ¿Tengo sed de perfección? (Noel Quesson).
Salmo: 1 Crónicas 29,10-12
Después David bendijo al Señor en presencia de toda la asamblea, diciendo: "¡Bendito seas, Señor, Dios de nuestro padre Israel, desde siempre y para siempre!
Tuya, Señor, es la grandeza, la fuerza, la gloria, el esplendor y la majestad; porque a ti pertenece todo lo que hay en el cielo y en la tierra. Tuyo, Señor, es el reino; tú te elevas por encima de todo.
De ti proceden la riqueza y la gloria; tú lo gobiernas todo, en tu mano están el poder y la fuerza, es tu mano la que engrandece y afianza todas las cosas.
Reflexión
«Tú eres Señor del universo, en tu mano está el poder y la fuerza... tuyos son, Señor, la grandeza y el poder». Los valores que más les van a servir en la vida de las personas, por ejemplo lo que pueden transmitir unos padres a sus hijos, más que las riquezas o los títulos o las cualidades humanas, son los valores profundos humanos y cristianos. Valores que, en un tiempo de tanta corrupción y superficialidad, les darán consistencia humana y les atraerán la bendición de Dios y la de los hombres. David invita al pueblo a aportar lo que deseen para engrandecer el Templo que construirá su hijo Salomón. Y el pueblo se desborda en donativos… devolviendo al Señor lo que es suyo…
Evangelio, Marcos 6,7-13
«Calzados con sandalias y no vistáis dos túnicas»
En aquel tiempo, Jesús llamó a los Doce y comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus inmundos. Les ordenó que nada tomasen para el camino, fuera de un bastón: ni pan, ni alforja, ni calderilla en la faja; sino: «Calzados con sandalias y no vistáis dos túnicas». Y les dijo: «Cuando entréis en una casa, quedaos en ella hasta marchar de allí. Si algún lugar no os recibe y no os escuchan, marchaos de allí sacudiendo el polvo de la planta de vuestros pies, en testimonio contra ellos». Y, yéndose de allí, predicaron que se convirtieran; expulsaban a muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.
Reflexión
Hoy vemos el envío de los apóstoles a una misión evangelizadora, de dos en dos: Jesús llama a los "doce" y, por primera vez, los "envía"... Esta es la primera vez que van a encontrarse solos, sin Jesús... lejos de Él. Es el "tiempo de la Iglesia" que empieza con este envío. Hemos visto estos días a "Jesús con sus discípulos"... y también que "Jesús estableció a doce para estar con Él y para enviarlos..." Es el movimiento del corazón: la sangre viene al corazón y de allí es enviada al organismo... Es el mismo movimiento del apostolado: vivir con Cristo, ir al mundo a llevarle este Cristo... intimidad con Dios, presencia en el mundo...
“Los envía de dos en dos”... Trabajo en equipo. El individualismo tiene formas sutiles, temibles… además, mejor ir acompañado.
“Dándoles poder sobre los espíritus impuros... Partieron, y predicaron que se arrepintiesen. Y echaron muchos demonios, y ungían a muchos enfermos con óleo y los curaban”. Vemos aquí el carisma de la "palabra" que proclama la necesidad de un cambio de vida; el carisma de "echar los demonios", potencia de acción contra el mal; el carisma de "curar a los enfermos", mejorar la vida humana.
“Y les encargó que no tomasen para el camino nada más que un bastón; ni pan, ni alforja, ni dinero en el cinturón... y que se calzasen con sandalias y no llevasen túnica de recambio... Dondequiera que entréis en una casa quedaos en ella, hasta que salgáis de aquel lugar..." Ligeros de equipaje, sin bagajes embarazosos, siempre dispuestos a partir donde sea... caminantes, gentes disponibles, desprendidos. "Lo hemos dejado todo para seguirte: casa, hermanos, hermanas, madre, padre, niños, campos..." (Mc 10,29-30).
“Y si una localidad no os recibe ni os escucha, partid”. Como Jesús, se encontrarán ante el rechazo, ante la incredulidad. La misión de la Iglesia es cosa difícil: Jesús les ha advertido (Noel Quesson).
Es la Iglesia, o sea, los cristianos, los que continúan y visibilizan la obra salvadora de Cristo, como dice el último Concilio: «La vocación cristiana implica como tal la vocación al apostolado. Ningún miembro tiene una función pasiva. Por tanto, quien no se esforzara por el crecimiento del cuerpo sería, por ello mismo, inútil para toda la Iglesia como también para sí mismo».
Como los doce apóstoles, que «estaban con Jesús», luego fueron a dar testimonio de Jesús, así nosotros, que celebramos con fe la Eucaristía, luego somos invitados a dar testimonio en la vida. También para nosotros vale la invitación a la pobreza evangélica, para que vayamos a la misión más ligeros de equipaje, sin gran preocupación por llevar repuestos, no apoyándonos demasiado en los medios humanos -que no habrá que descuidar, por otra parte- sino en la fe en Dios. Es Dios el que hace crecer, el que da vida a todo lo que hagamos nosotros. La austeridad y sencillez en hacer el bien es una buena manera de dar testimonio, viviendo esa misión de llevar el Reino de Dios en las vidas de los que nos rodean (J. Aldazábal).
Así, en medio del mundo, de las estructuras temporales para vivificarlas y ordenarlas hacia el Creador, procuraremos «que el mundo, por la predicación de la Iglesia, escuchando pueda creer, creyendo pueda esperar, y esperando pueda amar» (san Agustín). El cristiano no puede huir de este mundo. Tal como escribía Bernanos: «Nos has lanzado en medio de la masa, en medio de la multitud como levadura; reconquistaremos, palmo a palmo, el universo que el pecado nos ha arrebatado; Señor, te lo devolveremos tal como lo recibimos aquella primera mañana de los días, en todo su orden y en toda su santidad».
Uno de los secretos está en amar al mundo con toda el alma y vivir con amor la misión encomendada por Cristo a los Apóstoles y a todos nosotros.
JMRS