Diagnóstico Político

Los usos del poder

2007-05-23

El IFE identificó que 37% de los spots transmitidos no fueron contabilizados. Los 281 mil 26...

Alfonso Zárate, El Universal

Otra vez la burra al trigo. Los partidos nos cuestan mucho y, sin embargo, son insaciables. El monitoreo ordenado por la Comisión de Fiscalización del IFE de los gastos de campaña durante las elecciones federales del año pasado confirma que los escándalos del pasado reciente (Pemexgate , Amigos de Fox, videomugrero ) no frenaron su desempeño tramposo: siguen transgrediendo la ley, recibiendo patrocinios ocultos y asumiendo compromisos quizás inconfesables. Las sanciones económicas no inhiben esta frenética carrera porque, en la relación costo-beneficio, hay más ventajas que inconvenientes: golpe dado (o lodo lanzado), ni Dios lo quita.

El IFE identificó que 37% de los spots transmitidos no fueron contabilizados. Los 281 mil 26 spots no registrados equivalen a más de mil millones de pesos. ¿De dónde salió esa suma? ¿Quiénes financian por debajo de la mesa las campañas y a cambio de qué?

Las evidencias de entrada de "dinero negro", como mostró el videomugrero, o la exhibición del sometimiento de legisladores a personajes menores, recuérdese la difusión de las conversaciones obscenas (por sus implicaciones políticas, no por su vulgaridad) de Kamel Nacif con Emilio Gamboa, Fidel Herrera y Mario Marín, por citar dos casos relevantes, no son la excepción.

Una radiografía crítica de los partidos políticos en México señala, entre otros, los siguientes déficit:

a) Monopolio del poder: salvo las raras legislaciones que admiten las "candidaturas ciudadanas", la postulación de candidatos a cargos de elección popular es una atribución exclusiva de los partidos. Si tomamos en cuenta que las fórmulas de diputados plurinominales y de senadores por lista (una aberración) permiten prever con gran precisión las posiciones "seguras", concluiremos que las camarillas que dominan los partidos deciden, incluso, quiénes ocuparán cargos claves en el ejercicio del poder, algunos de ellos (no pocos, por cierto) no son votados directamente.

b) Trapecismo: desde que el PRI dejó de ser la vía privilegiada, casi única, para llegar al poder, se han multiplicado las deserciones. En esto de "cachar" militantes de otros partidos ningún partido se salva, pero el PRD es el campeón: la incorporación de José Guadarrama, mapache electoral del PRI, acusado de golpear a perredistas, es sólo una muestra de las muchas que podrían citarse.

c) Franquicias: nuestro sistema electoral permite franquicias, como el Partido Verde Ecologista de México, que mantiene el registro y lucra con las jugosas prerrogativas, gracias a la ingenuidad o el cinismo de muchos electores.

d) Personalización de la política: para colmo, el hecho de que el elector tienda a votar más por los candidatos que por los partidos favorece el ascenso de personajes telegenéticos, como Fox. Los partidos no seleccionan a quien pueda cumplir mejor la tarea en disputa sino a quien sea o parezca un buen candidato.

e) Marketing y cosmetología: su preeminencia en las campañas electorales (inocultable en el triunfo de Ivonne Ortega: su cambio de look incluyó la reducción de 40 kilos de peso) lleva con frecuencia a darle a los electores gato por liebre.

f) Déficit de institucionalidad: el PRD, por ejemplo, sigue siendo un agregado de tribus y las disputas internas son más feroces e ilegales que las que tienen hacia fuera.

Pero asoman problemas todavía mayores: por un lado, los líderes populistas claramente antiinstitucionales, que se adueñan de los partidos y, por el otro, los intentos de los poderes fácticos de usar a los partidos para sus propios fines.

Por ahora, los partidos no tienen incentivos para transformarse: así como son, obtienen beneficios enormes.

Las reglas electorales no pueden permanecer como están, la censura y la indignación ciudadana tienen que traducirse en mejores atribuciones e instrumentos de fiscalización para los partidos y las autoridades electorales, sanciones más severas para quienes rebasen los topes de campaña, transparencia y rendición de cuentas, imparcialidad en la elección de puestos directivos y de candidatos a puestos de elección popular.

A pesar de su escasa credibilidad, de su interesada vaguedad ideológica, de su incapacidad para articular las demandas sociales y de su acento pragmático, los partidos son un mal necesario, como decía el ranchero: "con estos bueyes tenemos que arar".

Director de Grupo Consultor Interdisciplinario, S.C.



AAG

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