Increiblemente Cierto

El palo que golpea el caldero

2008-11-28

La gran intriga es cuántas veces nos habrán engañado a las personas normales...

Generalitat empleará 170 millones de euros en una fiesta propagandística, que otra cosa son los informes, todos destinados a divulgar sus ayudas al Tercer Mundo. Carod Rovira, que ha llegado a tener la triple nacionalidad, tiene una idea muy clara de los beneficios que otorga la propaganda.

«Si ganas cien, invierte noventa en publicidad», aconsejó Ford.

En su tiempo pareció excesivo, pero nadie puede reprobar ahora esa proporción, después de la Coca Cola y de las pugnas electorales.

Lo importante no es lo que se hace, sino lo que se promete que se va a hacer y eso exige un desembolso aproximadamente igual al que requeriría hacerlo, pero mucho  más rentable.

Mientras la gente siga creyendo en la eficacia de los crecepelos que se venden en unión de unas pequeñas tijeritas, por si al calvo le crece el cabello hasta el punto de impedirle la visión, el negocio está asegurado. Tampoco tienen nada que temer los que pronuncian discursos  y, mucho menos el señor Bono, que hace las dos cosas.

La gran intriga es cuántas veces nos habrán engañado a las personas normales con un anuncio, con un slogan o con una consigna política. La publicidad es la diosa de nuestra época y nuestra época está durando varios siglos, no sin cambiar de estilo cada veinte años. Su poder no influye en todos, pero sí en la mayoría.

Ahora mismo, en una serie estrella de la televisión, se han emitido las siglas del PP en una diana y el Partido Popular ha pedido explicaciones. Lo peor no es que los anuncios exageren la presunta calidad del producto, sino que lo desvirtúan.

La publicidad no es más que el ruido de un palo golpeando un caldero, dijo George Orwell, pero si no sonara no nos enteraríamos de nada. Es curioso que estemos restringiendo gastos en todo, menos en anunciar cosas que nadie está en disposición de comprar. La farsa continúa.

 



LLG
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