Mujeres

Maria Kaczynska, la cara amable del presidente polaco

2010-04-17

Economista de profesión, renunció a continuar su carrera profesional cuando se...

Varsovia, (EFE).- La esposa del presidente polaco, Maria Kaczynska, nunca habría imaginado que sería enterrada en el Castillo Wawel de Cracovia, algo ajeno al carácter sencillo y cercano de una mujer que se enamoró de un joven Lech Kaczynski por su integridad y calidez.

Economista de profesión, renunció a continuar su carrera profesional cuando se casó con Lech, siete años menor que ella, y dio a luz a Marta, la única hija del matrimonio.

A partir de ese momento Maria se convirtió en el principal apoyo y cara femenina de su esposo, sumido desde muy joven en una carrera política vertiginosa que le llevó a ser uno de los dirigentes del sindicato Solidaridad, ministro de Justicia y, en 2005, jefe de Estado del país centroeuropeo.

Maria Halina Kaczynska (agosto de 1942-abril de 2010), era hija de un veterano de la lucha contra la ocupación polaca por soviéticos y nazis que dio comienzo la II Guerra Mundial, lo que llevó a su familia a exiliarse en Lituania hasta el final del conflicto.

"A menudo digo que mi vida comenzó tarde. Yo nací con un problema de corazón, mis padres se preocupaban mucho por mí, era una niña bajo su cuidado constante, que no podía jugar sola en el patio", recordaba Maria en una entrevista.

"Tenía hemorragias frecuentes y un médico amigo de la familia recomendó un cambio de clima, lo que hizo que nos trasladásemos con mi madre y mi hermano a vivir a las montañas", contaba la primera dama.

A diferencia de su marido, que aparte del ruso no dominaba otros idiomas, Maria brillaba en las ceremonias en el extranjero, además de por su cercanía y simpatía, por su manejo del inglés, ruso y francés.

Quienes la han conocido dicen que era una mujer sencilla, accesible, que solía aferrase al brazo de Lech Kaczynski en las fotos oficiales, dando la imagen de compañera próxima y entregada.

"Es una buena esposa", dijo en diferentes ocasiones el presidente polaco, que encontraba en Maria el complemento perfecto para suavizar su imagen de líder intransigente y polémico.

Conoció al que sería su esposo en 1976, cuando Maria trabajaba en el Instituto Marítimo de Gdansk, una institución pública dependiente del ministerio de Economía Marina, donde se encargaba de analizar las perspectivas para el tráfico de mercancías por mar con los países del Extremo Oriente.

En aquellos años Lech Kaczynski era un joven estudiante de Derecho que ya simpatizaba con los movimientos anticomunistas y que soñaba con convertirse en un abogado de éxito.

"Es difícil decir cómo nació el amor. Leszek (diminutivo de Lech) fue cálido, atento, se ganó mi confianza, sabía que si prometía algo cumpliría su palabra, y además me impresionó por su conocimiento de la historia", confesó María Kaczynska en una conversación con la prensa.

En 1978 la pareja se casó y dos años después, tras una gestación difícil, nació Marta.

María decidió en ese momento dejar su empleo para dedicarse a su hija, y comenzó a realizar algunas traducciones y dar clases particulares para aportar algo de dinero a la familia.

Como primera dama presidió distintas actividades y organizaciones benéficas, actividades en las que siempre se mostraba cercana, especialmente con los niños, a los que adoraba.

La cultura fue otra de sus pasiones y, como dijo en alguna ocasión, aprovechaba cada viaje para intentar derribar los estereotipos sobre los polacos y exportar una imagen positiva del país centroeuropeo.

Maria Kaczynska formaba parte de la delegación presidencial que se dirigía a Katyn el pasado sábado para participar en la ceremonia en recuerdo de los más de 20,000 oficiales polacos, entre ellos uno de los tíos de la primera dama, que fueron asesinados en 1940 por orden de Stalin.



EEM

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