De Fábula

Sufrimos y morimos un poco todos

2011-02-14

La soledad de un enfermo sólo puede apagarse con el rostro sonriente de un amigo sincero, de...

Autor: Fernando Pascual

A lo largo de la vida vamos encontrando hombres, mujeres, animales y objetos.  Cada uno nos dice algo distinto.

Algunos seres nos impacientan e inquietan, nos despiertan y hacen estallar.  Otros parecen callar, y pasamos junto a ellos casi sin percibir su existencia.  Sin embargo, ninguno de nosotros puede pasar ante un enfermo o un pobre arrojado en un hospital o en esquina, sin que algo se nos mueva.

Cada persona que sufre nos interpela y nos llama a algo. El enfermo llama como nadie a nuestras vidas. Estar con ellos, ser de ellos, dejarnos amar por quien en el fondo, sólo pide amor y cercanía.

La soledad de un enfermo sólo puede apagarse con el rostro sonriente de un amigo sincero, de un familiar fiel y constante, de un médico que hable con claridad y afecto, de un sacerdote que traiga un poco de fe y esperanza.

El amor puede curar más que muchos antibióticos. Puede curarle a él y curarnos a nosotros, porque entonces podremos construir un mundo más humano.



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