Sabias Que

Cómo detectar a un mentiroso

2006-11-14

El adulto es embustero cuando no ha superado los obstáculos que le ha puesto la vida, y...

Descubre las claves

Farsas y farsantes hay de todos los pelambres, edades y condiciones

Si te dice que aún no está preparado para vivir contigo, pero ni siquiera hace un leve fruncido de ceño y su respiración se entrecorta, no lo dudes: te está engañando como un bellaco. Pero ojo con tirar la primera piedra, porque farsas y farsantes hay de todos los pelambres, edades y condiciones.

"El niño es mentiroso en la medida en que sus fantasías se hacen presentes y las confunde con la realidad. El adolescente lo es cuando su encuentro con el mundo real le causa frustraciones. El joven engaña porque no se ve capaz de afrontar las verdades que le contrarían. El adulto es embustero cuando no ha superado los obstáculos que le ha puesto la vida, y engaña para sentirse el triunfador que nunca ha sido. Y el anciano miente cuando no se perdona los errores que ha cometido a lo largo de su existencia", apunta el psicólogo De Vries.

En cualquier caso, los embustes son un arma de doble filo: liberan en la medida en que se alcanza el fin que lleva a lanzarlos (aparentar, manipular, agradar...), pero revelan lo que esa persona quiere ser, sus fantasías y sus temores. ¿Te inquieta el tema? Pues echa un ojo a los tipos de cuentistas que nos rodean y que, sin ánimo de engañar, son unos cuantos.

EL PIADOSO.

"No te preocupes. No es que engordes, es que retienes líquidos". A pesar de estos paños calientes y de la mirada cómplice, sus engaños no son inocuos. Miente por caridad, ya que quiere agradar a toda costa. Está empeñado y, más aún, obsesionado con no ofender. La jugada le sale redonda, pues no se enfrenta a nadie y, si le pillas, resulta un mal trago reprenderle.

EL INSEGURO

El que jura decir la verdad, pero no toda la verdad. Oculta deliberadamente información porque sabe que ésta es poder. En el fondo, lo hace por inseguridad y falta de valor para defender sus acciones. Es esa amiga a la que le preguntas por su cara de cansada y te dice que se quedó leyendo hasta tarde, pero no te habla de la visita que recibió de tu ex novio y que interrumpió su plácida lectura.

EL CONFESO

Engaña como los niños, por temor al castigo. Disfruta saltándose las reglas, pero sabe que mentir está mal. Por eso, cuando inventa, se siente disgustado e incómodo consigo mismo. Esto le hace fácilmente detectable y a poco que le pinches ya está entonando el mea culpa. Después de esto, no se le puede negar el perdón y él lo sabe, es consciente de que declarar las faltas es efectivo. Y si no, que se lo pregunten a Bill Clinton quien, después de confesar su affaire con la Lewinsky, vio cómo su tasa de popularidad dejaba de caer en picado.

EL OCASIONAL

Es al que llaman por teléfono y exclama: "Di que no estoy", o al que invitas a una fiesta y en el último momento te dice que ha tenido un problema y no puede asistir, cuando sólo está cansado y prefiere quedarse en casa. Miente de vez en cuando, para evitar situaciones incómodas o dar explicaciones. Es difícil cogerle ya que planea y repasa muy bien su historia para que, en el momento de contarla, suene creíble. De todos los farsantes, nos parece el menos reprobable, seguramente porque nos sentimos identificados.

EL COMPULSIVO

Miente con tanta frecuencia que ya ni se da cuenta de que lo hace. Simplemente, dice lo que se le ocurre sobre la marcha. Es su adicción y lo hace por inseguridad. Cree que interesará más a la gente si disfraza historias corrientes con aventuras apasionantes. Nunca reconocerá sus embustes, pues llega a creérselos hasta el punto de que habla de ellos de forma espontánea y natural. Esto le hace imposible de cambiar, pero fácil de identificar, pues sus trolas son poco elaboradas y descuida los detalles que dan credibilidad al cuento.

EL QUE LO HACE POR APARENTAR

Todos disfrazamos parte de la realidad, pero él camufla sin tapujos lo que le disgusta de su vida y de sí mismo. Si se encuentra con un amigo del colegio, le contará el carrerón que lleva y los hijos tan brillantes que tiene... aunque vivan con su ex desde hace cinco años. Y todo por baja autoestima. El miedo a enfrentarse a las propias emociones y la angustia al juicio negativo por parte de los demás le llevan al engaño. Está obsesionado por inflar su ego, pues teme desilusionar. A este mentiroso es al que se pilla antes que a un cojo.

GESTOS QUE LE DELATAN

- Respira en pequeñas, pero rápidas, bocanadas.
- Sus movimientos son nerviosos, parpadea mucho y se lleva la mano la boca, los ojos o la nariz repetidamente.
- Comete errores de dicción y tartamudea.
- Mantiene la mirada en las preguntas fáciles, pero la desvía en cuanto intentas profundizar en el tema.



AAG

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