Internacional - Finanzas

El BCE pilotea la gestión de la crisis, ante la división de los políticos

2011-08-13

Ouerdya Ait-Abdelmalek, AFP


Fráncfort. - Bajo el impulso de su presidente Jean-Claude Trichet, el Banco Central Europeo (BCE) ha renunciado en los últimos meses a una serie de dogmas para afrontar una crisis de la deuda que se eterniza y que los políticos de la Eurozona, divididos, no terminan de superar.

"El BCE está descubriendo que es ilusorio creer que el único objetivo de un banco central es la estabilidad de los precios", tal y como está inscrito en sus estatutos, comenta Paul de Grauwe, profesor de economía en la Universidad de Lovaina, en Bélgica.

"Era inevitable, porque es la única institución que tiene los recursos (financieros) para actuar", añade.

Primero, el BCE echó un cable a los bancos recién comenzada la crisis financiera en 2007, ofreciéndoles liquidez a muy bajo precio. En 2010 aceptó comprar obligaciones griegas, y esta semana hizo otro tanto con los títulos españoles e italianos, para rebajar su rendimiento en el mercado secundario y ayudar a reducir los costes de financiación de estos países.

"En unos años, se ha terminado haciendo todo lo que parecía un tabú", resume Gilles Moëc, economista en el Deutsche Bank.

El BCE fue creado siguiendo el modelo del Bundesbank alemán, un banco central completamente independiente, para evitar que su gobierno le pidiera imprimir moneda. El objetivo: evitar una eventual hiperinflación como la vivida en los años 1920, un fenómeno que trae malos recuerdos a los alemanes.

"Sin embargo, con la crisis soberana generalizada en los países del G7, se ha visto que un banco central no puede mantener esa independencia. El BCE no puede dejar que un país suspenda pagos", explica Sylvain Broyer, economista en Natixis.

"Si no compraba obligaciones públicas, había un riesgo de explosión de la zona euro", abunda Christian Schulz, de Berenberg Bank.

Según los economistas interrogados, la reactividad de esta institución con sede en Fráncfort y creada hace apenas 12 años debe también mucho a la personalidad de Trichet, uno de los padres fundadores del euro.

"No es un teórico. Tiene algunas convicciones sólidas, como la lucha contra la inflación y los déficit presupuestarios, pero demuestra también un gran pragmatismo, y habilidad política", destaca Gilles Moëc, que trabajó en el Banco de Francia con Trichet, cuyo mandato expira en octubre.

Además de la compra de obligaciones, una tarea en la que el fondo de ayuda de la Eurozona (FEEF) debe relevarlo en otoño, el BCE está asociado a los programas de rescate de Grecia, Irlanda y Portugal. También pilotea el Comité Europeo de Riesgos Sistémicos. Y según la prensa italiana, dictó el nuevo plan de austeridad a Roma, en una carta dirigida al primer ministro Silvio Berlusconi.

Esta acumulación de responsabilidades pone en evidencia la debilidad de las demás instituciones europeas, según los analistas.

"El BCE ha actuado a falta de otra institución capaz de hacerlo", constata el economista Jean Pisani-Ferry, que dirige en Instituto Bruegel en Bruselas, un "think tank" europeo.

"Esto evidencia el desequilibrio del sistema institucional, con una Comisión muy débil, en la que los jefes de Estado y de gobierno no confían, y un BCE al que le piden demasiadas cosas", añade.

Paul de Grauwe denuncia "la abdicación de la política" ante las dificultades recientes. Según él, la única solución posible pasa por "una unión política más intensa".



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