Trascendental

Artimañas demoniacas

2012-01-11

Son muchas y de distintas clases las artimañas del demonio y él las aplica a cada uno...

Autor: Juan del Carmelo

Que existe el demonio,… solo alguien ya dominado por él, lo puede negar. Y negará también la existencia del demonio, y otras muchas cosas más, de acuerdo con el grado de posesión demoniaca en que se encuentre. Y, ¡eh aquí! la principal artimaña que actualmente emplea el demonio y digo actualmente por que en otras épocas pasadas, el énfasis en sus políticas de actuación era diferente. Hasta época bastante reciente, digamos el s. XVIII, nadie ponía en duda la existencia del demonio. La Biblia tanto para protestantes como para cismáticos o católicos, es decir, para cristianos era, es y siempre será el Libro sagrado, tal como lo es el Corán para los musulmanes, y en ambos textos sagrados para cada uno de sus seguidores, se pone muchas veces de manifiesto la existencia del demonio y del infierno.
 
En épocas anteriores al  s. XVIII, y se toma esta fecha, por la gran convulsión, que hubo a finales de este siglo en materia religiosa, en épocas anteriores como escribimos, la técnica de actuación demoniaca, que este sujeto empleaba ya desde  los primeros tiempos del cristianismo, era la de fomentar los más posible la división, entre los cristianos. Pienso yo que quizás fuese por aplicar el principio de: Divide y vencerás. Efectivamente, fueron muchas las herejías aparecidas, la mayoría de ellas ya desaparecidas, aunque restan aún los reinos de taifas del protestantismo y la iglesia oriental cismática, que lentamente se van consumiendo y terminarán como un azucarillo.
 
El demonio es un ser puro, carente de materia que le merme, la pureza de su esencia de espíritu creado por el Señor. Es tremendamente inteligente. Nosotros con solo nuestra pobre naturaleza, es imposible que pudiésemos dominarlo y por ello hemos de acudir a la obtención de la divina gracia. El Señor nos dejó dicho: "Yo soy la vid. Vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto, porque sin mí no podéis hacer nada. El que no permanece en mí es echado fuera, como el sarmiento, y se seca, y los amontonan y los arrojan al fuego para que ardan. 7* Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que quisiereis y se os dará". (Jn 15,1-7). Si no somos sarmientos unidos a la divina vid, nunca obtendremos la savia de la gracia y estaremos a la merced de satanás que nos dominará. Nosotros, solo llegaremos a ser, incluso más inteligentes que el demonio, solo cuando una vez glorificados, los que lo logren naturalmente se entiende, se refleje en las almas glorificadas la omnisciencia divina, de la misma forma que por la contemplación del Rostro de Dios, las almas glorificadas, reflejaran otras muchas divinas cualidades y posibilidades.
 
Son muchas y de distintas clases las artimañas del demonio y él las aplica a cada uno de nosotros, acuerdo con el conocimiento que él tiene de nuestros puntos débiles, los cuales él conoce perfectamente y los ve en cada persona. El demonio no puede entrar en todas nuestras potencias, si lo pudiese hacer estaríamos totalmente en sus manos. La voluntad, nuestra voluntad es una potencia totalmente prohibida para el demonio que no puede tener acceso a ella. Solo Dios puede tener acceso a nuestra voluntad, pero nunca lo hará, pues sería volverse atrás de sus propias decisiones. Él nos hizo libres, y respeta nuestra libertad, no entrando ni condicionando o coaccionando nuestra voluntad. Pero el demonio para conocernos perfectamente a cada uno de nosotros, no tiene más que observar y recordar de acuerdo con nuestra conducta pasada, cuáles son nuestros puntos débiles.
 
El demonio, al tipo de personas, como tu lector y yo que escribo, que nos preocupamos del desarrollo de nuestra vida espiritual; él necesita como sea frenar ese desarrollo, y para ello nos estimula a no prosperar, como son por ejemplo los pensamientos que nos incitan a la soberbia espiritual. A creernos superiores a los demás, porque nuestra vida espiritual, puede estar por encima de la media general. Pero para combatir esto no debemos nunca de olvidar que si espiritualmente podemos estar por encima de la media, ello no es debido a nuestro esfuerzo, sino a esa desconocida predilección con la que el Señor nos ha obsequiado. Nos ha hecho nacer en un determinado ambiente positivo, ha permitido que tengamos una formación determinada y somos el fruto de esas circunstancias que nos han acercado al Señor. Pero,… ¡ah! no olvidemos que la vara con que se nos va a medir, va ser tremenda, ni punto de comparación con la que se le aplique a un pobre analfabeto etíope, que posiblemente en su ignorancia, ame más de lo que nosotros seamos capaces de amar al Señor.
 
La humildad es maravillosa, y para combatir nuestra soberbia espiritual, el mejor remedio, es que consideremos siempre por encima nuestra, a cualquier persona que esté a nuestro alrededor, aunque nos parezca un desalmado, vamos un político progresista, porque en los corazones de los hombres solo Dios es capaz de leer. Luis del Blois, Blosio nos dice: "Ten por cosa certísima que cualquier hombre del mundo hubiera vivido mucho mejor que tú, por más malo que sea, si hubiera recibido de Dios tan grandes beneficios como tú has recibido; así sentirás de ti humildemente y así con más facilidad los estimarás a todos en más que a ti".
          
Otra artimaña muy usada por el demonio, es la de decirnos al oído: No hagas más, no ves que a ti Dios no te pide tanto, la ambición es un pecado se humilde y espiritualmente no desees tanto, porque la avaricia rompe el saco, y puedes terminar mal porque te puedes cansar de tanto rezar e ir a la iglesia. Pues bien el tema es bien sencillo. Dios a nadie le pide más de lo que puede dar, pero es muy exigente: pide todo lo que uno puede y debe darle. Escribe el obispo Fulton Sheen: "Nuestro Señor lo pide todo de nosotros. Él fue el primer "totalitario" del espíritu. Solicita de nosotros que no le neguemos nada. Demanda un amor total, entregado "con toda tu mente, con todo tu corazón, con todo tu espíritu y toda tu fuerza". Solo los que han dado todo su corazón a Dios pueden darle todo su capital". Dios siempre nos está pidiendo más. Él nos pide más, pero nosotros acallamos las voces que nos susurran eso, y volvemos a instalarnos en la cómoda posición espiritual que hemos escogido.
 
El fomento de la soberbia espiritual en las almas que se preocupan de su espiritualidad, es otra de las artimañas demoniacas Nemeck y Combss escriben: "El orgullo espiritual genera una idea falsa de haber logrado ya la perfección, lo cual a su vez lleva a la mediocridad interior y a la autocomplacencia... Las personas con orgullo espiritual, fácilmente enjuician y critican a los demás... Las personas con soberbia espiritual, ordinariamente desean "tratar su espíritu" (buscar director espiritual) con aquellos que entienden que han de alabar y estimar sus cosas, y huyen como de la muerte de aquellos que se las deshacen para ponerlos en camino seguro, y aún a veces toman ojeriza con ellos... A los pagados de orgullo espiritual, les suele gustar hablar y comentar acerca de sus experiencias de Dios con demasiada facilidad, con demasiada ligereza y con demasiada gente".
 
También el demonio utiliza la soberbia humana, para aplicársela muchas veces a la mente de los teólogos. La creencia en la propia rectitud nace del orgullo, y su fruto es a su vez orgullo y altivez espiritual, dice el Abad Benedikt Baur. Lo que determina que cuanto más convencidos están de su propia rectitud, tanto más atienden a los pecados y faltas de los demás, y de todos los que les rodean. Y es así como se cae en un orgullo espiritual con que los hombres creen más las propias opiniones que las de la santa cristiandad. De este modo, el hombre llega a perder la fe y se hace indigno de las gracias de Dios.
 
San Juan de la Cruz advierte que nuestros esfuerzos por unirnos con Dios y las gracias que recibimos de Él pueden convertirse para nosotros en fuente de vanagloria y de oculta satisfacción de nosotros mismos, y por ello en alimento de nuestro orgullo espiritual. Hay que tener mucho cuidado con el placer que se siente en el corazón cuando se realizan cosas difíciles y se consigue hacerlas bien, uno puede decirse secretamente: "Soy un santo". Al mismo tiempo, parece que otros reconocen que es diferente de ellos. Lo admiran o quizás lo evitan, ¡el dulce homenaje de los pecadores! El placer se convierte en un fuego devorador. Nos advierte Thómas Merton.
 
"En la noche activa de los sentidos, escribe Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein) además de la sequedad y vacío se vuelve el alma humilde. Desaparece la soberbia anterior, porque ya no encuentra en sí nada que pueda servirle de apoyo para despreciar a los demás; más bien los otros le parecen mucho más perfectos y en consecuencia nace en su corazón el amor y el aprecio hacia ellos. Tienen mucho que hacer con su propia miseria para ocuparse de los demás. A causa de su desamparo se vuelve el alma sumisa y obediente: desea ser adoctrinada para encontrar el camino recto. La avaricia espiritual se ha curado radicalmente. El alma se ha hecho frugal y moderada. Todo lo que hace, lo hace solo para cumplir la voluntad divina, sin buscar en ello su propia satisfacción".
 
Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.



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