Disparates y Desfiguros

Tom Cruise y Enrique Peña Nieto, una semejanza interesante

2012-08-11

Aparte de sus características físicas, existen algunos rasgos sicológicos que...

Enrique Calderón Alzati, La Jornada

Un par de meses atrás escribí un artículo en el que me hacía la pregunta de cómo y por qué un grupo desconocido de personas, pero a todas luces influyente y poderoso, había seleccionado desde 2006 a Peña Nieto como futuro candidato del PRI a la Presidencia de la República, dadas las claras limitaciones de este personaje, las cuales afloraron al conocimiento público durante el reciente proceso electoral; no tenía entonces la respuesta para ellas, pero sí la necesidad de encontrar una explicación, dada la relevancia del tema y la magnitud de las contradicciones implícitas en esa selección.

Luego de un breve viaje a Estados Unidos, de consultar algunos materiales de la BBC de Londres y de platicar mis dudas con varias personas, hoy tengo una idea bastante aceptable de lo que puede ser una respuesta a mi pregunta original, es una historia curiosa relacionada con un personaje muy conocido del cine: Tom Cruise, cuyo fenotipo podría coincidir ampliamente con el de Peña Nieto.

Tom Cruise es un superhéroe, sumamente atractivo para un sector importante de la población de Estados Unidos a partir de la saga de Misión imposible, pero también por sus características físicas, que de entrada le hace atraer las miradas y algo más, de la población femenina; lo que yo ignoraba era su pertenencia a una extraña secta seudorreligiosa conocida como cienciología o dianética fundada hace algunas décadas por Ron Hubbard, la cual ha presentado un crecimiento inusualmente alto en relación con los demás grupos religiosos de ese país, sobre todo precisamente desde la incorporación de algunos personajes como Tom Cruise a sus filas, luego de aparecer en una película titulada Top Gun, sobre las aventuras de un as de la aviación militar, con lo cual se convirtió en un estereotipo para el público estadunidense.

Por otra parte, la dianética parece ser más una corriente surgida a partir de la mercadotecnia que una derivación de las múltiples particiones de las religiones protestantes, pues sus creencias tienen que ver más con fenómenos de rencarnación, así como de marcianos y seres extraterrestres muy de boga en la época en que la secta se inició; lo que sí parece quedar muy claro es que los objetivos de sus líderes han sido de tipo mercantil más que religioso, una vez que éstos se percataron que su movimiento era capaz de atraer a grandes sectores de la población, entre los que se encontraba uno de gran poder económico dispuesto a "invertir" enormes sumas de dinero con tal de capacitarse para ocupar los puestos más altos dentro de la imaginativa estructura jerárquica de la organización; todo un tipo de fenómeno bastante difícil de entender para nosotros, simples ciudadanos de un país periférico y anclado en el pasado.

El negocio de la dianética creció así, como espuma, propagándose no sólo en el país, sino en el ámbito internacional y produciendo enormes ganancias para sus iniciadores y dirigentes. Es en este contexto en el que la anexión de Cruise les cayó como un anillo al dedo, por lo que de manera inmediata fue adoptado por ellos como ícono promocional, colmándolo de homenajes, que le aseguraban a este personaje que nada era fortuito, sino que se trataba de un reconocimiento a su misión mesiánica de superhéroe, la cual constituye, hasta el día de hoy, parte de su personalidad intrínseca.

Aparte de sus características físicas, existen algunos rasgos sicológicos que nos llevan a pensar que la similitud de Enrique Peña Nieto con Tom Cruise no sólo es de tipo externo, relacionado con su porte y figura, sino que algo interior le dice que él tiene también un papel importante que realizar como líder, ello es lo único que puede explicar el irreparable error cometido al responder a los estudiantes de la Ibero, que él era el responsable de haber enviado "las fuerzas del bien y del orden" a castigar a un grupo de malhechores y buscapleitos que estaban alterando la paz pública e incitando a la rebelión en el poblado de San Salvador Atenco; no le cabía duda de que en su interior, él no era otra cosa que un superhéroe enfrentando a las fuerzas del mal. Ello desde luego, nos lleva a pensar en los enormes riesgos que conlleva el que nuestro país llegase a ser gobernado por alguien con ese perfil sicológico, después de las experiencias acumuladas con Felipe Calderón y sus aparentes trastornos mentales.

Al escribir aquel artículo ya mencionado, me hacía otras preguntas: ¿Quiénes son los integrantes del grupo que conociendo indudablemente sus limitaciones, irresponsablemente seleccionó a Peña Nieto para imponerlo como candidato del PRI, mediante la campaña mediática revelada por el diario británico The Guardian y comentada por Carmen Aristegui, que se inició a partir de 2005 con un contrato establecido con Televisa? ¿Cuáles eran las motivaciones de este grupo, al cometer semejante desliz o mejor dicho, agravio contra el país entero? Puede ser que parezca infantil, pero se me ocurre que el éxito ya conocido entonces del movimiento dianético, utilizando la imagen del Último samurái para su promoción comercial, les debe haber parecido una opción extraordinaria; crear una figura atractiva, varonil y juvenil que de entrada fuese aceptada por amplios sectores de la población, a los cuales de manera adicional les llevaría al mensaje subliminal de un nuevo PRI.

El personaje además presentaba otras características sumamente atractivas para ellos, como lo son: su ignorancia prácticamente absoluta, su notable aceptación de los dictados de sus mentores, su insensibilidad política y su inclinación a pasar por alto cualquier ilícito cometido en torno suyo por gente a quien le tiene admiración o confianza. En cuanto a los objetivos que buscaban, considero que hoy son bastante transparentes, tomando por ejemplo el caso de Videgaray, manejando cuentas multimillonarias que explican la presencia de miles de monederos electrónicos repartidos para comprar votos y fidelidades, toda una inversión por demás productiva (y además gratuita para ellos), tal como lo indican, por ejemplo, las utilidades de 539 mil millones de dólares en el presente sexenio, producidas por el botín llamado Pemex, entre muchos otros más.

La diferencia entre Tom Cruise y Peña Nieto es que en el primer caso, sólo se trata de ayudar a gastar su dinero a un grupo de gente que parecen no saber qué hacer con éste, aunque ello ha significado verdaderas tragedias para los seguidores de la secta, por el odio y la corrupción inmersos en ella; mientras que en el segundo, se juega con el destino de una nación y el patrimonio de sus más de 100 millones de habitantes, una nación que además es la nuestra. Por el bien de todos es deseable que el tribunal electoral actúe en esta ocasión de acuerdo con la responsabilidad que les ha sido puesta en sus manos, dadas las evidentes trapacerías cometidas durante el reciente proceso electoral.



gilberto