Trascendental

Dios es el Señor, no hay otro

2012-09-16

Vivir sin el amor de Dios es algo que este mundo no puede superar, lo estamos viendo. En...

Autor: Luis Lopez-Cozar

Con mayor o menor justificación, cuántas miles de personas viven en estos tiempos con "un espíritu quebrantado; un corazón quebrantado y humillado". Son muchas las causas: el pecado en sus muchas manifestaciones, separaciones, mal tratos y abortos en las familias, la injusticia, la incomprensión, la perdida del trabajo etc... y la más importante, una  vida vivida totalmente al margen de Aquel que es el Camino, la Verdad y la Vida.

He pasado unos días con un sacerdote colombiano haciendo un retiro que bien podría llamarse, Evangelización de la Mente. El retiro consistió en volver una y otra vez sobre La Palabra de Dios, la Lectio Divina, como medio para limpiar nuestra mente y evangelizar nuestra forma de pensar y de sentir. La corrupción que se está haciendo del lenguaje y el uso de "la palabra" como instrumento para la mentira, por los medios de comunicación, la publicidad, la política..., nos dificulta aceptar que La Palabra nos ayuda a encontrar La Verdad, esto es, a Cristo-Jesús. Y es que el corazón del hombre sólo descansa cuando se encuentra con Aquel que es el Camino, La Verdad y la Vida.

Este sacerdote ni ve TV, ni oye la radio, ni lee Internet... esa clase de "palabra" no parece interesarle... Su compañera de todo el día es La Palabra, o sea Dios, ya sea en la Eucaristía, ya sea en la lectura de la Biblia... y a La  Palabra, hay que abrirle el corazón, no pasar de corrido ante Ella. Es necesario que nuestro ser le dedique tiempo suficiente para rumiarla, masticarla.

Orar con el corazón es por ejemplo, interiorizar estas palabras:  "Al principio existía la Palabra, ?y la Palabra estaba junto a Dios, ?y la Palabra era Dios...Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra ?y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe. En ella estaba la vida. (Juan 1,1-4)... Y después estas otras Palabras: «Antes de formarte en el vientre materno, yo te conocía; antes de que salieras de su seno, yo te había consagrado, te había constituido profeta para las naciones». (Jeremías 1,5). Como vemos, es la Palabra la que nos ha dado la vida, no sólo eso, nos conocía antes de darnosla, antes de que naciéramos.

Así le ocurrió a Nuestra Madre, que  después de oír a La Palabra de Dios por medio del Ángel, proclamaba llena de alegría el Magnificat, es el efecto que produce en el hombre dejar que El Verbo. Ella no se excuso en esos momentos con un espera un momento que estoy muy ocupado para estas cosas..... Pero, ¿Y nosotros? ¿Cuando oímos La Palabra qué sentimos? ¿Percibimos, como la Virgen, que al comulgar llevamos a Cristo dentro de nosotros? Si seguimos como si nada es porque nuestra fe es todavía muy racional, está en la superficie, no ha bajado al corazón, no ha sido rumiada. Y al no llegar al corazón esa fe es triste, sin esperanza... Con razón me dice mi monja preferida que la distancia más larga es la que hay entre el cerebro y el corazón. Si nuestra Fe estuviera en el corazón, estaríamos cantando de alegría por sentirnos amados por Dios.

Vivir sin el amor de Dios es algo que este mundo no puede superar, lo estamos viendo. En algún momento, desesperados de vivir sin Dios, imploraremos como el salmista: "Arranca Señor, mi vida de la muerte, mis pies de la caída", y entonces Dios nos resucitará de este estado de postración, de esa tristeza en que estamos viviendo. En Medjugorje nuestra Madre no espera a oir esa llamada desgarradora de sus hijos, se anticipa y quiere sanar nuestras heridas con su amor, para que no lloremos al padecer la frialdad que hay en el corazón humano, y nos dice: "Si supierais cuanto os amo, llorariaís de alegría". Ella ha sido enviada por Dios  para romper  nuestras ataduras con la actual cultura de la muerte, con la cultura de la tristeza. Dios es el Señor, no hay otro (Isaías 45): "Levantaos, alzad la cabeza, se acerca vuestra liberación, renovaos en la mente y en el espíritu y vestíos de la nueva condición humana. El que es de Cristo es una criatura nueva: lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado". Pues sí, esto y sólo esto es lo que necesita ahora la humanidad.

¿Qué tan lejos está Dios de nuestro corazón? ¿No es verdad que más que ver a Dios con los ojos del alma lo conocemos sólo con la mente?Vivimos a lo sumo una ideología cristiana, una doctrina moral con la que juzgamos constantemente, sin tener tiempo para abrir incondicionalmente los brazos a los nuestros. La Palabra de Dios, al ser la Verdad, tiene efectos muy distintos en el corazón humano a los que produce "la  palabra" que oímos en los medios de comunicación. Esa "palabra" que oimos sin parar en las ondas, nos deja vacíos, confusos, cansados, tristes, cabreados. No sabemos últimamente a qué hacer caso.

Sin embargo "la Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de doble filo: ella penetra hasta la raíz del alma y del espíritu, de las articulaciones y de la médula, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón". (Hebreos 4, 12.)

Al oír atentamente La Palabra de Dios ésta produce efectos sobre el estado anímico de los hombres y mujeres, les da la vida, así nos lo expresan muchos personajes de la Biblia:

Alegra el alma de tu siervo,

pues levanto mi alma hacia ti, Señor.

Bendice, alma mía, al Señor:

¡Dios mío, qué grande eres!

Él saca pan de los campos,

y vino que le alegra el corazón;

y aceite que da brillo a su rostro,

y alimento que le da fuerzas.
 

Hazme oír el gozo y la alegría,

que se alegren los huesos quebrantados.
 

Oh Dios, crea en mí un corazón puro,

renuévame por dentro con espíritu firme;

no me arrojes lejos de tu rostro,

no me quites tu santo espíritu...

y cantará mi lengua tu justicia.

Señor, me abrirás los labios,

y mi boca proclamará tu alabanza.

Gracias por tu palabra que está viva,

aquí la van diciendo nuestros labios;

Alma mía, recobra tu calma,

que el Señor fue bueno contigo:

Caminaré en presencia del Señor

en el país de la vida.



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