Disparates y Desfiguros

El país de la impunidad

2013-03-04

La SCJN no decidió ni la inocencia ni la culpabilidad de Florence; mas bien decidió...

Autor: Nemesio Rodríguez Louis

No tendríamos excusa si dejásemos de dar nuestra opinión acerca del controvertido caso Cassez y más considerando que es un tema que ha dado tanto que hablar.

La decisión de los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) en el sentido de liberar a Florence Cassez se apoyó en el hecho de que se habían violado derechos fundamentales de la acusada tales como el que no fue puesta de inmediato a disposición del ministerio público, que no se le avisó oportunamente al consulado francés y –quizás lo más importante- que, al transmitir por televisión imágenes filmadas se dañó su presunción de inocencia.

A pesar de que hubo fallas en el proceso que condenó a Cassez, ésa no era razón para liberar en unas cuantas horas a una procesada que todos sabían que era culpable. Conviene hacer algunas reflexiones de tipo jurídico.

La ley –por ser general, abstracta e impersonal- no puede preverlo todo. Es aquí donde entran en función los jueces cuyo trabajo consistirá en interpretar dichas leyes buscando siempre la solución más justa. Ahora bien, el problema radica en la forma en que dichas leyes son interpretadas.

La SCJN no decidió ni la inocencia ni la culpabilidad de Florence; mas bien decidió que era más importante el respeto a los derechos humanos en un proceso legal que la culpabilidad de la acusada. Y fue así como se le hizo justicia a la secuestradora más no a los secuestrados.

"Allá van leyes do quieren reyes" dice uno de los personajes de "El Quijote" con lo cual se da a entender que la ley la interpretan como mejor le conviene a quienes tienen el poder, sean los jueces por "motu proprio" o sea porque son presionados por el Jefe del Estado.

Entretanto Florece Cassez llegaba a París, caminaba sobre una alfombra roja al bajar del avión y era recibida afectuosamente por el Presidente Francois Hollande. Ni Santa Juana de Arco hubiera recibido tantos honores.

Ahora bien, aparte de las anteriores consideraciones de tipo jurídico, quisiéramos abordar el problema desde otro ángulo que, en cierto modo, explica la actitud del gobierno francés defendiendo a su ciudadana.

Para nadie es un secreto que la justicia mexicana sufre una crisis de confianza. ¿Cómo se explica que el peligroso narcotraficante Chapo Guzmán se haya fugado tranquilamente de la prisión de Puente Grande en Enero de 2001? ¿Qué opinan nuestros amigos lectores de aquella película "Presunto culpable" en la cual se condenó injustamente a un inocente?

¿Acaso no es algo del dominio público que, en este país, el dinero todo lo cubre haciendo que los peores delincuentes queden como blancas palomas? Solamente quien carece de recursos –aunque haya cometido una falta menor- va a dar con sus huesos a la cárcel.

Esa es la razón por la cual se dice que el derecho civil lo disfrutan los ricos en tanto que el derecho penal lo padecen los pobres.

¿Qué pensar de unos ministros de la Suprema Corte que apoyaron tanto la despenalización del aborto como las uniones de personas del mismo sexo?

¿Por qué razón, después de 20 años, no se ha esclarecido el asesinato del cardenal Posadas?

¿Por qué no satisface la explicación que se dio al caso Colosio?

Eso explica que el gobierno francés tuviera suspicacias y creyera que su ciudadana era víctima del corrupto sistema penal mexicano. Con sobrada razón, una de las víctimas, Ezequiel Elizalde, al conocer el fallo que liberó a Florence, exclamó: "Somos una porquería de país".

Y es que –apoyándonos en el fallo de la SCJN- si a Florence le violaron sus derechos, también se los violaron a su cómplice Israel Vallarta, razón por la cual también él puede quedar en libertad.

Entretanto, allá en París, la rubia de azules ojos interpreta magistralmente su papel de heroína declarando descaradamente a la opinión pública: "Luché contra todo un gobierno y voy a pelear por los que están allá".



EEM

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