¡Basta ya!

Se desmorona el sindicalismo tradicional

2013-03-06

Ese viejo sindicalismo estaba concentrado en aglutinar al mayor número de miembros en una...

Por Víctor Sánchez Baños

La incertidumbre es una posición incómoda. Pero la certeza es una posición absurda.

Voltaire (1694-1778) Filósofo y escritor francés.

La corrupción de un gran número de dirigentes sindicales provocó que los trabajadores pienses en otro tipo de representación ante tribunales y obviamente en su contraparte de los contratos laborales, que son los patrones.

La vieja concepción sindical, heredada de los cánones comunistas y socialistas de principios del siglo pasado, se enterraron desde los años sesentas cuando se recrudeció la guerra fría.

Ese viejo sindicalismo estaba concentrado en aglutinar al mayor número de miembros en una organización para hacerla poderosa, no sólo ante los patrones sino ante las instancias gubernamentales.

En México, se aprovechó esta figura desde el mismo gobernó, que en los años treinta aparentó estar del lado del obrero y los apoyaba con recursos económicos y logísticos, lo que convirtió a esa clase social en un instrumento de los gobernantes para lucirse al más puro soviético. Largos desfiles, uniformes nuevos, saludo al presidente y a los viejos (porque siempre fueron viejos) dirigentes.

Pero lo que siempre se supo, pero pocos denunciaban, fue el brutal enriquecimiento de esos dirigentes desde la época en que se inicia el Movimiento Obrero Mexicano, con Luis Morones, quien siempre se distinguió por usar trajes a la medida de los más finos casimires, joyas de insultante precio y una vida dispendiosa.

De ahí pasaron otros dirigentes como el añejado en el poder, Fidel Velásquez, quien vivía en una lujosa casa en Lomas de Chapultepec y sus hijos hicieron grandes negocios al amparo del poder de su padre. Y, así surgieron decenas, quizá cientos de dirigentes que se enrolaron en esa lucha por el poder y el dinero. Muchos, que podrían considerarse dirigentes "limpios" como algunos de la guardia comunista como Demetrio Vallejo o Valentín Campa, sufrieron encarcelamientos y su pobreza era evidente.

El sindicalismo oficial, se enriqueció y se volvió en un insultó a la clase trabajadora y, sobre todo, para el resto de los mexicanos. Todo al amparo del poder político.

Y, lo peor de todo es que aún sigue el mismo mecanismo generando ricos muy ricos y pobres muy pobres, en la relación obreros-líderes sindicales.



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