Editorial

Desarme mundial, ¿y México?

2013-04-08

Sabemos que los delincuentes están mejor equipados que las policías municipales y...

Editorial del "Semanario Desde La Fe"

Un acuerdo de gran importancia ha sido tomado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) el pasado 2 de abril, en el sentido de regular la venta de armas en el mundo.

El acuerdo contempla la creación del primer instrumento jurídicamente vinculante para todos los países, a fin de establecer reglas comunes que regulen el comercio global de todo tipo de artefactos bélicos, que en muchos casos, llegan a grupos terroristas, guerrilleros o criminales del mundo entero.

Se trata de una gran noticia porque las víctimas de ese mercado criminal suelen ser siempre personas totalmente inocentes, desde niños indefensos, hasta hombres y mujeres constructores de la sociedad, con su trabajo honesto y esforzado.

Desafortunadamente, no ha sido un acuerdo unánime, ya que junto a 154 votos favorables, hay 23 países que se abstuvieron, escondiendo en esta decisión una cierta oposición al control más estricto de la circulación de armas. No por mera casualidad están entre ellos los principales productores de armamentos.

Por otra parte, debemos recordar la reciente intención del presidente de los Estados Unidos de Norteamérica para limitar la venta indiscriminada de armas en su territorio ante las continuas masacres que se han dado a manos de enfermos mentales o jóvenes irresponsables. Se trata de propuestas muy tibias e insuficientes, pero al menos comienza a cuestionarse la mentalidad bélica de los norteamericanos.

En este nuevo escenario internacional, debemos preguntarnos cuál es la estrategia de nuestro país para desarmar a los delincuentes. Hay una iniciativa que ha tenido mucho éxito para desarmar a la población civil ofreciendo computadoras y dinero a cambio de las armas que se tienen en algunas familias; sin embargo, este programa, que  ha comenzado en la Ciudad de México y se ha extendido hacia algunos estados de la República, no llega a la raíz del problema: los grupos criminales.

Las estadísticas del tráfico ilegal de armas hacia la delincuencia organizada en México es cada vez más alarmante, ya que diariamente reciben un promedio de 700 armas nuevas, de las cuales en el sexenio anterior eran incautadas unas 90 cada día, mientras que el actual gobierno sólo logra interceptar unas 35 en promedio.

Sabemos que los delincuentes están mejor equipados que las policías municipales y estatales y, en muchos casos, que la Policía Federal, por lo que ha sido necesaria la intervención de las Fuerzas Armadas. En los primeros cuatro meses del nuevo gobierno la escalada de violencia criminal no ha disminuido, lo único nuevo es el silencio oficial sobre el tema.

Sabemos muy bien que ignorar un problema sólo redunda en agravarlo más, como lo muestran los datos fríos de las estadísticas. El mundo está tomando decisiones enérgicas para desarmarse, mientras que en nuestro país la situación se agrava ante un silencio cómplice, parecido al de aquellos que se abstienen para no comprometerse.



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