Disparates y Desfiguros

Reforma ciega

2013-04-13

Una verdadera reforma educativa tiene que empezar por construir escuelas y refaccionar las que lo...

Andrea Bárcena, La Jornada

¡Quieren meter a la paciente en un quirófano y no dejar entrar a los médicos! Eso evidencia su escaso o nulo conocimiento de los procesos educativos. Como toda mentalidad neoliberal, suponen los reformadores que el control y los inventarios en papel cuadrícula pueden reducir hasta los más complejos procesos humanos a fórmulas de cocina fácil. Primero habría que evaluar a los propios reformadores: ¿cuánto saben realmente sobre los procesos educativos y sobre las condiciones en que funcionan nuestras escuelas?

"Si realmente se buscara transformar para bien la educación en México, se tendría que empezar por llegar hasta cada aula olvidada, en donde se encuentran los niños indígenas, los más pobres, y abrazarlos muy fuerte a ellos y a sus maestros y pedirles perdón", dice la maestra Raquel, con sus 40 años de magisterio.

Una verdadera reforma educativa tiene que empezar por construir escuelas y refaccionar las que lo necesitan, que son la mayoría.

Parecen olvidar los reformadores que en este ciclo escolar quedaron 4 millones de niños fuera de la educación básica; entonces lo que más falta son –para empezar– maestros y escuelas. ¿Cuál será la estrategia para dar escuela al 50 por ciento de los prescolares que viven hoy en la pobreza?

Quienes crean que una verdadera reforma educativa puede hacerse sin la participación de los maestros deben conocer la película La educación prohibida: más de 90 entrevistas a educadores de Hispanoamérica. Un recorrido por ocho países y por 45 experiencias educativas no convencionales hace de esta película un documento indispensable.

La educación prohibida se financió colectivamente por 704 coproductores; es un proyecto independiente que puede verse en Internet, copiarse y distribuirse gratuitamente, ya que se hizo para estimular el surgimiento de nuevas formas de educación.

Una reforma educativa de calidad debe empezar por una evaluación de las escuelas hecha por los mismos maestros, estado por estado, escuela por escuela; escuchar sus propuestas y tomarlas muy en serio. Porque, como se muestra en esta cinta, los saberes que sólo los maestros tienen son indispensables para transformar la educación y no pueden sustituirlos planificadores y administradores.

Los exámenes han de ser sólo para mejorar métodos, no para descalificar a nadie. El buen maestro no es el que sabe todo, sino el que sabe acompañar a sus alumnos en la construcción de conocimientos propios. Pese a todo lo que medios y gobierno han denigrado a los maestros, no podrán detener su lucha valiente y digna. Vamos con ellos por una mejor educación pública, gratuita y obligatoria para nuestros hijos.



KC