Disparates y Desfiguros

Los platos rotos del Ejército y la política mexicana

2013-05-20

Te llega ya sea por correo electrónico o a través de las redes sociales en una...

Por Miguel Ángel Castillo

"-Agarra el plato y tíralo al suelo. – Listo. - ¿Se rompió? – Sí. – Ahora pídele perdón. – Perdón. -¿Volvió a estar como antes? – No. -¿Entendiste?"

La ‘conversación' anterior es una de esas que circulan en la red casi en forma de estampita milagrosa y que te llega ya sea por correo electrónico o a través de las redes sociales en una especie de reflexión romántica sobre el daño que podemos llegar a hacer sin pensar en lo irreversible de las consecuencias.

Quien esto escribe no puedo evitar asociarla con la imagen de dos chicas posando en un vehículo del Ejército mexicano tomada durante una exposición en Durango, en una especie de acercamiento con la población que por supuesto lleva consigo un intento de mejora en la percepción que tiene la gente de las filas castrenses en medio de una lucha contra el crimen organizado.

Por años, una de las instituciones que más respeto imponía en México fue el de las fuerzas armadas, debido a su participación en momentos clave de desastres naturales a lo largo y ancho del país pero más que nada, por ser uno de los pocos, tal vez el único sector, en el que veíamos que la responsabilidad y honestidad imperaba y donde la corrupción difícilmente podía permear.

Tanta confianza y respeto ya no son los mismos luego de un sexenio que involucró a los militares en terrenos sensibles, mermando de forma grave su reputación tras los escándalos, omisiones y abusos ventilados en varias zonas del país y peor aún,  cuando sus altos mandos se vieron envueltos en una serie de acusaciones que llevó incluso a generales a la cárcel en medio de una serie de intrigas propias de un drama de telenovela mal armada.

Si eso pasó con una institución de ese calibre en muy poco tiempo, ¿qué pasa entonces con todas las demás en el gobierno que un día sí y otro también son protagonistas de hechos vergonzosos, tanto en el poder ejecutivo, como en el legislativo y el judicial? Los hechos nos muestran que la pérdida de confianza en los servidores públicos es algo que poco o nada les importa a los políticos, sin darse cuenta que con cada una de sus acciones provocan un daño que nunca volverá a dejar las cosas igual.

Con cada gobernador que deja a sus estado endeudado con sumas millonarias; con cada funcionario que rebasa los límites del cinismo y ejerce su nicho de poder sin discreción de tal forma que hasta sus familiares hacen uso de él; con cada uno de aquellos que pasa por la administración pública y da visos de vivir más allá de las posibilidades que su sueldo le da; con cada evento de desvío de recursos en época de elecciones; líderes sindicales que no velan por sus agremiados; policías que no vigilan pero extorsionan; educadores que no educan y en cambio destruyen; con cada uno de esos casos, lo que se dinamita es el tejido social que provoca polarización, inconformidad, frustración y desencanto en ese 99.9% de la gente que no vive del erario pero que sí lo sostiene.

Que alguien como Andrés Granier presuma en estado alcohólico su guardarropa, que un procurador que defiende a todos menos al consumidor tenga que ser despedido porque no pudo hacerse a un lado en el momento oportuno, o que César Nava sea acusado de fraude por la mina de oro que significa Pemex mientras sus propiedades se multiplicaban, cada una de esas situaciones significan platos rotos, que pese a los mil perdones que les soliciten después, jamás volverán a ser los mismos.

Si acaso, con el paso de mucho tiempo que tal vez no nos toque ver a nosotros, la vajilla de la confianza que tardó siglos en adquirirse y tan solo un tropiezo en quebrarla pueda ser sustituida o por lo menos pegada dejando heridas y cicatrices. Pero eso será cuando surja alguien que en verdad le importe el valor que conlleva el prestigio de cada institución. Mientras tanto, la pregunta del millón: ¿quién cree que paga esos platos rotos?

Y todo por no usar una Manchester

Cuando el ex gobernador de Tabasco, Andrés Granier, asegura que su guardarropa no es más amplio que el de Paris Hilton sino simplemente una ocurrencia de una noche de copas una noche loca, nadie le cree. En este espacio tenemos que decir que tras analizarlo tenemos dos vertientes no para justificarlo, sino para entenderlo. Por un lado, es más o menos creíble que no cuente con tantísimas camisas, trajes, zapatos y tenis, sobre todo cuando no hacía más que usar las mismas finuras en eventos públicos. Pero en caso de que sí se haya vuelto loco por las compras (porque los niños y los borrachos siempre dicen la verdad) existe una razón bien lógica y es que andaba en la búsqueda de una prenda que realmente lo hiciera sentir a gusto y nadie le dijo que la vía mas rápida para eso era adquirir una Manchester. Qué culpa tiene él de ser exquisito y de buen gusto y de que no entienda nadie que todo lo hizo por el bien de todos los que viven en esos climas tropicales para que no digan que lo único que visten son guayaberas. Que no aparezca y desde algún lugar de la selva de Miami mande sus comunicados es otra cosa. Pero es que si viene, son capaces de arrugarle el saco. Y oígame no, todo menos eso.

Un Peña digno de telenovela

Pero no es el que ustedes creen, aunque también usa copete y pertenece al PRI. Cuando todos pensábamos que ya habíamos visto todo en materia de coptación de votos surgió Carlos Peña, candidato a la presidencia municipal de Zacatecas, y nos dio una lección de cuán lejos se puede ir para ganarse esos corazones que con meras capacidades no pudo lograr. Y es que aunque usted no lo crea (a estas alturas ya debe estar curado de espanto o con ciertos espasmos) el contendiente aprovechó que el fin de semana pasado llegó a su fin la telenovela de Televisa, Amores Verdaderos, y repartió volantes con su cara de galán y sonrisa Colgate para que la gente acudiera a la colonia Tres Cruces donde prometió que habría pantallas gigantes, palomitas y un mitin. Por supuesto que la gente acudió en masa, después de todo, era mucha el ansia por saber cómo terminaban esos truculentos vericuetos entre Victoria Balvanera, José Ángel Arriaga, Nelson Brizz, Kendra Ferreti y Nikki. Si para eso vinimos a este mundo y este candidato bien que hizo su estudio de mercado (que sepa administrar un municipio ahí sí, quien sabe). Y además, unas palomitas no se le niegan a nadie.

¿No que no tronabas pistolita?

Bien dijo Humberto Benítez Treviño que nunca le pasó por la cabeza renunciar a su cargo como titular de Profeco. Lo que pasa es que su hija no lo dejaba, porque él ya sabía que no era una decisión que él pudiera tomar. Tuvo que venir una orden directa del Presidente Enrique Peña Nieto para que #DaddyProfeco fuera despedido con el fin de no afectar la imagen de este gobierno que bien claro nos ha dejado que si algo le importa es precisamente el destello que emite al horizonte y al infinito y más allá. Tanto le preocupa el qué dirán (¡no vaya a enterarse la ¡Hola!, Quién o Caras!) que mantiene a Rosario Robles en su cargo, pues lo importante no es qué hizo, sino quién se lo pide, y aquí se trata de no mostrar debilidad ante las peticiones de los partidos que nomás lo andan midiendo. Pero si de imagen se trata, lo que si de plano no entendemos es la presencia de un prócer como Vicente Fox (con Martita incluida, of course) para levantar el raiting en uno de sus eventos. Aquí si de plano derrapó el preciso; qué necesidad de tenerlo ahí si de elevar el nivel se trataba. Seguramente el Señor de las Botas estuvo como cuchillito de palo y lo mejor fue invitarlo para quitárselo de encima por otros seis meses más. Y luego dicen que el Presidente no hace esfuerzos ni sacrificios.

El premio mayor

Conmovedor ha resultado el destino de la ex procuradora Marisela Morales quien luego de armar todo un teatro guiñol en la procuración de justicia y no poder sostener ni uno de sus casos estrella, fue ‘premiada' con el nombramiento de cónsul en la ciudad de Milán, Italia, a la más pura usanza de las costumbres priistas donde además de exiliar los personajes incómodos, los mandan a donde nadie se acuerde de ellos, como aquel que manda a Firulais a la azotea cuando llegan las visitas o mete el polvo debajo del tapete. Por supuesto que ha causado indignación que en lugar de un debido proceso a la mujer con ‘corazón de piedra' se le incorpore al servicio diplomático. Pero eso es porque nadie ve el trasfondo y las verdaderas intenciones. Ni ella misma ha de saber que la mandan al lugar donde tendrá que esquivar un día y otro también las miradas pasionales de Silvio Berlusconi, quien pone el ojo en todo lo que se mueve. ¿Y ustedes creían que mandarla más allá del charco era un premio? Esperen a que conozca a Il Cavaliere. Aunque con los antecedentes de Marisela puede que el castigo sea al revés. 



EEM

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