Incapacidad e Incompetencia

El origen de nuestras tribulaciones

2013-05-22

En primer lugar, la construcción de una sociedad democrática en México...

Ricardo Pascoe, Excelsior

El país se encuentra en un estado de conflicto y confusión. No es un sólo partido en conflicto, sino todos. No es una sola entidad federativa con incertidumbre, sino todas; no es un solo problema, sino muchos, interconectados y entremezclados. Más allá de las diferencias ideológicas y los intereses políticos y económicos que mueven a la confrontación, es posible identificar orígenes de los problemas que enfrentamos como nación como para, si no resolverlos, por lo menos tener la conciencia de por qué hemos llegado a este lastimoso puerto.

En primer lugar, la construcción de una sociedad democrática en México partió de instituciones existentes en el momento y que siguen vigentes, pero antidemocráticas y probablemente fallidas.  Después de 2000 y el "cambio" todo siguió igual. Las mismas instituciones, las mismas prácticas, los mismos vicios. No hubo una revolución institucional, ni una gran transformación de las formas y métodos de procesar la toma de decisiones. Por tanto, no se consolidó la legitimidad democrática en la cabeza de la sociedad.

En segundo lugar, la economía se ha vuelto más, no menos, concentradora de la riqueza. Los monopolios privados y públicos se han afianzado y extendido sus tentáculos hacia los rincones más oscuros de la economía. Si bien ha crecido la clase media, también se ha mantenido, casi igual, la pobreza y la extrema pobreza. En casi nada se ha reducido. La informalidad crece más rápidamente que la economía formal, contando con la poderosa impronta del crimen organizado: narcotráfico, piratería, secuestro, cobro de piso, trata de personas.

En tercer lugar, la violencia crece y se reproduce en cada vez más espacios de la República. El crimen extiende su influencia y control. No disminuye. Más bien, cada vez son más los mexicanos cuyas vidas son tocadas, y trastocadas, por el fenómeno del crimen. No deja de ser irónico que Calderón empezó el combate al crimen en Michoacán… y Peña también. El fenómeno estructural del impacto del crimen en la vida de una sociedad deformada y con una economía aletargada no puede negarse.

En cuarto lugar, los conflictos sociales en torno a las propuestas legislativas del Pacto por México se van a agudizar, no aminorar. La reforma educativa, ya aprobada, sin embargo, no es un hecho consumado, como no lo es tampoco la ley de telecomunicaciones. Y viene el tema de IVA y la apertura de Pemex a la inversión privada. Es previsible una revuelta social en los próximos meses y años debido a estos acuerdos. Junto con ello, empieza a darse una peligrosa confluencia de intereses al margen, o en el límite, de la ley: guerrilla, autodefensas, narcotráfico y protestas sociales.

Por último, la derrota de México en su propósito de lograr la dirección de la Organización Mundial del Comercio demostró que el camino seguido desde 1994, con nuestro ingreso al TLCAN, ha reportado un costo alto para la diplomacia. El país, cada vez más aislado en el club de países ricos, abandonó su relación con países pobres o emergentes, empezando por América Latina. El aplauso en foros internacionales era más valorado que la relación con la masa de países que votan en los organismos internacionales, y así nos fue. Detrás de nuestra "visión" de lo internacional subyacen valores que han desviado al país del rumbo equilibrado que la política exterior debiera contener.

Estas cinco áreas de conflicto (democracia, economía, seguridad, conflicto social y globalidad) son el trasfondo de las tribulaciones que sufre la nación. Y en él se retuercen las fuerzas políticas, económicas, sociales y, por qué no, la ciudadanía en general. Así que cuando uno ve que entra en crisis uno u otro partido u actor de las circunstancias, lo más recomendable no es vanagloriarse de las penurias y sufrimientos del otro, sino prepararse para enfrentar la crisis propia.

Tal es la dimensión y alcance de la crisis institucional, económica, social y de seguridad. Nuestras tribulaciones requieren, para empezar a resolverse, el concurso de todos o todos estaremos condenados a vivir postrados ante un virtual muro de lamentaciones por todos los tiempos.          



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