Reportajes

Murió Nelson Mandela

2013-12-06

WSJ

Nelson Mandela, quien ascendió desde su rol de militante contra el apartheid hasta convertirse en el presidente unificador de una Sudáfrica democrática y un símbolo de la reconciliación racial, murió en su casa de Johannesburgo tras una prolongada estadía en un hospital de Pretoria, informó hoy el presidente Jacob Zuma. Tenía 95 años.

"Falleció en paz", dijo Zuma durante un discurso televisado. "Es un momento de profunda tristeza. Nuestra nación ha perdido a su hijo más grande", agregó

Mandela pasó casi tres meses en el hospital hasta septiembre, inicialmente debido a una infección pulmonar. Fue la más reciente de una serie de dolencias cada vez más serias que batalló el primer presidente negro de Sudáfrica desde que contrajo tuberculosis durante las casi tres décadas que pasó en prisión por oponerse al el régimen de la minoría blanca.

Tras haber sido dado el alta, funcionarios sudafricanos habían dicho que Mandela seguía en un estado "crítico pero estable". En los últimos días, algunos miembros de su familia admitieron su estado precario, mientras un país que lo admira y personas que le deseaban una recuperación en todo el mundo comenzaron a aceptar su mortalidad.

Los entonces presidentes de EE.UU. Bill Clinton (derecha) y de Suráfrica, Nelson Mandela, visitan en marzo de 1998 la cárcel donde estuvo detenido el líder surafricano.

Aunque Mandela había dejado la presidencia en 1999, siguió siendo una figura paterna para un país que atravesaba un fuerte cambio económico y político. La economía de Sudáfrica ha tenido problemas para crecer a un modesto 2%, muy por debajo de las metas del gobierno de 7%, mientras que el desempleo entre los jóvenes se acerca a 80%. En los últimos años, han surgido protestas en pueblos predominantemente negros debido a la mala calidad de los servicios públicos y una falta de oportunidades laborales. Muchos sudafricanos negros jóvenes, nacidos luego de la llegada de la democracia en 1994, canalizan su frustración hacia el gobierno actual, encabezado por el Congreso Nacional Africano de Mandela.

Fue como prisionero que Mandela se convirtió en un referente de la oposición contra el apartheid. Luego de ser condenado a cadena perpetua en 1964, pasó más de un cuarto de siglo detrás de las rejas, la mayor parte del tiempo en una prisión de máxima seguridad en Isla Robben, cerca de la costa de Ciudad del Cabo.

Para cuando fue liberado de otra prisión en 1990, la situación era distinta. Sudáfrica se había convertido en un país paria y Mandela lideraría la reconciliación de su país con un mundo que había rechazado su gobierno racista.

Junto al presidente sudafricano F.W. de Klerk, con quien se había reunido en secreto junto a otros funcionarios del apartheid en prisión, Mandela desarmaría la maquinaria del dominio político blanco a través de negociaciones concienzudas. Esas conversaciones sentaron las bases para la elección en 1994 del primer presidente negro, el mismo Mandela.

En el proceso, Mandela también emergió como un símbolo internacional de la libertad y la igualdad.

Mandela heredó un país fracturado. Lo sacó del borde de una guerra civil, formando un gobierno de unidad nacional que demolió el apartheid y estableció una Constitución que es una de las más liberales del mundo en términos de derechos humanos, que, por ejemplo, condena la discriminación por orientación sexual. Luego, Sudáfrica se convirtió en el primer país en el continente en legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo.

La Comisión de la Verdad y la Reconciliación que encabezó aceleró el fin del conflicto racial al otorgar amnistía a cambio de testimonios, y se convirtió en un modelo para solucionar conflictos aparentemente intratables en otros países. Timor del Este, Liberia y Perú estuvieron entre los países que seguirían el ejemplo de Sudáfrica.

Mandela y sus compañeros del Congreso Nacional Africano avanzan hacia el tribunal donde serán juzgados por "traición" en 1956.

En aquel momento, la prioridad de Mandela era, como él lo expresó, encontrar el "punto intermedio entre los temores blancos y las esperanzas negras". Pero también necesitaba reconciliar distintas facciones dentro de su partido, el Congreso Nacional Africano (CNA). Algunos influyentes líderes del CNA querían adoptar una postura más dura contra los blancos luego de triunfar en las urnas, y otros proponían un impuesto a la riqueza para acelerar la redistribución de los recursos del país, según Verne Harris, un historiador del Centro Nelson Mandela de la Memoria, que alberga los archivos del ex presidente.

Durante sus seis décadas en la arena pública, Mandela fue cambiando de posturas. Inicialmente puso su fe en la antiviolencia al estilo Gandhi, pero cuando las huelgas y las protestas comenzaron a parecer inútiles, fundó una banda de saboteadores. Creía en la obediencia al partido, pero actuó de forma unilateral en momentos clave de la lucha. Fue partidario de nacionalizar las minas de Sudáfrica, pero luego cambió de parecer cuando la medida amenazaba con privar a la alicaída economía de un capital muy necesario.

Incluso críticos ocasionales aludían a Mandela como el adhesivo político que mantenía unido a su partido, y luego al país.

El presidente de la era del apartheid, De Klerk, quien se desempeñaría como el segundo de Mandela luego de las primera elecciones democráticas del país, afirmó que su ex adversario "podía ser brutal" a la hora de negociar. Pero la dupla, que compartió el premio Nobel de la Paz en 1993 por la transición democrática del país, pudo lograr que seguidores con visiones radicalmente distintas alcanzaran acuerdos.

Mandela, cuando era presidente en 1994, saluda a jóvenes en Durban, el 16 de abril de 1994.

Rolihlahla Mandela —"Nelson" fue agregado cuando ingresó al colegio— nació el 18 de julio de 1918. Su padre fue un jefe de la tribu Thembu de la etnia Xhosa en Sudáfrica. Creció en un pueblo de chozas de barro y techos de pasto en el territorio conocido antes como el Transkei. Las mujeres cultivaban maíz, zapallos y frijoles; los hombres dejaban a sus familias para trabajar en campos o minas de propiedad de blancos. En ese momento los blancos tenían pocos derechos en el nuevo país, fundado por inmigrantes europeos blancos conocidos como afrikáneres.

Mandela fue el primero de su familia en asistir a la escuela y a la larga obtuvo un título en leyes en Johannesburgo. Esperaba conseguir un empleo en el gobierno, en el Departamento de Asuntos Nativos, lo más alto a lo que podía aspirar un negro en ese entonces.

Su lucha por los derechos civiles incluía "una acumulación constante de mil desprecios, mil indignidades, mil momentos olvidados, que produjeron en mí una amargura, una rebeldía, un deseo de luchar contra el sistema que empobrecía a mi gente", escribió en su autobiografía, titulada El largo camino hacia la libertad.

Su unió al CNA y ayudó a fundar su Liga Juvenil. En sus primeros años como activista, Mandela vio con profunda sospecha a los comunistas blancos, de quienes temía que se apoderarían del movimiento de liberación negra. En algún momento intentó sin éxito expulsar a los miembros comunistas al CNA. Sin embargo, años después se acercaría a los comunistas de Sudáfrica y los consideraría aliados clave. También se manifestaría a favor de un camino socialista hacia el desarrollo, pero, a diferencia de otros líderes del CNA, nunca se identificaría como un marxista.

"Creía que sería un nacionalismo africano puro, y no el marxismo ni el multiracismo, lo que nos liberaría", escribió.

El CNA se convirtió en el centro de la resistencia al apartheid, el sistema sudafricano de segregación racial, introducido luego de que el Partido Nacional llegara al poder en 1948. El sistema convirtió en ley las distinciones raciales, y prohibía las relaciones interraciales, al imponer que las razas vivieran separadas y requerir que todos los sudafricanos fueran registrados por raza.

En respuesta a las nuevas restricciones, Mandela encabezó una serie de huelgas y protestas en las que los miembros usaban instalaciones reservadas para los blancos. Por su rol en la campaña, Mandela tuvo prohibido aparecer en público durante tres años, hasta 1955.

Al año siguiente, Mandela y varios otros miembros ejecutivos del CNA fueron acusados de alta traición y conspiración para derrocar el Estado, cargos que eran castigados con la pena de muerte. El juicio se postergó, y en 1961 fue absuelto.

Años de enfrentamientos con las autoridades, incluida la masacre de Sharpeville en 1960 en la que 69 manifestantes fueron asesinados por la policía, persuadieron a Mandela de abandona su compromiso con la no violencia. Organizó una unidad de sabotaje y pasó a la clandestinidad, disfrazado como chef, chofer o jardinero.

Mandela fue arrestado en 1962 y fue enjuiciado por incitar a huelgas. En lugar de defenderse de los cargos, acusó al estado del apartheid con un discurso de cuatro horas que se convirtió en uno de los textos fundacionales de un estado post-apartheid. Fue sentenciado a cinco años de prisión.

Meses después, fue acusado de sabotaje y conspiración para derrocar al gobierno, un crimen capital, luego de que una redada policial en una granja en Johannesburgo develara planes guerrilleros en el país. Esta vez fue sentenciado a cadena perpetua, junto con otros siete miembros del CNA.

En la apertura de lo que se conoció como el Proceso de Rivonia, Mandela pronunció otro largo discurso que terminó con su visión para una nueva Sudáfrica, y lo que estaba dispuesto a dar para lograrlo.

"Durante mi vida, me he dedicado a esta lucha del pueblo africano. He luchado contra el dominio blanco, y he luchado contra el dominio negro. He abrazado el ideal de una sociedad democrática y libre en la que todas las personas conviven en armonía y en igualdad de oportunidades. Es un ideal por el que espero vivir y que espero alcanzar. Pero si es necesario, es un ideal por el que estoy dispuesto a morir", dijo.

Mandela, entonces de 46 años, pasó los siguientes 25 años como prisionero, los primeros 18 en la Isla Robben.

Ingresó a la prisión como un militante que no falló en su intento de derrocar un gobierno, pero salió como un líder que logró construir un país nuevo sobre una plataforma de paz y reconciliación entre las razas.

En la cárcel, Mandela organizó huelgas de hambre por las pésimas condiciones, sobre todo para los negros, y se mantuvo en contacto con otros miembros del CNA al esconder mensajes en recipientes de comida o cajas de fósforos.

Su mayor batalla en la prisión fue por la supervivencia del movimiento anti-apartheid, que peleó con otros prisioneros políticos. Lo que aprendió, dijo, fue el valor de unirse para compartir información, soportar dificultades y desafiar los intentos por quebrar el espíritu humano.

Afuera, la lucha en Sudáfrica se había vuelto cada vez más violenta. El CNA y otros combatientes del apartheid fueron arrestados, detenidos y torturados. Mandela se convirtió en el rostro de la lucha que trascendió las fricciones entre los movimientos por la libertad y logró articular la meta de los que luchaban contra el apartheid de una forma que otros no pudieron.

La mayor contribución de Mandela fue su decisión de comenzar a negociar con el Estado del apartheid mientras aún estaba encarcelado. Pero el gobierno, cada vez más aislado internacionalmente, buscaba una salida a la situación. Sudáfrica mantuvo las negociaciones en secreto, y Mandela no informó a sus compañeros del CNA.

Siguieron cinco años de reuniones privadas entre Mandela y distintos funcionarios, hasta que en última instancia se reunió con el presidente, De Klerk. En su discurso inaugural ante el Parlamento ese año, De Klerk levantó la prohibición a los partidos opositores y anunció la liberación de los prisioneros políticos, incluido Mandela. Luego comenzaron las conversaciones entre su gobierno encabezado por afrikáneres y los partidos de oposición, incluido el CNA de Mandela.

"La temporada de la violencia ha terminado", dijo De Klerk en ese entonces. "El tiempo de la reconstrucción y la reconciliación ha llegado".

Mandela fue liberado el 11 de febrero de 1990. Al salir de la prisión, levantó su puño ante una ovación de la gran cantidad de gente que se había reunido para saludarlo.

Muchos blancos lo apoyaban, y se habían sumado a las protestas a favor de su liberación. Pero aún había enojo de los negros por el apartheid.

Las tensiones étnicas salieron a flote y se desataron peleas callejeras. El país cayó preso de la violencia, que obstaculizó las conversaciones antes de que siquiera comenzaran.

Tras un gobierno de transición de cuatro años, se celebraron elecciones el 27 de abril de 1994, abiertas por primera vez en la historia de Sudáfrica a todos los hombres y mujeres en edad de votar. Mandela fue elegido presidente.

En 1996, se divorció de su esposa. Winnie Mandela era una popular figura anti-apartheid pero la acusaban de estar involucrada en abusos de derechos humanos y corrupción. Mandela, sin embargo, se reprochaba a sí mismo haber estado ausente durante sus dos décadas en la cárcel, dejando a Winnie la crianza de sus hijos, cuando no estaba encarcelada ella también.

Al terminar con el gobierno de la minoría blanca de forma pacífica, a través de acuerdos con De Klerk, Mandela fijó un nuevo estándar para resolver conflictos mucho más allá de Sudáfrica. Mostró cómo países divididos por violencia étnica, racial o religiosa y por el odio podían comenzar a unirse, incluso si ese proceso ha sido más doloroso y ha llevado más tiempo del que la mayoría esperaba.

A diferencia de muchos líderes africanos considerados héroes y defensores de la libertad, Mandela dejó el poder luego de sólo un mandato. Estableció tres fundaciones en su nombre, dedicadas a la tolerancia y a preservar la historia de la lucha anti-apartheid. Se casó con su tercera esposa, Graça Machel, el día de su cumpleaños número 80, y se instaló en una amplia casa en los suburbios de Johannesburgo.

En los últimos años de su vida, Mandela se retiró mayormente de la vida pública, y pasó tiempo con sus hijos y nietos en el pueblo rural de Qunu en el Cabo del Este, cerca de donde nació. Pero siguió siendo leal al CNA, y apareció en un acto público en un estadio de fútbol durante la campaña presidencial de Jacob Zuma en abril de 2009, donde fue recibido por una ovación ensordecedora.

Una de sus últimas apariciones públicas fue durante la apertura del Mundial de Fútbol en 2010 en Johannesburgo. Durante los años siguientes, las visitas de Mandela al hospital desataron el temor del gobierno y los medios. La ansiedad dejó de manifiesto cuán interesados seguían los sudafricanos por recibir información sobre el ex prisionero político que se convirtió en el primer presidente negro del país, una transición que cambió la forma en que el mundo veía a Sudáfrica y cómo los sudafricanos se veían a sí mismos.



EEM

Notas Relacionadas



Utilidades Para Usted de El Periódico de México