Summum de la Justicia

La detención de los Abarca

2014-11-11

Lo malo es que las versiones oficiales, sobre todo en el caso de los desaparecidos en Iguala, no...

Miguel Ángel Velázquez, La Jornada

A eso de las tres de la mañana del 4 de noviembre, las fuerzas policiacas del Distrito Federal, tanto la preventiva como la judicial, recibieron la orden de no interferir en el operativo que se estaba efectuando en Iztapalapa.

Desde las oficinas federales encargadas de la estrategia del operativo se pedía, mejor dicho, se daba la orden. Los federales estaban a cargo de algo que ningún mando en el Distrito Federal sabía. Ni el procurador Rodolfo Ríos ni el jefe de la policía, Jesús Rodríguez Almeida, tenían idea de cuál era el objetivo en el trabajo que se desarrolló en la delegación Iztapalapa.

Ambos, el procurador y el secretario de Seguridad, habían sido enterados, después de las 2.30 de la madrugada, de que las fuerzas policiacas federales estaban actuando en Iztapalapa, pero nunca se les dijo de qué se trataba. Un cerco de uniformados se distribuyó por las calles de la colonia Los Tenorios, pero ninguno pertenecía al Gobierno del Distrito Federal.

Era obvio que algo no se quería decir, que había que ocultar algo a ojos extraños, en este caso a los ojos de las policías del DF, y es que la historia sólo debería tener una versión: la que daría la Procuraduría General de la República, ninguna otra. Por eso el sigilo, por eso el relato de la supuesta captura de la pareja Abarca sólo podría salir de las oficinas del procurador Jesús Murillo Karam.

Lo malo es que las versiones oficiales, sobre todo en el caso de los desaparecidos en Iguala, no tienen credibilidad; de ellas se duda por sistema y las contradicciones entre el discurso y, por ejemplo, las imágenes en video que circularon por todos los medios de comunicación, echaron dudas sobre las dudas.

El jefe delegacional de Iztapalapa, Jesús Valencia, tocó todas las fibras de la incertidumbre cuando advirtió que no estaba seguro de que la supuesta captura se hubiera efectuado en Iztapalapa, y aunque no lo dijo, parecía implícita la idea de que el gobierno federal había ido a la delegación a sembrar a la pareja de delincuentes, y por eso nadie, ni las policías, y menos aún el delegado, habían sido informados a tiempo sobre el accionar de los federales.

Ahora corre un par de versiones acerca de la pareja Abarca. Por un lado se dice que la captura se habría efectuado en Veracruz. Un día antes se dijo que las policías federales habían desplegado un fuerte operativo en alguna colonia del puerto, donde se aseguraba que se escondía la pareja, y que allí se les detuvo, pero que fueron trasladados a la ciudad de México, por órdenes superiores.

La otra señala que los Abarca se entregaron, también en Veracruz, pero no que fueron descubiertos por los sistemas de inteligencia del gobierno federal, como se relató antes, sino que su fuga no tenía destino, que se sentían acorralados, eso sí, y que en esas circunstancias se dieron a la policía, cosa que no debería saberse.

El argumento para negar la posible entrega fue que un acto de esa naturaleza tendría que invitar a pensar en un acuerdo entre el gobierno y la pareja de delincuentes, versión inaceptable para las autoridades que, cada vez se dice con más fuerza, fueron a sembrar a la pareja en Iztapalapa, ahora hay que saber, entre otras cosas, ¿por qué?



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