Cabalístico

Laicismo inconstitucional

2015-11-06

Si se expulsa a la religión de la escuela, ¿no habría que hacer lo propio...

Autor: Antonio Barnés Vázquez

Si se expulsa a la religión de la escuela, ¿no habría que hacer lo propio entonces con las ideologías estatalistas, nacionalistas, capitalistas y cientificistas?
 
En un reciente debate televisivo, Pablo Iglesias, jefe de Podemos, afirmaba, lleno de satisfacción, que había que cobrarle el IBI a la Iglesia. Es discutible lo del IBI. Lo que no es discutible es la desproporción entre lo que ayudan a los pobres Podemos y Caritas. Porque una cosa es hablar, y otra hacer. Después llega Pedro Sánchez, del PSOE, y dice que hay que echar la religión de la escuela en nombre del Estado laico. Es curioso, porque la palabra laico no aparece ni una sola vez en la Constitución. Lo que se dice en su artículo 16.3 es: "Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones". Pedro Sánchez confunde su programa con la Constitución. Es lo de "El Estado soy yo", de Luis XIV.
          
Una cosa es el Estado confesional, con una religión oficial, y otra el Estado aconfesional, sin religión oficial pero sin necesariamente una valoración negativa de la religión y de las iglesias y confesiones en el espacio público. Es deplorable el clericalismo, es decir, la "influencia excesiva del clero en los asuntos políticos", como define el diccionario de la RAE. Pero también es deplorable el hostigamiento a la religión en general y a la Iglesia católica en particular. La función de los gobiernos ha de ser subsidiaria. Han de promover el bien común y la justicia, pero no controlar todas las instancias. No estamos en Esparta. Los hijos no son del Estado, sino de sus padres, y es a ellos a quienes corresponde el primer deber educativo. Si los padres quieren que sus hijos estudien religión, el Estado no tiene por qué ningunearles.
          
Es cierto que en el llamado Antiguo Régimen el trono y el altar colaboraban a menudo (no siempre), y que esa colaboración no pocas veces favorecía el clericalismo. Pero también es cierto que el Estado contemporáneo ha alcanzado un excesivo poder, y se ha transformado a menudo en una especie de Gran Hermano que apisona la libertad de los ciudadanos. En el siglo XVIII algunos pensaban que la religión había provocado demasiadas guerras. Por eso la Edad Contemporánea nace expulsando a la religión de su pensamiento dominante, rechazando la cristiandad y consagrando el Estado, la Nación, el Mercado y la Ciencia. Pero las colonizaciones y guerras mundiales de la Edad Contemporánea no se han llevado a cabo precisamente en nombre de la religión. Si se expulsa a la religión de la escuela, ¿no habría que hacer lo propio entonces con las ideologías estatalistas, nacionalistas, capitalistas y cientificistas?



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