Internacional - Población

La tregua en Siria, endeble pero genera esperanza

2016-09-13

Estos son los términos del acuerdo, negociados por EU y Rusia: se detendrán todos los...

Por Anne Barnard y Hwaida Saad, The New York Times

BEIRUT, Líbano — El alto el fuego que comenzó el lunes en Siria está cargado de simbolismo.

Coincide con la fiesta musulmana de Eid, que recuerda que Abraham aceptó sacrificar a su hijo por orden de Dios. Ese relato es central para el islam, el judaísmo y el cristianismo, y una metáfora recurrente en muchas culturas sobre el sacrificio de los jóvenes en favor de sus mayores durante las guerras.

Los musulmanes sacrifican un cordero en esta fiesta, normalmente en público, y muchos sirios tenían una sensación ambivalente al ver como corría la sangre por el pescuezo del animal. Durante el fin de semana, los bombardeos sirios con apoyo ruso mataron casi a 100 personas y la artillería rebelde cayó en varias zonas controladas por el gobierno mientras los insurgentes en el sur del país anunciaban una nueva ofensiva.

No está claro en qué medida los combatientes sirios están comprometidos con un plan de alto el fuego que ha sido negociado a sus espaldas.

Estos son los términos del acuerdo, negociados por Estados Unidos y Rusia: se detendrán todos los ataques, excepto aquellos dirigidos contra el Estado Islámico y los grupos vinculados. Pero el público no sabe cual es la definición territorial que Rusia y Estados Unidos han pactado como zonas de control de esos grupos. Y la desconfianza es alta.

Si se logra que una relativa calma se prolongue durante siete días, Estados Unidos comenzará a coordinar con Rusia ataques contra el Estados Islámico y Al Qaeda. A cambio, Rusia se encargará de que los aviones del gobierno sirio no vuelen sobre las zonas controladas por la oposición.

Aleppo, oeste

Esta ciudad, capital de la provincia del mismo nombre, fue una vez la más grande y comercialmente activa del país. Conocida por sus mercados y ciudadela medieval. Está dividida entre distritos controlados por el gobierno y los rebeldes desde 2012. El gobierno controla con dificultades el oeste y los rebeldes el este pero las líneas del frente son muy complejas, una especie de frente en espiral que ha partido la ciudad en un yin y yang.

El oeste, controlado por el gobierno, es la zona más habitada y en ella vive mucha gente desplazada de zonas controladas por la oposición. Buscan seguridad frente a los bombardeos que solo puede lanzar el gobierno. Pero la artillería rebelde también tiene su peligro. El oeste de Aleppo tiene más comida, electricidad y medicamentos que el este, pero también tiene problemas, sobre todo de agua.

En una entrevista, un trabajador humanitario que no puede dar su nombre porque no está autorizado a hablar dijo que es muy difícil que la gente olvide lo pasado. Que nadie piensa en nada más que el día que vive. Que están acostumbrados a no pensar en el futuro. “Vemos el día de hoy. Vamos a trabajar, vamos a un café, nos vemos con amigos o parientes. Pero solo hoy.” Ese es el mensaje.

Aleppo, este

Ha sido bombardeada durante años. Los hospitales han sido bombardeados por el gobierno a menudo. Mueren niños todos los días. La zona ha sido asediada un día sí y otro no este verano, y se ha impedido el acceso al agua, comida, combustible o cuidados médicos.

Omar Abu Mariam, de 30 años, es neurocirujano, el único de la zona controlada por los rebeldes, donde los pacientes mueren porque los médicos no tienen insumos con los que trabajar y la ruta de evacuación a Turquía está cerrada.

El médico, a través de mensajes de texto, explicó que no cree que vaya a cambiar nada. “No confío en los rusos”.

Para la festividad de Eid fue a casa de un amigo. Habían encontrado un cordero para sacrificarlo. De regreso a casa el camino estaba totalmente oscuro, sin electricidad. No hay combustible para los generadores.

El primer día de la tregua pasó sin ninguna emergencia en el quirófano. Cuando llegó a casa escuchó explosiones a la distancia. Misiles tierra-tierra. Los sirios son expertos en diferenciar esos sonidos.

El doctor se pregunta cuando tiempo pasará sin que tenga que acudir al quirófano.

“El alto al fuego es una gran mentira”

Ibrahim Abo Allith, casado y con un niño, espera poder educarlo en un contexto seguro algún día. Es uno de los voluntarios de los equipos de rescate y habla de un preludio tenso a la entrada en vigor del pacto. No se puede confirmar, pero él afirma que hubo bombardeos el lunes en la ciudad.

“Apoyamos el alto al fuego y que se detenga la matanza. Los niños no juegan, no van a los parques. No celebran ni experimentan ninguna alegría en las fiestas por culpa de los bombardeos”. Esperan que la guerra termine, que se pueda construir una nueva Siria.

Damasco, Moadhamiyeh (zona controlada por los rebeldes)

En este barrio a tres kilómetros del centro de Damasco se ha pasado lo peor de la guerra, asedio y hambre, con treguas temporales con el gobierno de Asad. Fue una de las zonas bombardeadas con armas químicas en agosto de 2013.

Dani Qappani, de 28 años, se licenció en literatura inglesa en la Universidad de Damasco en 2011, cuando comenzó la guerra. Se convirtió en activista contra el gobierno. Escribe poemas y actualiza sus perfiles en redes sociales. Le preocupa la división de la ciudad entre quienes buscan una reconciliación y quienes no la quieren. Él no la quiere. Su barrio no ha sido bombardeado los últimos meses, pero la amenaza siempre está ahí. Así lo describe:

“Nos amenazan cada día y dicen que atacarán si no estamos de acuerdo en lo que nos piden. Todos aquí están ocupados preparando la evacuación. No es seguro para nosotros. Pueden matarnos”.

Damasco, territorio controlado por el gobierno

En la capital la vida es relativamente tranquila, normal. A veces hay bombardeos desde los suburbios a medida que el gobierno logra avances y expulsa grupos de rebeldes. Los bares y los restaurantes están abiertos pero la crisis económica es profunda. La ciudad está llena de puntos de control y muchos hombres han huido para no ser movilizados por el ejército.



JMRS

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