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Los graves fallos en el control y la seguridad permitieron la explosión de Tultepec

2016-12-22

No era la primera vez que la feria ardía en llamas. Tras otro incidente en 2006, el...

David Marcial Pérez, El País

En un duro informe, la Secretaría de Defensa (Sedena) ha enumerado toda una serie de irregularidades sobre las que operaba el parque pirotécnico de Tultepec, el mismo que hace tres meses fue alabado y certificado como uno de los más seguros del país por las autoridades del Estado de México y la propia Sedena. Los más de 300 puestos contaban con las autorizaciones castrenses para trabajar con pólvora, pero las condiciones del tianguis no cumplían con la normativa. Invasión de espacios, material no permitido y omisión de las barreras de seguridad que deben separar los artículos del público.

"No deben existir artificios pirotécnicos fuera del sitio autorizado de venta"; "se deben colocar en anaqueles o vitrinas ubicadas dentro del local de venta"; “deben contar con barreras de protección transparentes y resistentes que mantengan los artificios pirotécnicos fuera del alcance del público consumidores”. Las conclusiones de informe de Sedena, publicado por el diario Reforma, contrastan con las fotos y los vídeos de la feria antes de la explosión. Cajas y puestos de venta colocados en los pasillos, y material a la vista y al alcance de los consumidores sin ninguna protección. El recinto, del tamaño de dos campos de futbol, quedó devastado después de la explosión de 300 toneladas de pólvora este martes.

No era la primera vez que la feria ardía en llamas. Tras otro incidente en 2006, el Ejército ya había prohibido algunos artículos potencialmente peligrosos. Por ejemplo, las brujitas, “un material pirotécnico de alta carga pírica y de los que reaccionan a la fricción y al choque”, detalla la Sedena. Las brujitas están precisamente en el centro de la hipótesis oficiosa que se baraja como origen del estallido. Una caja repleta de este material se habría caído al suelo desatando la explosión en cadena. La investigación oficial, en manos de la fiscalía federal (PGR), de momento no hecho ninguna confirmación oficial.

Nueve velas colocadas en forma de cruz recordaban este miércoles a las víctimas, que ya suman 35 muertos, 54 heridos y al menos 17 personas sin localizar. Al fondo de la plaza, un grupo de voluntarios recogen comida para las familias afectadas. Roberto García, 62 años, acaba de dejar una bolsa de arroz y otra de frijoles. Apunta con el dedo a las velas y explica que justo ahí, cada 8 de marzo por San Juan de Dios, patrón de los coheteros, salen los toritos: “son unos carros de vara y aluminio con ruedas. Los hacen bien altos, como de cuatro metros. Los llenan de cohetes y de luces y los echan a correr por la plaza. Se arma un buen relajo”.

-¿Lo harán este año también?

- Sí, nos acostumbramos a los accidentes. La pirotecnia es nuestra forma de vida

En una silenciosa pradera a las afueras del pueblo, Sostenes Miranda, 52 años, es uno de los pocos maestros coheteros que esta semana ha abierto su taller. “Muchos compañero están espantados. Han muerto muchos niños y dicen que no pueden concentrarse para trabajar”, explica mientras recubre de papel ocre una bomba, una esfera rellena de 300 gramos de pólvora y semilla de algodón que al explotar forma un círculo de humo. “La gente le llama bomba pero nosotros preferimos decirle crisantemos”. Bombas con nombre de flores.

Cada taller de fuegos artificiales está separado del otro por 20 metros. Así, para evitar las explosiones en cadena, 300 casitas bajas de cemento y techo de lámina ocupan más de 2,000 kilómetros de pradera. Los artesanos pirotécnicos no tienen vecinos. La siguiente edificación hasta llegar al pueblo es el cementerio.

“La pirotecnia es un engranaje fundamental para la economía del municipio”, explica por teléfono Juventino Luna, director de fomento artesanal de Tultepec. “El parque donde sucedió la explosión era una de los centros de venta más importantes. Pero la actividad en el pueblo no se ha detenido, tenemos clientes por toda la república que viene a comprar aquí. El 35% del empleo del pueblo proviene de los fuegos. Y antes era más, hasta el 90% de la población vivía de esto”, añade el funcionario.

El crecimiento del pueblo -150,000 habitantes- y su cercanía a la capital -40 kilómetros- ha provocado que los jóvenes de Tultepec busquen trabajo en Ciudad de México o en tiendas, bares, almacenes o ejidos. Miranda, el maestro cohetero, empezó de aprendiz con 12 años en la década de los ochenta. Cinco de sus seis primos se dedican a lo mismo. En su taller, trabajan también un sobrio y su hijo. “Yo solo le ayudo algunas tardes para sacar un dinero extra. Por las mañana trabajo de montacarguista en un almacén”, explica Arturo Miranda. En realidad, la pirotécnica es un negocio de temporada. Del 15 de septiembre, día de la Independencia, al 31 de diciembre.



JMRS

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