Nacional - Economía

La construcción del muro aumenta la incertidumbre sobre la economía mexicana

2017-01-26

"El muro es más bien psicológico; no creo que vaya a tener, por sí mismo,...

Ignacio Fariza, El País

En un mundo cada día más abierto, la decisión de cerrar a cal y canto una frontera tan porosa y rica en términos comerciales como la que separa a Estados Unidos y México tendrá, necesariamente, consecuencias económicas negativas a ambos lados del muro. Estos efectos se exacerbarían en el vecino del sur si, como Donald Trump ha prometido, EE UU obliga a las autoridades mexicanas a pagar, de una u otra forma, una obra que él ha iniciado por voluntad propia. La vía que elija el mandatario –confiscación de las remesas, aranceles sobre los productos mexicanos u otra vía– marcará el paso de la economía mexicana, sobre la que la incertidumbre crece día tras día. Sin embargo, el principal marcapasos del país norteamericano en los últimos meses, la cotización del peso frente al dólar, volvió a vivir una jornada de optimismo y a media tarde recuperaba el nivel de las 21 unidades por billete verde.

“El muro es más bien psicológico; no creo que vaya a tener, por sí mismo, incidencia sobre la inversión”, apunta Jonathan Heath, analista independiente. “Las consecuencias sí serán importantes si EE UU obliga a México a pagar el muro por la vía de la fiscalización o la confiscación de remesas”, añade. Las remesas supusieron en 2016 el 2,8% del PIB mexicano –cifra que aumenta exponencialmente en Estados como Michoacán, Guerrero o Oaxaca–. “El déficit público se duplicaría”, expone Heath.

Si Trump opta por la vía de los impuestos sobre los productos mexicanos, “también tendría un impacto fuerte sobre la posibilidad de exportar”. Sin embargo, este economista con tres décadas de experiencia en el país latinoamericano a sus espaldas cree que a estas alturas será “muy difícil” obligar a México a pagar de su bolsillo. “Si el Gobierno de Enrique Peña Nieto accediese como una concesión para la renegociación comercial, el daño político sería muy importante”, sentencia al tiempo que aboga por centrar la mirada en la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Nafta, por sus siglas en inglés). “Eso sí afectaría mucho”.

Carlos Serrano, economista jefe de BBVA-Bancomer, discrepa del análisis de Heath en dos puntos: sostiene que, aunque el muro es más bien simbólico, afectará a la inversión por la vía de la confianza y, en cambio, no aumentará el déficit público porque es “impensable” que el fisco mexicano vaya a pagarlo. “Puede afectar a la inversión en el corto plazo: es una señal de que las políticas serán menos amigables”, señala. Según sus cálculos, caerá un 5% solo por la bajada de la confianza.

Sobre las posibles vías de financiación del muro, el economista jefe de la primera entidad financiera en México ve muy complicado que lo haga por la vía de las remesas. “Si fija un impuesto sobre ellas, tendría que hacerlo sobre remesas de todo el mundo. Si lo hace solo sobre los mexicanos sería inconstitucional y poco efectivo, porque podrían evitarlo enviándolas a través de otros países”. Si opta por la vía del arancel o las tarifas, Serrano cree que haría daño pero no haría que las exportaciones dejasen de ser competitivas. El motivo: la fuerte depreciación del peso en los últimos años. “Ha perdido tanto valor –un 50% desde 2013– que no dejarían de ser competitivas”, incide.

Aunque el eslabón más débil de la relación económica bilateral es, por mucho, el mexicano, las consecuencias del muro de Trump no solo se dejarán sentir en el lado sur de la frontera. Un estudio publicado en marzo pasado –cuando el magnate era solo un motivo de incertidumbre en el horizonte electoral estadounidense– por el think tank American Immigration Council incidía en las consecuencias internas de la construcción del muro. “No tiene en cuenta los factores negativos de esta construcción. Millones de turistas, trabajadores, estudiantes y emprendedores cruzan cada día la frontera. Y miles de millones de dólares en intercambios comerciales sostienen millones de trabajos en EE UU”, destacaba el organismo. El valor total de los intercambios comerciales entre EE UU y México asciende a más de 1,000 millones de dólares al día, lo que le convierte en una de las fronteras más dinámicas del mundo. Cada año, según las cifras de este organismo, 13 millones de turistas mexicanos gastan un total de 8,700 millones en suelo estadounidense; el comercio bilateral permite que seis millones de ciudadanos estadounidenses tengan un empleo y uno de cada cinco puestos de trabajo en todo EE UU están vinculados, de una u otra forma, con esta frontera.

“Trump ve la región fronteriza completamente poblada de traficantes de droga y criminales, pero esa visión no tiene nada que ver con el mundo real. Declarar la guerra a México sería un acto autodestructivo”, destacaba el American Immigration Council. El magnate ha ignorado por completo estas voces críticas. También los riesgos que sus políticas llevan aparejados en Estados vitales para la economía estadounidense como California o Texas, que tienen en México su primer socio comercial y cuyas autoridades ya han alzado la voz para alertar sobre los planes del nuevo presidente. Y, lo que es más preocupante, nada parece indicar que la práctica de oídos sordos de Trump vaya a cambiar.



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