Disparates y Desfiguros

Trump, de agitador en campaña a gobernante del caos

2017-01-31

En lugar de esto, Trump demostró no solo que tiene intención de cumplir sus...

Por JULIE PACE, AP

Donald Trump se presentó como un agitador durante la campaña electoral. Ahora, se rige por el caos.

La suspensión temporal del programa de acogida de refugiados — su iniciativa más importante en sus primeros días en la presidencia de Estados Unidos — causó estragos en los aeropuertos y provocó protestas en todo el país. La orden ejecutiva firmada por Trump dejó en problemas a sus propias agencias gubernamentales, dividió al Partido Republicado y puso en una situación incómoda a sus aliados en todo el mundo. Una jueza federal emitió una orden de emergencia que bloquea momentáneamente parte de la medida, estableciendo la batalla legal que tiene por delante.

Trump podría haber evitado al menos parte de esas consecuencias. Podría haber consultado con las agencias encargadas de ejecutar la orden. Podría haber ofrecido un discurso explicando su acción e intenciones en detalle al pueblo estadounidense. Su equipo podría haber preparado un plan de contingencia para los viajeros que no podrían entrar al país pero que ya se encontraban de viaje en el momento de la firma del decreto.

En lugar de esto, Trump demostró no solo que tiene intención de cumplir sus controvertidas promesas electorales, sino que piensa hacerlo con el espíritu del mandato que sus asesores creen que tiene: irrumpiendo en Washington e prendiendo fuego las normas respetadas por sus líderes.

No está claro si la Casa Blanca actuó el viernes sabiendo las consecuencias que tendría la firma del decreto presidencial. Pero el sábado, mientras los manifestantes llenaban los aeropuertos estadounidenses donde residentes legales en el país estaban atrapados en un limbo burocrático, el presidente declaró que estaba satisfecho con los resultados.

"Está funcionando muy bien", señaló Trump.

Trump es conocido por tolerar un grado considerable de inestabilidad en su círculo más cercano. Su campaña fue en muchas ocasiones improvisada e impredecible, movida a veces por las decisiones del candidato. Como director ejecutivo de una empresa privada, Trump apenas tuvo que lidiar con la complejidad o el escrutinio ligados al funcionamiento del gobierno federal.

Antes incluso del caos desatado por las restricciones al ingreso de refugiados, Trump ya había sembrado confusión en sus primeros días en la Oficina Oval.

Anunció, a través de Twitter, una investigación sobre un supuesto fraude electoral, pero la firma de una orden ejecutiva se canceló en el último momento. Se enfrentó con México, uno de los socios internacionales más importantes de Estados Unidos, por su plan de levantar un muro en la frontera, lo que llevó al presidente Enrique Peña Nieto a cancelar su visita a Washington. Un portavoz planteó la posibilidad de pagar el muro con un impuesto del 20% sobre todas las importaciones de México, una propuesta que fue retirada de inmediato.

A medida que terminaba el fin de semana, la Casa Blanca de Trump parecía reconocer los problemas de gobernar por decreto. Destacados asesores se afanaban en explicar la política y ofrecer orientación a los encargados de aplicarla.

Un comunicado del presidente trató de aclarar que Trump no tenía intención de vetar la llegada de todos los musulmanes. Sus asesores negaron aseveraciones previas de que el veto se aplicaría también a ciudadanos de los siete países señalados con residencia legal permanente, o "green card". La Casa Blanca, que en gran medida guardó silencio sobre los detalles de las restricciones tras la firma de la iniciativa presidencial, organizó a toda prisa dos reuniones informativas para periodistas durante el fin de semana.

Con todo, Trump afronta su segunda semana completa en el poder con una prueba que hace triunfar o fracasar presidencias: vender una política polémica y complicada a la población. Como telón de fondo tendrá un goteo constante de historias de familias separadas por su orden, y de niños y ancianos retenidos en los aeropuertos del país.

Mientras, los expertos rebaten la afirmación de Trump de que esta política es necesaria para mantener a los estadounidenses a salvo. Los recientes actos de violencia extremista en el país fueron perpetrados bien por ciudadanos estadounidenses o por individuos cuyas familias no procedían de las naciones señaladas.

Muchos de los seguidores más leales del presidente no dudan en respaldar sus acciones y su enfoque decisivo y urgente. Como candidato, Trump pidió la prohibición total a la entrada de musulmanes a Estados Unidos, y después cambió su enfoque hacia la suspensión temporal de las llegadas desde países con vínculos terroristas para dar tiempo al gobierno a implementar medidas de "investigación extrema".

Algunos republicanos salieron en defensa de Trump, incluyendo el presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, quien dijo que es "el momento de reevaluar y fortalecer el proceso de concesión de visas".

Pero hay otros que se alejan del mandatario, incluso dentro de su propio partido. La Casa Blanca no dedicó demasiado tiempo a informar a los legisladores sobre el decreto antes de su firma, dejando a aquellos que podrían estar dispuestos a respaldarla con poca información para defender la postura de Trump.

Otros republicanos estaban deseando desmarcarse públicamente del nuevo presidente.

"Esta orden ejecutiva envía una señal, intencionada o no, de que Estados Unidos no quiere que los musulmanes vengan a nuestro país", dijeron los senadores republicanos John McCain y Lindsey Graham en un comunicado conjunto. "Por esto tememos que esta orden ejecutiva pueda hacer más para ayudar a reclutar terroristas que para mejorar nuestra seguridad".

Empresarios y magnates de Silicon Valley, cuyo apoyo intentaba lograr Trump, también parecen haberse visto sorprendidos con la guardia baja. Algunos emitieron comunicados criticando la directiva, destacando el impacto positivo que había tenido la inmigración en sus negocios.

Y sus aliados — incluyendo la primera ministra británica, Theresa May, que habló positivamente sobre construir una relación con Trump tras visitar la Casa Blanca el viernes — valoraron la medida. Para los líderes mundiales que dependen de la estabilidad de Estados Unidos, la última decisión del presidente solo afianza su promesa de un gobierno impredecible.



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