Mujeres

Ivanka: la mujer maravilla que desbanca a Melania Trump

2017-02-20

Ante los rumores, Ivanka desmintió que ella fuera a ejercer ese papel. Sin embargo, por...

María Carmenza Arenas

Nunca antes una hija de un presidente norteamericano había tenido un rol tan visible como el de Ivanka Trump. Su presencia, al lado de su padre, en los momentos más decisivos de la campaña y en los primeros meses en la Casa Blanca han hecho a muchos analistas cuestionarse si aquella rubia encantadora es realmente la primera dama de la principal potencia del mundo.

Hay razones para esa especulación. La principal es la decisión de Melania Trump de permanecer en Nueva York hasta el verano, cuando su hijo Barron termine su ciclo del colegio. La ausencia de la esposa del magnate en muchos actos protocolarios y su rostro casi siempre inexpresivo contrastan fuertemente con el desborde de carisma de quien fue por muchos años la niña favorita de Trump y hoy es una de las mujeres más poderosas del país.

Ante los rumores, Ivanka desmintió que ella fuera a ejercer ese papel. Sin embargo, por fuerza de necesidad, en muchas ocasiones ha tenido que reemplazar a Melania en actos oficiales, o durante visitas de dignatarios extranjeros, por ejemplo durante la del Primer Ministro del Canadá, Pierre Trudeau. Las fotos, que muestran tanto a Trudeau como a Ivanka mutuamente encantados, le dieron la vuelta al mundo.

La hija de Trump no tiene un cargo formal en el gobierno o en la Casa Blanca, sin embargo sí tiene la inteligencia emocional, el carácter sobrio y ese magnetismo cautivador que a su papá le hacen falta. Muchos creen que su poder no radica solo en ella, sino en esa poderosa alianza que forma con su marido, Jared Kushner, a quien Trump si nombró como uno de sus más cercanos asesores y quien es considerado el miembro más influyente de la administración Trump. Desde la campaña se le consideró como una de las pocas personas que contaban con su absoluta confianza.

A pesar de lo anterior, ni Ivanka con su suavidad y estilo, ni Kushner con su tranquilidad y pulso, han logrado frenar el estilo pendenciero del Presidente, su costumbre de insultar a través de tweets, y de echarse encima la prensa del país, los miembros de los servicios de seguridad, la burocracia estatal y hasta los mismos legisladores republicanos. Al punto que muchos analisistas pronostican que el presidente no terminará su periodo. Por esa razón, es normal que todas las miradas y quizás cierta esperanza recaiga sobre Ivanka. 

Un papá ausente 

Ivanka nació hace 35 años en la isla de Manhattan, en la ciudad de Nueva York. Es la segunda hija del presidente y de la ex modelo checa, Ivana Zelnícková. Tiene dos hermanos de la misma madre, Donald Jr y Eric, y dos medio hermanos, Tiffany y Barron. Sin embargo, de toda la descendencia de Trump, Ivanka es la más conocida. 

Casi que no hay perfil sobre ella que no hable de su infancia rodeada de lujos, niñeras y guardaespaldas, pero quizás carente de atención. Su madre trabajaba activamente remodelando los hoteles de Trump y supervisando el casino que éste tenía en Atlantic City, y Donald trabajaba con igual intensidad. Cuentan que Donald no les ponía mucha atención a sus niños pequeños ni era el padre consentidor que muchos imaginan. 

Tony Schwartz, quien ayudó a Trump a escribir el libro “El Arte de los Tratos”, relató que en el año y medio en que fue la sombra de éste, jamás vio a Ivanka alrededor del magnate, u oyó que éste pronunciara su nombre. Por su parte, Cristina Lewis, una periodista del diario Wall Street Journal, mencionó, con extrañeza, que cuando le había preguntado a Trump cuál era la comida favorita de Ivanka, no había sabido responder y se había evadido diciendo que a ella le gustaban muchas cosas. La pasta, era la respuesta correcta.

La soledad de Ivanka, cuando estaba pequeña, se intensificó con la muerte de la niñera que la adoraba y consentía. “Ella fue como una segunda madre para mí, mi más cercana confidente, y sentí en ese momento que necesitaba todavía más su calidez y sabiduría”, escribió Ivanka en su libro “La Tarjeta Trump: Apostándole a Ganar en la Vida y el Trabajo”.

El acoso de los paparazzis 

Cuando Ivanka tenía apenas ocho años, el matrimonio de sus padres se comenzó a desintegrar. Trump tenía una amante, Marla Maples, antes de que se divorciara de Ivana. El escándalo llegó a los periódicos amarillistas y las declaraciones de Maples en el sentido que el mejor sexo que había tenido en su vida había sido con Trump, fueron reproducidas en todos los medios. Los fotógrafos montaron sus cámaras cerca del colegio en donde estudiaba Ivanka, tratando de conseguir imagines de la niña. Las directivas de la escuela tuvieron que armar un cerco para protegerla de ese acoso. 

Para esconder a sus hijos pequeños de los paparazzi, Ivana los sacó del colegio y se los llevó a una de las grandes propiedades que tenía Trump en Connecticut. Cuenta Vanity Fair que los niños vivían allí bastante aislados y no tenían vecinos de su edad para jugar. Cuando decidieron poner una venta de limonada, sus únicos clientes eran los empleados de la propiedad y los guardaespaldas. Después se trasladaron a Palm Beach, Florida, por tres meses.

El divorcio de sus padres fue, naturalmente, un shock para la niña. En ese momento, una de sus preocupaciones fue, según la misma revista, si podría seguir utilizando el apellido Trump. Curiosamente, el divorció de sus padres la acercó más a su papá. No así a su hermano mayor, Donald, quien tenía 12 años, y reaccionó fuertemente contra su padre, de quien se distanció por mucho tiempo.

En su adolescencia continuó sintiendo orgullo por su apellido y, de acuerdo con la propia Ivanka en su libro, se creó el propósito de preservar y proteger el nombre familiar y su reputación. “Después de todo, eran mi nombre y reputación también”.

Ivanka fue enviada interna a un colegio de Connecticut, en donde se sentía como presa. Para escapar de esa prisión, a los 15 años se metió en el modelaje. Le daban permiso para salir a los ensayos y desfiles, siempre y cuando mantuviera altas calificaciones. Dejó el modelaje cuando se graduó de bachiller.

Antes de casarse con Trump, Ivana había estado casada en la República Checa en un matrimonio que apenas sobrevivió dos años. Su unión con el magnate neoyorkino duró 15 años. Tres años después de divorciarse de Trump, en 1995, Ivana se volvió a casar y no superó ni siquiera el tiempo del primero. 

"Todos nosotros. Juntos"

No resulta claro, de qué manera, la inestable vida sentimental de su madre afectó a Ivanka. Lo que se sabe es que, posiblemente, ese hecho la acercó más a su padre, a quien admira profundamente. Al respecto, en su libro Ivanka afirmó: “Miro adelante hacia el día cuando pueda estar al pie de mi padre, como su igual. Cuando suceda – y sucederá – el estará muy orgulloso de lo que hemos logrado alcanzar. Todos nosotros. Juntos”.

Después de terminar el bachillerato, Ivanka estudió por dos años en la Universidad de Georgetown, en Washington DC. Posteriormente se trasladó a la Escuela de Negocios de Wharton en la Universidad de Pennsylvania. Allí se graduó con honores (cum laude) y obtuvo su título de economista en 2004.

Ivanka trabajó, por poco tiempo, en una firma de construcción distinta a la de su padre. Después se vinculó a la firma Trump, en donde llegó a ser Vicepresidente de Desarrollo y Adquisiciones.

Pero la activa Ivanka no se conformó con tan sólo promover la marca de su padre en los edificios, hoteles y negocios de finca raíz. Hija de su padre, y con la ambición de hacer su propio dinero, copió el modelo Trump de creación de una marca y aprovechar todas las oportunidades de negocio, para crear una línea de vestuario, joyería, zapatos y carteras, que eran fabricados principalmente en los países asiáticos.

Ivanka se convirtió en diseñadora de los productos de su marca, los que comenzaron a ser distribuidos en grandes tiendas de los Estados Unidos, como Nordstrom, Macy´s y Bloomingdales.  Aprovechó todas las oportunidades para promover su venta, por ejemplo, anunciando el vestido que lució en la Convención Republicana en su página Web de negocios, y una pulsera que mostró en el programa “60 minutes”.

Tuvo un gran éxito de ventas de sus artículos hasta hace muy poco. A raíz de la decisión del Presidente Trump de prohibir el ingreso a los Estados Unidos de musulmanes procedentes de siete países, algunos opositores de esa medida, iniciaron una campaña de boicoteo a la marca de Trump, incluyendo los productos vendidos por Ivanka.

Bajo el tag #agarresubilletera, los opositores de Trump lograron en pocos días afectar las ventas de su hija. Con la excusa del bajonazo, las tiendas comenzaron a cancelar la exhibición y venta de sus artículos. El último en hacerlo fue Nordstrom. Donald, quien no ha trazado una raya entre sus intereses personales y sus funciones de gobierno, escribió un tweet furioso por la decisión de la tienda y el “injusto” tratamiento contra su hija.

Al principio el tweet apareció en su página personal, pero luego fue reproducido en su cuenta oficial de la Casa Blanca. Los seguidores más fieles de Trump no han tenido éxito en boicotear Nordstrom, que tiene su sede principal en el estado de Washington, uno de los bastiones del liberalismo en este país, y sus sucursales en ciudades grandes y cosmopolitas.

Ivanka estuvo trabajando en la firma de su padre hasta hace poco tiempo, cuando, a raíz de su elección como Presidente, se trasladó con su esposo e hijos a la ciudad de Washington DC.

Su superpoderoso marido

Ivanka se casó en 2009 con Jared Kushner, un empresario judío ortodoxo, de su misma edad. Los padres de Kushner, en principio se opusieron a la boda con una muchacha no judía. Sin embargo, accedieron después. Ivanka se convirtió al judaísmo antes de casarse. Para ello, con la disciplina que la caracteriza, se dedicó a estudiar la religión durante un año y fue bautizada en la misma. Donald Trump no quedó contento con esa decisión de Ivanka. Dicen los medios que opinaba que el que debía haberse convertido al cristianismo era Kushner.

En todo caso, las familias accedieron al matrimonio, el que fue celebrado con una fiesta a la que asistieron 500 personas. Literalmente, Donald Trump tiró la casa por la ventana, en uno de sus clubes de golf en New Jersey. Hoy Ivanka, es junto con su esposo, una devota practicante del judaísmo ortodoxo, consume comida koch y, respetando las prácticas, se encierra en casa los sábados. Durante la campaña, ella y su esposo obtuvieron una dispensa especial de su Rabí para poder participar en los actos de campaña esos fines de semana.

No es la hija de papá

Ivanka, en estilo, lenguaje y tendencias políticas es muy distinta a su padre. Dicen los que la conocen que, así como Trump utiliza los insultos y ataques como arma política, Ivanka utiliza su suavidad y sus encantos para convencer.

La revista Vogue citó unas declaraciones del hoy Presidente en las que decía: “Ivanka, primero que todo, tiene un tremendo corazón y gran calidez. La gente lo ve así. Aunque ella puede ser una persona muy fuerte cuando tiene que serlo, realmente quiere enfocarse en lo mejor de la gente”.

Es (o era?) muy amiga de Chelsea Clinton, y contribuyó con algún dinero a la primera candidatura presidencial de Hillary. Cuando en un debate de esta última campaña, preguntaron a Hillary qué le gustaba de Trump, sin dudarlo un instante, esta respondió que sus hijos.

Ivanka reconoce que, como muchos miembros de su generación del Milenio, ella no es decididamente republicana o demócrata. Defiende los derechos de las mujeres, y promueve el apoyo del estado al cuidado infantil, que resulta imposible de pagar por parte de las familias de clase media o baja. Igualmente, hizo que su padre incluyera en su plataforma de gobierno el pago, por parte de empresas, del permiso de maternidad extendido.

Ivanka y sus hermanos participaron activamente en la campaña de su papá, y aparecieron siempre a su lado durante los debates y manifestaciones. Para los televidentes y asistentes a los actos de campaña, quedó muy en claro que Ivanka era la adoración de Trump y su hija preferida. Y que lo será también durante todo su controvertido gobierno. 



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