Tras Bambalinas

El misterio de Trump y Rusia amenaza con consumir a Washington

2017-03-07

Washington se ha convertido en una sala de espejos, donde es imposible distinguir entre rumores y...

Por Stephen Collinson, CNN

El misterio sobre Donald Trump y Rusia está volviéndose corrosivo para su presidencia, sembrando acusaciones e histeria que amenazan con abrumar a su Casa Blanca y drenar su credibilidad personal.

Washington se ha convertido en una sala de espejos, donde es imposible distinguir entre rumores y hechos a medida de que las teorías de la conspiración y los ánimos partidarios se calientan, todos derivados de un supuesto intento de espionaje ruso para influir en las elecciones del año pasado que ahora nublan al nuevo gobierno.

La Casa Blanca ha descubierto que es imposible dejar de un lado las acusaciones de que tiene lazos impropios con Rusia. A menudo, el presidente Trump vuelve a encender el drama, aparentemente en detrimento de él, como lo hizo con su sensacional afirmación de que su predecesor, Barack Obama, intervino sus teléfonos.

Mientras tanto, el Congreso se está consumiendo en los chismes y los rumores, mientras que gotas y gotas y gotas de revelaciones sobre los contactos del mundo de Trump con los funcionarios rusos alimentan el meollo digno de una película.

Cada vez es más evidente que las intrigas sobre Rusia, las elecciones y el nuevo gobierno se está profundizando, y tiene el potencial de distraer a la Casa Blanca y a la maquinaria del gobierno estadounidense durante meses.

Además, las dinámicas éticas, políticas y de personalidad en juego en lo más alto del gobierno y los incentivos para que los enemigos de Trump prolonguen el sentido del escándalo complican el esfuerzo de la Casa Blanca para seguir adelante.

En medio de la niebla de acusaciones sólo hay una cosa clara: si el objetivo del supuesto espionaje de Rusia era golpear los centros de poder de Washington entre sí, fomentar el caos político y poner en duda el funcionamiento de la democracia estadounidense en sí, está funcionando mucho mejor que lo que cualquiera trabajando en Moscú pudo haber esperado.

"Estamos en medio de una crisis de confianza pública en la civilización", dijo el senador republicano Ben Sasse en un comunicado este sábado.

Las preguntas se centran en las reuniones con funcionarios rusos

Las cuestiones que nublan la Casa Blanca giran esencialmente en torno a extensas reuniones entre destacados funcionarios rusos y miembros de la órbita de Trump y si había conspiraciones entre ellos en un momento en que las agencias de inteligencia de EU estaban evaluando si el Kremlin podría estar tratando de interferir en las elecciones.

Tal como se sabe hasta el momento, una investigación del FBI sobre si tales contactos eran inadecuados está en marcha. También se están llevando a cabo varias investigaciones del Congreso sobre hackeos diseñados para influir en las elecciones.

En los acontecimientos recientes, la posición del secretario de Justicia Jeff Sessions ha sido cuestionada después de que él se apartara de los deberes de supervisión después de no revelarle al Congreso que había tenido encuentros con el embajador ruso.

El secretario de Prensa de la Casa Blanca, Sean Spicer, insiste en que la intriga de Rusia no tiene nada sustancial.

Pero la conducta del propio presidente a menudo socava ese mensaje. Algunos observadores han señalado que aunque nada nefasto esté sucediendo, el presidente a menudo actúa de una manera que sugiere que sí hay.

Por ejemplo, el anuncio de la Casa Blanca este domingo de que investigaría los "reportes" de que Obama ordenó intervenir los teléfonos de Trump parecen ser un intento clásico de desviar la atención de las acusaciones contra el presidente o el escándalo de la inhibición de Sessions.

Pero sus afirmaciones alimentan las polémicas.

"Le puso otra moneda al parquímetro de conspiración, ha extendido esta historia durante una semana, dos semanas", dijo el expresidente del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes Mike Rogers en CNN.

La credibilidad de las declaraciones del presidente sobre el tema también está erosionanda.

"Rusia es una artimaña, no tengo nada que ver con Rusia", dijo Trump durante su conferencia de prensa el 16 de febrero.

Pero desde entonces, han surgido detalles de repetidas reuniones repetidas entre los ayudantes de Trump y los funcionarios rusos, poniendo en duda las palabras del presidente.

Además de las dos reuniones de Sessions con el embajador Sergey Kislyak durante la campaña, esta semana se supo que el yerno del presidente Jared Kushner y su primer consejero de seguridad nacional Michael Flynn, que tuvo que renunciar después de no ser veraz sobre las llamadas telefónicas con el embajador ruso, también mantuvo conversaciones con Kislyak en diciembre en la Torre Trump. Otros asociados con la campaña de Trump, incluyendo a J.D. Gordon, Walid Phares y Carter Page, también han revelado reuniones con los rusos.

Por supuesto, el hecho de que las reuniones hayan ocurrido no significa que algo inapropiado estaba pasando. Pero el hecho de que los funcionarios de Trump siguieran hablando con los rusos mientras un supuesto complot de espionaje era de conocimiento público está planteando preguntas sobre la naturaleza de sus encuentros.



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