Migración

Ante las políticas de Trump, padres indocumentados se apresuran a solicitar las actas de nacimiento de sus hijos

2017-03-10

El departamento de Salud de la ciudad, que supervisa el registro civil, dijo que las solicitudes...

Marc Santora y Deborah Acosta

NUEVA YORK – En tiempos de gran incertidumbre, cuando una llamada a la puerta puede acabar con más de una década de vida en Estados Unidos y separar a una familia, lo mejor es estar preparados. Por lo menos esa es la opinión de Esmeralda Mosso.

Así que una mañana de la primera semana de marzo se unió a la gran cantidad de personas que han estado llegando al registro civil de Manhattan con el fin de conseguir los papeles necesarios para asegurarse de que, pase lo que pase, no los separarán de sus hijos.

Mosso es una inmigrante indocumentada que llegó a Estados Unidos hace 12 años, proveniente del estado de Guerrero, al suroeste de México. Dos de sus hijos nacieron en Estados Unidos.

Ella esperaba en una fila para obtener las copias oficiales de sus actas de nacimiento, un requisito necesario para sacar los pasaportes y lograr que puedan solicitar la ciudadanía doble con México.

“Estoy dispuesta a irme, pero con mis hijos”, dijo. “Sin ellos, no me voy. Aunque usen una grúa, no me voy a ir sin ellos”.

Su situación no es, en lo absoluto, única.

De los aproximadamente 11 millones de personas que están en Estados Unidos de manera irregular, 3,3 millones –casi el 33 por ciento— viven con al menos un hijo estadounidense, de acuerdo con el Migration Policy Institute, un grupo de investigación.

El departamento de Salud de la ciudad, que supervisa el registro civil, dijo que las solicitudes aumentaron un 23 por ciento durante enero en comparación con el año anterior; 7421 personas han pedido sus documentos, lo que constituye una cifra récord. Durante varios días de la semana pasada, la fila para las actas de nacimiento se extendía más allá de la puerta 125 de la calle Worth, donde están las oficinas, y le daba la vuelta a la manzana.

La ciudad ha aumentado las horas de servicio y el personal para satisfacer la demanda.

“Tememos por nuestros hijos; no es el miedo a que nos deporten, sino el miedo por nuestros hijos, de que no los dejen salir”.

Muchas de las personas que estaban formadas la primera semana de marzo, a quienes entrevistamos a lo largo de cinco días, estaban ahí porque habían perdido los documentos originales o, como Mosso, querían duplicados para satisfacer las exigencias burocráticas del Departamento de Estado o de su país de origen para obtener un pasaporte estadounidense. Mosso iba a llevar sus copias nuevas al consulado de México.

“El miedo de lo que puede pasar con las familias se ha elevado de manera estratosférica”, dijo Camille J. Mackler, directora de iniciativas legales de la New York Immigration Coalition. “En la comunidad preguntan qué pueden hacer para proteger a sus hijos”.

El gobierno de Trump ha dicho que su objetivo para deportación son los indocumentados que han cometido crímenes graves. Sin embargo, conforme se esparcen las historias de deportaciones de residentes de mucho tiempo con infracciones menores o incluso sin antecedentes penales, Mosso dijo que el temor se ha apoderado de las personas de su vecindario.

“No salimos de nuestras casas durante semanas”, dijo Mosso. “Tuvimos que quedarnos adentro, encerrados”.

El alcalde Bill de Blasio ha jurado que combatirá los esfuerzos por deportar a las personas sin sentencias por crímenes graves, y su oficina ha estado trabajando para informar a los indocumentados sobre sus derechos.

Una de las cosas que los abogados les dicen a las personas como Mosso, de 38 años, es que se preparen para lo peor y que tengan su documentación en orden para poder mantener unida a su familia.

El Consulado General de México en Nueva York declaró que ha registrado un aumento del 30 por ciento en las solicitudes de doble nacionalidad, de padres mexicanos con hijos nacidos en Estados Unidos.

“Es una recomendación que les hemos hecho a los padres mexicanos”, dijo Carlos Gerardo Izzo, el cónsul para asuntos públicos. “No solo ahora, sino siempre”.

“Eso le da al consulado más herramientas para intervenir en caso de que se separe a los hijos de sus padres”.

El caso de Mosso es más complicado pues, aunque sus hijos de 3 meses y 5 años nacieron en Estados Unidos, su hija de quince años no es estadounidense.

“Tiene miedo”, dijo Mosso. “No quiere irse. Quiere quedarse aquí”.

Aunque dice que está lista para irse, si tiene que hacerlo, estaría regresando a un país desconocido. Y Guerrero, donde nació, tiene una de las tasas de homicidio más altas de México.

Espera permanecer en Nueva York, donde pasa los días trabajando en una pastelería de Brooklyn haciendo panes rusos. La consoló –aunque quizá solo brevemente– la declaración del presidente Trump la semana pasada, cuando sugirió que podría estar abierto a dejar que se queden personas que han estado en el país durante muchos años sin meterse en problemas legales, como ella.

Sin embargo, por ahora solo siente incertidumbre.

“Tememos por nuestros hijos; no es el miedo a que nos deporten, sino el miedo por nuestros hijos, de que no los dejen salir”, dijo. Sin embargo, mientras se establece la nueva situación, no les queda más remedio que continuar con sus vidas.

“Vamos a trabajar”, dijo, “con muchísimas ganas”.



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