Panorama Norteamericano

El tupo del encubrimiento persigue a Donald Trump

2017-03-29

En el curso de los últimos días la llamada actualidad informativa nos ha llevado a...

David Brooks, La Jornada

Durante ocho años los republicanos se volvieron expertos en el arte de denunciar las “operaciones encubiertas” del presidente, Barack Obama.

Como, por ejemplo, durante la investigación del Congreso para esclarecer los atentados terroristas de Bengasi en septiembre de 2012, cuando perdió la vida el embajador, Chris Stevenson.

Durante la campaña demócrata de Hillary Clinton, lo volvieron a hacer. Cuando acusaron al presidente de encubrir a su ex Secretaria de Estado por el uso de un servidor privado de internet para manejar información clasificada.

Hoy, las tornas se han cambiado. Y ahora son los demócratas quienes insinúan que el presidente Donald Trump podría estar al frente de una operación de encubrimiento y de obstrucción de la justicia para evitar que salga a la luz la colusión de su campaña presidencial con los servicios de inteligencia rusos.

En el curso de los últimos días la llamada actualidad informativa nos ha llevado a lomos de un ciempiés enloquecido. Dando tumbos por aquí y por allá. Mientras arrastra a millones en medio de una enloquecida sucesión de “breaking news” (noticias de última hora) en las que Donald Trump denuncia la supuesta operación secreta del ex presidente Barack Obama para espiarle mientras disputaba la presidencia a Hillary Clinton.

Poco después, sin embargo, el director de la FBI, James Comey y el director de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA), Michael Rogers, han desmentido al presidente mientras confirman que existe una investigación abierta para esclarecer la posible colusión entre la campaña presidencial de Donald Trump y la inteligencia rusa.

En medio de esta intrincada historia de encuentros secretos y apurados intentos por obstaculizar una investigación de la FBI, Devin Nunez, el presidente del comité senatorial de inteligencia, que realiza una investigación paralela al de la FBI, ha tenido encuentros furtivos en la Casa Blanca para recibir información de una fuente no identificada que, según él, confirmaría  el “espionaje” de la campaña de Donald Trump.

Como se sabe el presidente Trump ha acusado a su antecesor en el cargo de haberlo espiado al más puro estilo de Richard Nixon o de Joseph McCarthy, irónicamente el senador republicano responsable de la cacería de brujas contra supuestos aliados de Rusia en la década de los 50.

Pero Nunez, quien decidió no informar a sus contrapartes demócratas en el comité, antes de salir corriendo para informar a Trump, eludió reportar que la supuesta información que le fue revelada por una fuente anónima tiene que ver con la recolección “incidental” de contactos entre la campaña de Donald Trump y posiblemente agentes extranjeros.

En la jerga de los servicios de inteligencia, la “recolección incidental” tiene que ver con el monitoreo constante de agentes extranjeros cuando éstos entran en contacto con ciudadanos de Estados Unidos.

En el caso que nos ocupa, Nunez eludió mencionar que el monitoreo de la campaña republicana no se habría producido si los servicios de inteligencia no hubieran detectado el contacto entre allegados de Trump con agentes extranjeros, muy posiblemente de Rusia.

En medio de esta tormenta de versiones interesadas, filtraciones y acusaciones de Donald Trump, la minoría demócrata en el Congreso y algunas voces desde el partido republicano, como la del senador por Arizona, John McCain, han considerado que Devin Nunez debería recusarse de la investigación en curso.

Desde su punto de vista, ha llegado el momento de crear una comisión especial que esclarezca las responsabilidades del presidente en un posible caso de colusión (es decir de traición) con los servicios de inteligencia rusos para malograr las aspiraciones presidenciales de Hillary Clinton.

Desde su punto de vista, la poca credibilidad del presidente del comité de inteligencia, Devin Nunez, quien ha preferido comportarse como un aliado incondicional de Trump, en lugar del legislador imparcial al frente de una investigación que afecta a la Casa Blanca, hace hoy más necesaria que nunca esta comisión independiente.

Como la que se creó por ejemplo en 1973 para determinar las responsabilidades políticas y judiciales del entonces presidente, Richard Nixon, en el famoso escándalo del Watergate.

Sin embargo, a diferencia del caso Watergate, en esta ocasión la mayoría republicana en el Congreso no parece muy dispuesta a respaldar la creación de un comité independiente que arroje luz sobre los presuntos contactos (es decir, la coordinación o colusión) entre miembros de la campaña Trump y los servicios de inteligencia rusos.

De seguir así las cosas, el presidente Donald Trump será capaz de frenar o abortar todo intento por investigarle con el apoyo de la mayoría republicana en el Congreso.

Bueno, eso a menos de que el director de la FBI, James Comey, o la prensa independiente, vuelvan a sorprendernos con el hallazgo de nuevas pruebas que confirmarían (o descartarían) su participación directa en una operación de encubrimiento para ocultar la operación más exitosa de los servicios de inteligencia rusos para frustrar las aspiraciones presidenciales de Hillary Clinton.



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