Internacional - Política

La Casa Blanca defiende la invitación de Trump a Duterte

2017-05-01

Priebus insistió en que el acercamiento a Duterte

 

WASHINGTON (Reuters) - La Casa Blanca defendió el domingo la decisión del presidente Donald Trump de invitar al presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, a Washington, diciendo que su cooperación era necesaria para mantener en jaque a Corea del Norte, pese las críticas recibidas por organizaciones de derechos humanos sobre la invitación enviada a Manila.

Trump emitió la invitación el sábado por la noche en lo que la Casa Blanca dijo fue una conversación telefónica "muy amistosa" con Duterte, acusada por grupos internacionales de derechos humanos de apoyar una campaña de ejecuciones extrajudiciales de presuntos traficantes de drogas en Filipinas.

"No hay ninguna amenaza mayor para este país y la región que lo que está sucediendo en Corea del Norte", dijo el jefe de gabinete de la Casa Blanca, Reince Priebus, a la cadena ABC.

La invitación se ha presentado en un momento en que Trump busca ganar a aliados en el sudeste asiático para ayudar a controlar los programas nucleares y de misiles de Corea del Norte.

El lunes, Corea del Norte sugirió que continuará con sus pruebas de armas nucleares, diciendo que reforzará su fuerza "al máximo" de manera "consecutiva y sucesiva en cualquier momento" ante lo que denomina agresión e histeria estadounidenses.

Priebus insistió en que el acercamiento a Duterte "no significa que los derechos humanos no importan, pero lo que sí significa es que las cuestiones que nos enfrentan en Corea del Norte son tan serias que necesitamos cooperación en algún nivel con tantos socios en la zona como posible para asegurarnos de que tenemos todo bajo control".

Desde que llegó al poder el año pasado, Duterte ha criticado a menudo a Washington, el aliado de su país durante mucho tiempo, y ha tratado de mejorar las relaciones con China y ha hablado de reforzar los lazos con Rusia.

Preguntado el lunes acerca de su invitación de Trump, Duterte se mostró evasivo:

"No puedo hacer una promesa definitiva se supone que debo ir a Rusia e ir a Israel", dijo, refiriéndose a visitas ya programadas.

El portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, Robespierre Bolívar, dijo que una vez que se reciba la carta oficial, se aceptaría la invitación.

La invitación de Duterte parece ser el último ejemplo de la afinidad que Trump ha mostrado por algunos líderes extranjeros con una postura dudosa respecto a los derechos humanos o una reputación de autócrata.

Así, Trump expresó su admiración por el presidente ruso Vladimir Putin durante la campaña presidencial de 2016, recibió al presidente egipcio Abdel Fattah al-Sisi en la Casa Blanca y ha tenido palabras calurosas para el presidente chino Xi Jinping, a quien Trump presiona para hacer más para frenar su aliado y vecino, Corea del Norte.

El domingo, Trump también extendió una invitación a la Casa Blanca al primer ministro tailandés, Prayuth Chan-ocha, un ex-general que encabeza un gobierno militar que se hizo con el poder mediante un golpe de estado de 2014. El gobierno de Prayuth había tensado las relaciones con el predecesor de Trump, Barack Obama.

"Celebrar a un hombre que se jacta de matar a sus propios ciudadanos y de invitarlo a la Casa Blanca, mientras mantiene el silencio sobre su dudoso historial en materia de derechos humanos, envía un mensaje aterrador", dijo John Sifton, director de Asia de Human Rights Watch.

"Al respaldar eficazmente la guerra asesina de Duterte contra las drogas, Trump se ha hecho moralmente cómplice en futuros asesinatos", dijo.

Un alto cargo del gobierno de Trump insistió, sin embargo, en que la invitación no era una recompensa para Duterte o un respaldo para su política, sino una decisión de que la cooperación con Filipinas era mejor que la retirada ya que podría "intensificar el mal comportamiento" de Duterte.

Pero la invitación de Duterte fue criticada también por el senador demócrata Chris Murphy, que twitteó: "Estamos viendo en tiempo real como se desintegra nuestra posición excepcional en materia de derechos humanos".

Miles de filipinos han sido asesinados desde que Duterte desató su feroz campaña contra las drogas hace casi 10 meses. La policía dice que sólo han matado en defensa propia, y la muerte de otros narcotraficantes y consumidores se debió a los vigilantes o pandillas de narcóticos que querían silenciar a posibles testigos.



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