¡Basta ya!

Siria exige ya un acuerdo mundial 

2017-05-29

Los líderes del G-7, las siete potencias más industrializadas del mundo, se...

Editorial, El Mundo

Los líderes del G-7, las siete potencias más industrializadas del mundo, se declararon el sábado dispuestos a trabajar con Rusia para encontrar una solución política al conflicto sirio. Se ha perdido la cuenta de las iniciativas emprendidas desde que hace más de seis años estallara la guerra que sigue desangrando a Siria. Y no parece que estemos cerca de la paz; todo lo contrario. La contienda se ha recrudecido porque todos los actores implicados creen que se acerca un momento crucial para el futuro del país árabe. Tanto el régimen de Asad, apoyado por sus grandes valedores -Moscú y el régimen iraní-, como las tropas de la coalición internacional lideradas por EU, sin olvidarnos de las milicias kurdas y otros grupos rebeldes o del mismo ejército turco, están redoblando los ataques con el fin de asegurarse las posiciones en sus respectivas áreas de influencia.

Hoy Siria está absolutamente dividida en mosaicos bajo controles muy diversos. La buena noticia es que el Estado Islámico está sufriendo una acelerada pérdida de enclaves que llevaban años bajo su dominio. Sólo en la última semana, el IS ha visto cómo se estrecha el cerco en su gran capital, Raqqa, por el acoso simultáneo de las Fuerzas Democráticas Sirias amparadas por Washington y de las tropas de Asad a las que los bombardeos rusos despejan el camino. Pero la noticia inquietante es que el deseo de los actores mencionados de crear sus propias zonas de control y distensión conduce a la libanización siria. Es decir, a un escenario en el que la guerra se enquiste durante mucho tiempo en un país hecho pedazos, con posiciones cada vez más radicalizadas.

Incluso en momentos en los que Siria parece quedar en un segundo plano de la atención mundial, no podemos olvidar que sigue sufriendo una de las peores situaciones de emergencia en el planeta. Y que su pacificación y la de la vecina Irak son imprescindibles para acabar con la peor crisis humanitaria desde el fin de la Segunda Guerra Mundial y para avanzar en la lucha global contra el terrorismo yihadista. Recordemos que, sólo en Siria, se estima que han muerto ya más de 320,000 personas desde el comienzo de la guerra civil. Y hay unos seis millones de desplazados internos y cinco millones de refugiados -la mayoría malviven en gigantescos campos de acogida en los países limítrofes, como Jordania y Turquía, aunque cientos de miles han conseguido llegar a Europa-.

Toda Siria está golpeada hoy por la brutalidad de los combates, por la desesperanza y por la penuria económica. Incluso las zonas bajo control del régimen de Asad sufren los durísimos estragos de una guerra sin fin, como recogemos en una serie de reportajes que publicamos desde hoy. En Damasco, los habitantes de la otrora bulliciosa y pujante ciudad deben hacer frente a la prohibitiva carestía de los productos básicos, a la escasez de combustibles, al éxodo de los jóvenes y a la ausencia de turistas, una de las grandes fuentes de ingresos en las décadas anteriores.

Siria es una herida abierta que exige que las grandes potencias, sobre todo Moscú y Washington, se pongan de una vez de acuerdo. Las tropelías de Asad no pueden quedar impunes y su salida del poder debe ser irrenunciable. Pero EU sí puede ofrecer a Rusia a cambio el mantenimiento en el Gobierno de Damasco de la minoría alauí. Sobre esa premisa cabría adoptar un plan de paz que, en todo caso, ya llegaría muy tarde.



yoselin