Entre la Espada y la Pared

El eclipse de la Constituyente 

2017-07-31

Hugo Chávez siempre aspiró a copiar fielmente el régimen castrista en Cuba,...

GINA MONTANER / El Mundo

Hugo Chávez siempre aspiró a copiar fielmente el régimen castrista en Cuba, pero su muerte prematura le impidió ser el protagonista absoluto de su revolución bolivariana. No obstante, para asegurar la continuidad de su modelo autoritario dejó como sucesor a Nicolás Maduro, un mandatario más torpe e ineficaz que su mentor.

Hoy el actual presidente de Venezuela se aferra al poder con más represión y ataques a la oposición. En la jornada de la elección de la Asamblea Constituyente, cuyo propósito es reescribir la Constitución y consolidar de una vez un sistema dictatorial a la cubana, el opositor Antonio Ledezma, quien fuera alcalde metropolitano de Caracas y hoy permanece bajo arresto domiciliario tuiteó, "No tienen ni gente ni votos pero si bombas, balas y perdigones". En eso consiste su fuerza.

Después del triunfo del bloque opositor el pasado 16 de julio, con una consulta popular que superó los siete millones de votos para rechazar la Constituyente, esta maniobra de Maduro no tiene validez y se hace en un momento de extenuación colectiva en un país donde reinan la escasez, la violencia y el caos. El único poder real con que cuenta el chavismo es el de las armas y un ejército que hasta ahora parece dispuesto a obedecer órdenes de reprimir a los demócratas venezolanos, que desde hace más de tres meses se manifiestan en las calles a riesgo de morir bajo las balas.

Maduro, Diosdado Cabello y el núcleo duro del Gobierno buscan con esta pantomima sin legitimidad alguna ponerle candado permanente a Venezuela y ahogar los pocos resquicios de libertad que la Mesa de Unidad Nacional (MUD) aprovecha al máximo para salvar al país del absolutismo definitivo. A pesar de las dificultades que enfrentan y el desgaste de años de lucha contra los atropellos del régimen, una vez más los líderes de la MUD dejan a un lado las diferencias que puedan tener para lanzarse a las calles y no permitir que los venezolanos acaben como los cubanos: privados de libertad y condenados a los cien años de soledad que ya son la casi seis décadas bajo la dinastía familiar de los Castro.

Conscientes de lo que se juegan, unos en la calle, como María Corina Machado y Henrique Capriles, y otros desde su encierro, como Leopoldo López y Antonio Ledezma, llaman a que no se apaguen la unidad y la resistencia cívica.

El proyecto soñado por Chávez, que desde el principio fue fallido y retorcido, se ha agotado y su expresión de ineptitud máxima lo personifica su discípulo. Maduro no tiene nada que ofrecerle al pueblo. Solo desesperanza y pobreza. Por eso, en víspera de su impopular Constituyente una riada de gente cruzó la frontera a Colombia en busca de víveres o con la determinación de no regresar. Las aerolíneas internacionales comienzan a abandonar el territorio y los diplomáticos extranjeros y sus familias son conminados a irse. Es el aviso de un eclipse que se cierne sobre todos. La amenaza de la oscuridad total.

Recientemente la ex canciller venezolana Delcy Rodríguez clamaba, 'Nos moriremos de hambre, pero aquí estaremos defendiendo la patria". Es el mensaje pavoroso de los dirigentes chavistas: que desfallezcan de hambruna los venezolanos con tal de que el Gobierno se eternice en medio de la crisis. Siguiendo el triste ejemplo del castrismo, lo único que garantizan es la pobreza por decreto y sin visa para el sueño de avanzar y ser libres. Está claro que a Maduro y sus hombres no les tiembla el pulso a la hora de matar. Matan de hambre y matan a tiros.



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