Migración

Donald Trump manda a los 'dreamers' del sueño americano al limbo político 

2017-09-14

En teoría, los 'dreamers' deben irse. Su situación legal es temporal, con...

PABLO PARDO / El Mundo


Del sueño americano al limbo político. Ésa es la situación de 788,000 personas en EU después de los últimos regates ideológicos y retóricos de Donald Trump. Se trata de los 'dreamers', una palabra que es en realidad un acrónimo de una ley que el Congreso de ese país lleva discutiendo desde hace 16 años, pero que también significa "soñador". Un sueño que empezó sin que les pidieran permiso, cuando sus padres entraron ilegalmente en el país llevándolos a ellos, que eran menores de edad y, en la mayoría de los casos, niños.

En teoría, los 'dreamers' deben irse. Su situación legal es temporal, con permisos de trabajo y residencia renovables por dos años desde 2014. La semana pasada el presidente Trump decidió que dentro de seis meses esas autorizaciones dejarán de ser renovadas, y los 'soñadores' pasarán a ser 'ilegales'. La única tabla de salvación de esas personas es que el Congreso haga en 6 meses lo que no ha hecho en 16 años, y regularice su situación con una ley.

Pero el jueves, apenas 9 días después de decidir el final de los 'dreamers', Trump cenó con los líderes demócratas del Congreso - y némesis de los conservadores republicanos entre los que, teóricamente, están los principales apoyos del presidente - y acordaron que esas 788,000 personas recibirán la nacionalidad estadounidense. ¿A cambio de qué? Según Pelosi y Schumer, de un refuerzo de la seguridad en las fronteras de EU, pero no del archifamoso, y controvertido, muro con México.

Era una traición manifiesta de Trump a sus bases. Después de haber hecho 17 meses de campaña contra los inmigrantes, y de haber fundido una enorme cantidad de capital político para imponer un veto a la entrada de personas de una serie de países musulmanes, el presidente renunciaba, de golpe, al eje principal de su política. También suponía una bofetada en la cara a su propio partido republicano, al alcanzar un acuerdo con la oposición. Encima, el segundo acuerdo en dos semanas, después de haber pactado con los demócratas más gasto y más deuda pública.

Así que apenas tres horas después de que los dos líderes demócratas hicieran el anuncio, y a medianoche de Washington, la Casa Blanca desmentía el acuerdo. Y ayer por la mañana, nada más levantarse, Trump agarraba el teléfono móvil y tuiteaba: "No ha habido acuerdo. Deberá haber un acuerdo de seguridad fronteriza".

En Florida, a donde viajó ayer para examinar la reconstrucción del estado tras el huracán Irma, Trump cambió de posición, una vez más. Ahora acepta que los 'dreamers' sigan en Estados Unidos, pero no que puedan llegar a ser ciudadanos, probablemente porque la inmensa mayoría de ellos van a votar demócrata. Y ha vuelto a vincular cualquier decisión relativa ese colectivo a la construcción del muro.

Así, Trump ha descolocado a unos y a otros. Incluyendo a su base más fiel, y, también, a los líderes de su propio partido. La inmigración, que ha sido el eje de la política de Trump hasta la fecha, se ha convertido, ahora, en otra área donde el presidente de EU ha demostrado que es capaz de cambiar de opinión varias veces en doce horas.



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