Vox Dei

El rico Epulón y Lázaro el mendigo

2017-10-19

Cuando el pobre murió, los ángeles lo llevaron al seno de Abrahán. Tiempo...

Evangelio, Mateo, 16.19-31

"Veis aquí á Lázaro que convida sus llagas a los perros,
y al rico que niega de su mesa las migajas que da á sus perros"

Había una vez un hombre rico que vestía de púrpura y finísimo lino, y que todos los días celebraba grandes fiestas. Y había también un pobre, llamado Lázaro que, cubierto de llagas, estaba tendido a la puerta del rico. Deseaba llenar su estómago con lo que caía de la mesa del rico y hasta los perros se acercaban a lamerle las llagas.

Cuando el pobre murió, los ángeles lo llevaron al seno de Abrahán. Tiempo después murió también el rico, y fue enterrado. Y sucedió que, estando el rico en el abismo, levantó los ojos en medio de los tormentos y vio a lo lejos a Abrahán y a Lázaro en su compañía. Entonces exclamó: “¡Padre Abrahán, ten compasión de mí! ¡Envíame a Lázaro, que moje en agua la punta de su dedo y me refresque la lengua, porque sufro lo indecible en medio de estas llamas!”.

Abrahán le contestó: “Amigo, recuerda que durante tu vida terrena recibiste muchos bienes, y que Lázaro, en cambio, solamente recibió males. Pues bien, ahora él goza aquí de consuelo y a ti te toca sufrir. Además, entre nosotros y ustedes se abre una sima infranqueable, de modo que nadie puede ir a ustedes desde aquí, ni desde ahí puede venir nadie hasta nosotros”.

El rico dijo: “Entonces, padre, te suplico que envíes a Lázaro a mi casa paterna para que hable a mis cinco hermanos, a fin de que no vengan también ellos a este lugar de tormento”. Pero Abrahán le respondió: “Ellos ya tienen lo que han escrito Moisés y los profetas. Que los escuchen”.

El rico replicó: “No, padre Abrahán, sólo si alguno de los que han muerto va a hablarles, se convertirán”. Abrahán le contestó: “Si no quieren escuchar a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán aunque resucite uno de los que han muerto”.

Interpretación *

La parábola del rico epulón y el pobre Lázaro o del hombre rico y del mendigo Lázaro, es una parábola propia y exclusiva del Evangelio de Lucas que la pone en labios de Jesús de Nazaret. Relata la historia de dos hombres y el destino de cada uno de ellos: el pobre Lázaro, lleno de llagas y sin socorro, es llevado luego de su muerte al seno de Abraham, en tanto que el rico, que viste de púrpura y lino fino y banquetea cada día, sufre tormentos en el Hades luego de ser sepultado. La cuestión de los pobres y los ricos es uno de los grandes temas que caracteriza al Evangelio de Lucas, y sus significados y alcances se trataron largamente en la historia del cristianismo.

La razón de denominar epulón al rico no es muy evidente, pero es tradicional, aunque no se le nombra así en el texto evangélico.​ Epulón es el nombre de uno de los rangos dentro de los cuatro colegios sacerdotales romanos; pero como adjetivo el Diccionario de la Real Academia lo define como hombre que come y se regala mucho. ​ Épulos eran los convites sagrados a cuyo cargo estaban los epulones romanos. Posiblemente, la adición del nombre epulón se debe a Pedro Crisólogo, arzobispo de Rávena del siglo V.​

Es la única de las parábolas que contiene un nombre propio: el del pobre Lázaro. Aunque en el texto bíblico no se explicita directamente, se asoció al «pobre Lázaro» con un enfermo de lepra en razón de la presencia de llagas en su cuerpo, de donde derivó la palabra «lazareto» como aquel hospital o casa donde eran recluidos los enfermos de enfermedades infecciosas en general y de lepra en particular.​ Así, por derivación de la parábola del Evangelio de Lucas, Lázaro es considerado patrón de los mendigos, de los leprosos, y de todos aquellos que padecen úlceras o enfermedades de la piel.​ En la iconografía, se lo representa acompañado por perros que le lamen las llagas.

Reflexión

El tema de los pobres y los ricos

La parábola muestra el comportamiento antitético del rico y del pobre Lázaro, al que hizo referencia uno de los escritores más destacados del Siglo de Oro español en los siguientes términos:

"A las puertas del rico avariento y gloton siempre es desprecio de sus umbrales el pobre, á quien no solo niega su mesa lo que tiene, sino lo que se le cae. No hubiera pobre sin socorro, si no hubiera avariento sin caridad".

«Empero venían los perros, y lamíanle las llagas.» Veis aquí los perros curando las llagas del pobre, y al rico acrecentándoselas. Veis aquí á Lázaro que convida sus llagas a los perros, y al rico que niega de su mesa las migajas que da á sus perros. ¡Considerad cuánto peor y más rabiosa es la hambre avarienta que la hambre canina!.​

Francisco de Quevedo Villegas

* Wikipedia

 



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