Internacional - Política

Relaciones rotas entre los cuerpos de seguridad en Cataluña

2017-10-23

A nivel operativo, las áreas de investigación e información, donde Guardia...

Rebeca Carranco, Óscar López-Fonseca, El País

Las relaciones entre la Policía Nacional y la Guardia Civil, por un lado, y los Mossos, por otro, están rotas. Los equipos conjuntos están congelados, se han devuelto medallas, algunos guardias y policías se han dado de baja como profesores en la escuela de los Mossos, incluso en lo más elemental, como puede ser compartir una mesa en una cantina, los agentes notan cómo ese trato se ha deteriorado. La fractura en esta ocasión ha ido más allá de los mandos, y salpica a todas las áreas y escalafones de las policías que trabajan en Cataluña.

Un gesto muy simbólico de ese día a día lo cuenta un mosso de base. “Normalmente, cuando hay colas en la Ronda de Litoral, entramos por el puerto de Barcelona para esquivar el atasco. Antes entrabas, saludabas y salías. Ahora te piden que te pares y te escolta una patrulla de la Guardia Civil”, relata. Otro agente admite que en el aeropuerto, donde conviven los tres cuerpos policiales, el trato es más frío, y algunos policías ya no comparten mesa en la cantina, como solían hacer.

A nivel operativo, las áreas de investigación e información, donde Guardia Civil, Mossos y Policía Nacional suelen trabajar de forma conjunta, son las más afectadas. En información, los desencuentros empezaron con el atentado terrorista de Barcelona del 17 de agosto, según diversas fuentes policiales consultadas, debido a las acusaciones cruzadas de deslealtad. Pero a pesar de esa situación, admitida por todos, nadie duda de que la lucha antiterrorista es primordial. “Seguimos adelante con la investigación que está coordinada desde el CITCO [Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado] sobre los atentados de Barcelona, como no puede ser de otra manera”, asegura un mando. Los Mossos también asisten a las reuniones semanales sobre la evaluación de la amenaza terrorista. “Vamos allí donde se nos invita como policías”, subraya.

En investigación, las operaciones conjuntas judicializadas sobre crimen organizado están congeladas, a la espera de que alguien tome la iniciativa, coinciden distintas fuentes de los cuerpos policiales. “La comunicación es únicamente la imprescindible. A la espera de acontecimientos”, añade otro mando de la policía.

En las gestiones diarias, también ha habido un retroceso. “Ahora se tarda más en responder una petición normal, como puede ser de Extranjería [competencia exclusiva de la Policía Nacional]. Y cosas que antes se solucionaban con una llamada de teléfono ahora se piden por escrito”, lamentan investigadores. “Se ha acabado el colegueo, pero la relación de trabajo diaria es la misma. No nos podemos permitir que por nuestras diferencias salgan perjudicadas las mujeres, que son víctimas”, suaviza una fuente policial de Extranjería.

También en la calle se palpa la frialdad. Mossos y policías comparten la vigilancia de los edificios estatales. Antes era habitual que ambos cuerpos se dividiesen una fachada. “Ahora no solemos compartir acera, y nos toca colocarnos enfrente, o, si hay mucha gente, entonces entre la masa de gente y los policías”, explica una fuente de los Mossos. “También se ha perdido el trato cordial y la facilidad con la que se hacían las cosas”, añade.

En las sedes judiciales, la situación es parecida. “Si la Policía Nacional trae detenidos, llegan con ganas de irse. Antes era distinto, saludaban, hablábamos un rato...”, relata otra fuente policial. Lo mismo pasa en algunas prisiones, donde la custodia la ejercen los Mossos. “Cuando entra la Guardia Civil hay tensión en el ambiente, nada fuera de tono, pero frialdad”, explican.

Nadie oculta que las relaciones entre cuerpos policiales nunca han sido fáciles. “También la Guardia Civil y la Policía Nacional las hemos tenido. Todo el mundo se quiere poner esa medalla”, apunta un agente veterano en Cataluña. Pero hasta ahora, los rifirrafes y recelos se vivían sobre todo en la cúpula. Los equipos operativos intentaban trabajar alejados de esos conflictos.

“Eso va a costar ahora. No se les perdona que hubiese personas rompiendo los cristales de los coches que sacaban a los detenidos y ellos estuviesen con los brazos cruzados”, añade otra fuente de la Guardia Civil sobre la policía catalana. Algunos agentes han roto sus relaciones personales con mossos. Hasta entre sindicatos ha habido reproches. Pero no todo el mundo lo vive igual: “Sigo manteniendo a mis amigos, da igual del cuerpo que sean”. Incluso hay quien se muestran confiado sobre el futuro: “El tiempo lo cura todo. Esta época pasará y los policías de abajo volveremos a ser compañeros”.

“¿Quién se va a sentar con la Guardia Civil?”

“¿Quién se va a sentar en la mesa con la Guardia Civil?”. El comentario es recurrente entre los mossos. El instituto armado es quien ha aportado los informes a la Audiencia Nacional para sustentar la acusación de inacción de la policía catalana. En el cuerpo autonómico, la sensación de decepción es mayor que si proviniera de la Policía Nacional, con quien históricamente han mantenido unas relaciones más complicadas. El major Trapero fue quien dirigió en 2009 una investigación contra una trama de policías nacionales que cobraban de burdeles a cambio de hacer la vista gorda (el caso Riviera y Saratoga), y en ocasiones denunció que la policía bloqueaba el acceso a la información. Por eso, las investigaciones conjuntas eran más frecuentes con la Guardia Civil o con los equipos de la Policía Nacional pero de fuera de Cataluña.



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