Internacional - Población

Seria preocupación en la ONU por el impacto de las sanciones en la población civil de Corea del Norte

2017-12-11

Muchos analistas alertan contra el potencial adverso que implican las sanciones, que suelen cebarse...

MONICA G. PRIETO | El Mundo

La crisis humanitaria que muchos temían como consecuencia de las estrictas sanciones internacionales se consolida en Corea del Norte afectando a su población, y no al desarrollo militar de un régimen preparado para el aislamiento y determinado a convertirse en una potencia nuclear de pleno derecho para garantizar su supervivencia.

Informes remitidos a sus superiores por Tapan Mishra, máximo representante de la ONU en Corea del Norte desde 2015, perfilan el impacto de unas medidas que obstaculizan la labor de las ONG y se ha convertido en una "seria preocupación" que podría "obstaculizar la asistencia y las actividades de socorro".

Los documentos, filtrados por el portal NK News, incluyen un listado con 42 ocasiones en las que las sanciones han impedido, de forma directa o indirecta, al equipo de la ONU -seis de sus agencias tienen presencia en el país- acometer labores humanitarias. Eso contradice el espíritu de las resoluciones ampliadas en agosto por el Consejo de Seguridad, según las cuales las medidas "no tienen la intención de tener consecuencias humanitarias adversas para la población civil [ni] para el trabajo de organizaciones internacionales y no gubernamentales que realizan actividades de asistencia y socorro en beneficio de la población civil".

Sobre el terreno, el envío de "artículos de ayuda cruciales, incluidos equipos médicos y medicamentos, ha sido congelado durante meses a pesar de disponer de la documentación necesaria que confirma que no están en la lista de artículos bajo sanciones", se explica en las documentación. Además, un creciente número de distribuidores chinos -hasta ahora, básicos en el abastecimiento del aislado régimen comunista- se muestran reticentes a seguir cooperando con agencias humanitarias "por miedo a las represalias financieras y de reputación". Las ONG y agencias de la ONU también se ven afectadas por el cerrojazo en las transacciones financieras, dado que la mayor parte de los bancos han suspendido operaciones con el país para evitar consecuencias. Además, las "restricciones explícitas de importación de petróleo" (incluidas en la resolución 2371) han provocado un aumento del precio del combustible que drena el presupuesto de las ONG, algunas de las cuales han tenido que comenzar a renunciar a proyectos por el alto coste de los desplazamientos.

Uno de los ejemplos más claros del impacto de las sanciones en la población civil es la paralización de 13 máquinas de anestesia en las aduanas chinas de Dalian, donde las autoridades portuarias retuvieron los instrumentos durante tres meses. "Sin instrumentos para anestesia, operaciones de emergencia como cesáreas, apendicitis u obstrucciones intestinales no pueden llevarse a cabo, lo que implica consecuencias potencialmente mortales", se leía en el informe elaborado por la Organización Mundial de la Salud. Otra agencia llegó a sopesar devolver dispositivos de emergencia de salud reproductiva atrapados en tránsito en Dalian debido a la presencia de "esterilizadores de vapor fabricados en aluminio", material de doble uso, lo cual implicaba que los hospitales norcoreanos careciesen "de un equipo vital para la prevención de infecciones". A eso se suman las trabas impuestas a los barcos de transporte por las autoridades portuarias de los países en tránsito, que han implicado retrasos importantes en la entrega de medicamentos para la tuberculosis y la malaria, así como maquinaria de rayos X o reactivos de diagnóstico.

Posible diálogo

El precio de las sanciones, sumados a los últimos logros militares, podría estar llevando a Pyongyang a reconsiderar la idea de retomar el diálogo con Washington desde una posición de fuerza. Lo desveló el viernes el ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov, quien le transmitió en Viena a su homólogo norteamericano Rex Tillerson la idea de que el régimen norcoreano está abierto al diálogo. "Sabemos que Corea del Norte quiere por encima de todo hablar con Estados Unidos sobre las garantías para su seguridad. Vamos a apoyarlo, y estamos listos para ayudar en esas negociaciones", aseguró en una conferencia de prensa. "Nuestros colegas norteamericanos, incluido Tillerson, ya lo saben".

Quizás fuera la razón que llevó al régimen a invitar al responsable de Asuntos Políticos de la ONU, Jeffrey Feltman, a Pyongyang en la visita de mayor rango convocada desde que Kim Jong-un llegó al poder. Feltman, veterano diplomático norteamericano, se reunión ayer con el ministro de Asuntos Exteriores norcoreano, Ri Yong-ho. Impera cierto clima de urgencia para desactivar la crisis, sobre todo tras el agravamiento de la tensión por las maniobras militares EU-Corea del Sur (el mayor entrenamiento aéreo conjunto de su historia, en el que ayer se involucraron dos bombarderos B-1, considerados la vanguardia de un eventual ataque contra Pyongyang) que han llevado al régimen a declarar que la guerra nuclear "va a ser un hecho" dadas las "declaraciones que suplican una guerra" por parte de las autoridades norteamericanas. Rusia y China también han criticado duramente los entrenamientos militares, de un alcance no visto desde la guerra de 1953.

"La única cuestión que cabe es ¿cuándo estallará la guerra? No la deseamos, pero no nos vamos a esconder", se leía en un comunicado emitido por el Ministerio de Exteriores norcoreano, en respuesta al entrenamiento que finalizó ayer. Documentos desclasificados norteamericanos publicados el viernes ya estimaban en 1994 -antes de que Pyongyang colmara su ambición nuclear- que una guerra en la península coreana implicaría 490,000 bajas en las filas surcoreanas y al menos 52,000 en las norteamericanas, sin mencionar las civiles, sólo en los primeros tres meses de conflicto.

El presidente del Sur, Moon Jae-in, viaja el próximo miércoles a Pekín para entrevistarse con su homólogo Xi Jinping y buscar vías para resolver el conflicto. Según la prensa surcoreana, abordarán una posible suspensión simultánea de actividades militares y de las vías para convocar una posible cumbre Norte-Sur durante el mandato de Moon, partidario del diálogo, como las que se celebraron en 2000 y 2007. Según el diputado surcoreano Lee Hae-chan, Moon y Xi "comparten la idea de que seguramente sea el camino más realista" para una solución duradera. Pese a la férrea negativa de Estados Unidos a ni siquiera contemplar la posibilidad de una solución que no pase por la renuncia de Pyongyang a su programa nuclear, el congelamiento del mismo toma fuerza como la única opción negociable.

'Inseguridad alimentaria crónica'

Mientras no se levanten las sanciones, sólo cabe esperar que la población sufra duramente este invierno por las carencias. El propio coordinador de la ONU, Mishra, ya advirtió en marzo del peaje que deben pagar las agencias humanitarias en términos de asistencia y de disminución de donaciones internacionales pese a las obvias necesidades humanitarias de Corea, un país que en 2016 ocupó el puesto 98 en la lista elaborada por el índice Mundial del Hambre, que incluía 118 países. En aquel informe se mencionaba que "la inseguridad alimentaria crónica y la temprana malnutrición infantil" están extendidas en el país asiático, y estimaba las necesidades en unos 75,000 millones de euros. Si bien la situación ha mejorado notablemente en la última década, las carencias son una realidad en las provincias y se estima que el 40% de la población está malnutrido.

"Pido a los donantes que no permitan que los cálculos políticos les impidan proveer de apoyo a la asistencia humanitaria", escribía entonces el coordinador residente de la ONU. "Aunque las sanciones impuestas contra Corea del Norte eximen a las actividades humanitarias, dificultan de forma no intencionada la ayuda humanitaria", añadía.

Muchos analistas alertan contra el potencial adverso que implican las sanciones, que suelen cebarse en la población mientras que el régimen al que castiga se inmuniza frente a las carencias. En sistemas totalitarios como el coreano, donde el control de la información es total, se prestan a ser manipuladas por el régimen, que aglutina a la población mediante el victimismo. "Se llama la mentalidad Wagenburg", explicaba a la Deustche Welle el analista del Instituto Leibniz para Estudios Globales y Regionales de Hamburgo Christian von Soest. "La gente se une contra el enemigo común. En esa situación, se suele obtener lo contrario a lo que se buscaba, que era resistencia contra el régimen". La situación recuerda el caso de Irak, donde entre 1990 y 2003 la UNICEF estimaba que la mortalidad infantil se incrementó un 160% gracias a las sanciones. 


 



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